De viaje por la ciencia ficción china con Agustín Alepuz Morales

MARTÍN SIBILA.

El traductor español Agustín Alepuz Morales ha vertido al castellano tres títulos muy importantes para la ciencia ficción escrita en China: ‘El fin de la muerte’, ‘La redención del tiempo’ y ‘Vagabundos’. En esta entrevista habla sobre ellos y ofrece un panorama del género que se escribe en mandarín.

  • Para entrar en contexto intentemos unas breves reseñas de los tres libros que has traducido.

‘El fin de la muerte’ (de Liu Cixin y ganador del premio Hugo): Solo por ser el desenlace de la Trilogía de los Tres Cuerpos ya merece la pena su lectura, pero es que además se trata de un libro con la suficiente entidad como para ser leído como una historia independiente al margen de la trilogía. Las ideas que plantea el autor acerca de la naturaleza del ser humano y su lugar en el universo –sin olvidarnos de su imaginación desbordante– son motivo más que suficiente para adentrarse en su lectura, incluso para quienes normalmente no leen obras del género.

‘La redención del tiempo’ (de Baoshu): Es una secuela de la Trilogía de los Tres Cuerpos que resuelve varios de los cabos sueltos que dejó la trilogía original y ahonda en algunas de sus ideas, como por ejemplo la fatalidad del paso del tiempo y los viajes temporales. Aparte del nuevo enfoque que el autor le da a la trilogía original, me pareció interesante el hecho de que otro autor creara una nueva historia a partir del argumento y los personajes de ‘El fin de la muerte’. Es lo que en el mundo de la ciencia ficción y la fantasía (aunque no solo en esos dos géneros) se conoce como fanfic, lo que da a los lectores la posibilidad de hacer suyas las historias y convertirse en autores.

‘Vagabundos’ (de Hao Jingfang): Se trata de una novela escrita con gran esmero y un estilo muy elaborado y que parte de una premisa muy interesante: el contraste entre dos modelos de sociedad, por un lado la Tierra –capitalista– y, por otro, Marte –socialista–. Se trata de una idea ya explorada por otros autores del género como Ursula K. Le Guin, pero lo que distingue a esta obra es el toque intimista y de búsqueda personal que le añade la historia de la protagonista, una adolescente que intenta encontrar su lugar en un mundo que le resulta hostil. De ahí el título de la obra, Vagabundos: la protagonista es una persona que vaga entre dos mundos de los que siente que no forma parte. Cabe destacar también aspectos puramente formales como el estilo que emplea la autora en sus descripciones de ambientes y personajes, de una gran exquisitez.

  • ¿Qué personajes de estos libros considerarías entrañables? 

En Vagabundos, por el tema que trata y por cómo se trata, tiene personajes más complejos y, por lo tanto, más humanos. Hay más de un personaje entrañable y no sabría con cuál de ellos quedarme, pero en el relato hay un momento especialmente tierno: la escena en la que la protagonista, Luoying, se encuentra con el holograma del difunto Ronning, que no la reconoce, para gran tristeza de ella.

  • ¿Qué otros libros escritos en China, del género de ciencia ficción, recomendarías?

‘Planetas invisibles’ y ‘Estrellas rotas’ (ed. Ken Liu).  Son dos selecciones de relatos de ciencia ficción, que ofrecen una muy buena panorámica del género a través de un amplio abanico de relatos y ensayos. Me gustó especialmente el cuento ‘La ciudad del silencio’ de Ma Boyong –incluido en Planetas invisibles– por la actualización que hace de ‘1984’ de George Orwell.

‘Marea tóxica’ es la obra más representativa de Chen Qiufan, uno de los escritores chinos de ciencia ficción más interesantes después de Liu Cixin, que destaca por las problemáticas socioeconómicas que plantea en sus obras y la ambientación de sus historias. 

‘Crónica de la ciudad de los gatos’ de Lao She. Es una novela inédita en español escrita a principios del siglo XX por una de las figuras más importantes de la literatura china contemporánea, y representa uno de los ejemplos más tempranos del género, amén de una crítica despiadada a la China de la época que, por cierto, sigue siendo de rabiosa actualidad.   

  • Algunos autores toman elementos de las dinastías chinas o de la mitología para enriquecer sus argumentos. ¿Qué tipo de tratamientos les dan?

En ‘Planetas invisibles’ hay una historia de Liu Cixin, El círculo, que desarrolla una historia contenida en uno de los volúmenes de la Trilogía de los Tres Cuerpos ambientada en la dinastía Qin; y en la misma antología también hay dos relatos de Xia Jia (El paseo nocturno del dragón equino y Cientos de fantasmas desfilan esta noche) que incluyen elementos del folklore y la mitología tradicional china.

En ‘Vagabundos’ se menciona la denominación empleada en la Antigua China para referirse al planeta Marte, pero las referencias a la cultura china en esta y las otras novelas que he traducido son más bien escasas y no tienen un gran peso en la historia. De hecho, hay más elementos de la cultura occidental: es el caso de ‘El fin de la muerte’, que arranca con la caída de Bizancio, el de ‘La redención del tiempo’, donde podemos encontrar varias referencias al cristianismo, o el de ‘Vagabundos’, que está lleno de citas de Albert Camus, Antoine de Saint-Exupéry y otros escritores y filósofos occidentales.

Pienso que el tratamiento que se da a los elementos de la cultura china en las obras de ciencia ficción no es muy diferente del que reciben sus contrapartes occidentales, y que salvo algunas excepciones es tan solo un aspecto circunstancial para adornar el argumento.

  • En alguna novela se recrea un difícil examen para poder entrar a Marte, lo cual evoca las duras pruebas de ingreso a la universidad en China. ¿Qué otras problemáticas de la realidad del país has encontrado como lector y traductor?

Las obras de Hao Jingfang, autora muy interesada en las desigualdades y otras problemáticas sociales, son un claro ejemplo de esto: en Vagabundos, sin ir más lejos, sale el examen al que hacías referencia en tu pregunta, que nos hace pensar en las pruebas de acceso a la universidad de China y los privilegios de que gozan algunos estudiantes por ser hijos de gente poderosa (esta novela, de hecho, es un ensayo que analiza los modelos capitalista y socialista desde la vertiente más sociales). Por otro lado, en ‘Entre los pliegues de Pekín’ (otro ganador del Hugo) de Hao Jingfang se nos presenta un Pekín dividido en sectores en función de la renta de sus habitantes, lo que podría interpretarse como una crítica a las desigualdades que hoy imperan en la sociedad china.

En cuanto a otros autores que he tenido el placer de leer, me viene a la mente el relato ‘El año de la rata’ de Chen Qiufan, que nos traslada a un futuro no tan lejano en el que los graduados universitarios, ante las sombrías perspectivas laborales, optan por hacer una especie de servicio militar que consiste en cazar a unas ratas mutantes que amenazan a la población. Creo que la alegoría a la situación actual de los jóvenes chinos –y, por qué no decirlo, de los de la mayoría de países del mundo– no necesita explicación.

La literatura de ciencia ficción es una literatura de ideas; sobre el cosmos, sí, pero también –y muy especialmente– sobre la sociedad humana, de ahí su valor literario y el motivo por el que nos sintamos interpelados por ella. Creo que esto es así tanto en una megalópolis asiática como en una ciudad europea, latinoamericana o de cualquier otra parte del mundo: los escritores chinos de ciencia ficción reflejan en sus historias sus miedos, preocupaciones y anhelos, de un modo similar a como lo hacen los del resto del mundo. Ken Liu, traductor al inglés de ‘El problema de los tres cuerpos’, lo explica de una forma muy elocuente: «Cuando vas al espacio, pasas a ser parte de la colectividad conocida como “humanidad”: dejas de ser chino, estadounidense o ruso, y abandonas tu cultura».

  • ¿Ofrece la ciencia ficción algún reto particular como traductor?

El mayor reto es principalmente terminológico: este género exige una labor extra de documentación sobre términos científicos que a mí, como hombre de letras que soy, me resultan completamente ajenos más allá de otras lecturas de ciencia ficción y mis esporádicas incursiones a revistas de divulgación científica.

La mayor dificultad, sin embargo, sigue siendo la misma que la que plantea la traducción de cualquier obra literaria, independientemente del género: cómo transmitir lo que quiere expresar el autor de una manera que resulte agradable al lector, como si la obra traducida hubiese sido escrita originalmente en español. En este sentido, y al contrario de lo que pudiera parecer, lo más difícil a la hora de traducir literatura de ciencia ficción no son tanto los términos de física cuántica como las descripciones de explosiones estelares o de la superficie marciana.

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