‘La vida enmascarada del señor Musashi’, de Junichiro Tanizaki

EDUARDO SUÁREZ FERNÁNDEZ-MIRANDA.

Junichiro Tanizaki (Tokio, 1886 – Yugawara, 1965) es uno de los grandes clásicos de las letras japonesas. Su obra muestra una gran diversidad narrativa, cuyas características más destacadas son “la refinada sensualidad, la subversiva idea del deseo, la sutil concepción de la belleza y el permanente contraste entre tradición y modernidad”, en opinión del japonólogo venezolano Ednodio Quintero, autor de una completa biografía del autor.

La editorial española «Satori», cuyo catálogo está integrado por obras de la cultura y la literatura japonesas, en cuidadas traducciones, ha reeditado recientemente la novela La vida enmascarada del señor de Musashi (Bushuko hiwa), publicada por Junichiro Tanizaki en 1935.

Se puede distinguir en la obra del escritor japonés dos etapas fundamentales. En una primera época Tanizaki se sintió fascinado por el mundo occidental. Curiosamente, nunca viajó por Europa o América, sin embargo, su narrativa se vería influenciada por escritores como Oscar Wilde o Edgar Allan Poe. El inicio de la segunda etapa en su literatura tuvo un origen convulso: el terremoto que asoló Tokio y Yokohama en 1923. Este trágico acontecimiento le llevó a abandonar Yokohama y trasladarse a la región de Kansai, donde “se conservan los más rancios valores de la tradición japonesa”.

En La vida enmascarada del señor de Musashi, Junichiro Tanizaki vuelve su mirada hacia las tradiciones milenarias de su país. Como recuerdan los editores de «Satori», esta excepcional novela “reconstruye la biografía del todopoderoso señor de Musashi, cuya existencia orbita entorno a dos únicos instintos: la ambición de conquista y la satisfacción de su depravada pulsión sexual”. El protagonista se iniciará en la sexualidad a través de una turbadora imagen: Una bella mujer engalana la cabeza de un guerrero muerto en combate. Este es el punto de partida desde donde, el protagonista, “intentará repetir una y otra vez la escena objeto de su fijación erótica, y encontrará en la bella y cruel esposa del hombre al que sirve, a la pareja perfecta con la ejecutar una sádica danza”.

La novela, ambientada en el siglo XVII, refleja el final de las guerras Sengoku. Para el escritor Valentí Puig, “Tanizaki nutre de conjeturas -con contraposición de hipótesis psicológicas y de fuentes documentales- el tránsito del joven Terukatsu hacia la alucinación erótica y el prisma demoníaco del eterno femenino”.

Junichiro Tanizaki crea en su obra personajes femeninos de gran poder de sugestión, mujeres fatales, refinadas, de una belleza hipnotizadora. Pensemos en personajes como la señora Kakiuchi, de la novela Arenas movedizas, una historia de amor obsesivo y engaño; o Naomi, la vanidosa y autocomplaciente protagonista de la novela que lleva su nombre.

La vida enmascarada del señor de Musashi no fue la única novela del escritor japonés que tiene un trasfondo histórico. Como señala Ednodio Quintero, “dentro de su inmersión en la tradición y en la historia de Japón, Tanizaki escribe novelas inspiradas en algún hecho histórico extraño o relevante, transformadas en verdaderas obras de arte por medio de las habilidades estilísticas del autor. Tal es el caso de La historia de un ciego (Mamoku monigatari), ubicado en las guerras Sengoku del siglo XVI, cuyo narrador es un masajista ciego que atiende a una dama de la nobleza”.

«Satori», que en japonés significa ‘iluminación’,  alberga en su catálogo a grandes escritores japoneses, entre los que destacan Kenji Miyazawa, Sakaguchi Ango y su antología Una mujer y la guerra, o Natsume Soseki y su novela Las hierbas del camino. Del gran maestro Junichiro Tanizaki podemos encontrar, además de las obras señaladas anteriormente, El demonio y otros cuentos, Sobre Shunkin, o Diario de un viejo loco.

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