Feroces impulsos masculinos contra la inocencia de una niña con el pelo “Del color de la leche”

Horacio Otheguy Riveira.

El bucólico ambiente rural en el que transcurre la novela es el mundo que ama la adolescente protagonista, por mucho que la maltrate su padre (siempre fuera de sí por lidiar con las mujeres de la casa, sin un hijo varón). Ahí está ella, rebelde, sufrida, doliente y feliz, soñadora capaz de fortalecerse con la bondad y el cariño de su sedentario abuelo, del que se ocupa al darle comida y asearlo… dos soledades que se miman, aunque se acusen —entre sonrisas— de blandengues. Pero la bella y lista muchacha analfabeta aspira a leer y escribir. Lo conseguirá, pero como su hermana mayor y su madre, a costa de soportar el impulso masculino de penetrarla noche a noche sin seducción alguna; la entrada en su cuerpo es tan violenta como los hombres del XIX necesitan para satisfacer su impulso, su fálica manera de entender la existencia, lo mismo si dirigen una granja o presiden una iglesia. El deseo se impone y jamás llama a la puerta.

Del color de la leche es el cabello de Mary, y los actores se mueven por un suelo del mismo color, símbolo a su vez del materno alimento, de los pechos que nutren a los recién nacidos cuando, momentáneamente, dejan de interesar a la masculina, imperiosa debilidad fálica: ese miembro que actúa como si no existiera nada que lo pueda dominar.

—Fuiste feliz igual que yo.

—Eso nunca, me abro de piernas para que no me haga más daño…

Y más allá de las angustias y prisiones sociales, la niña toma decisiones definitivas y nos cuenta en primera persona la historia de su vida escrita, al fin, por ella misma en un libro, esas palabras de negro sobre blanco que la hacen sentir libre, pase lo que pase.

La muy interesante novela es adaptada al teatro por la misma autora, la inglesa Nell Leyshon. Con muy ajustada traducción del músico y poeta Mariano Peyrou, el director y escenógrafo Fernando Bernués ha logrado la creación de un ambiente por el que un trágico drama se convierte en un potente testimonio femenino. Para ello evita la emotividad plena, más bien, aprovechando la narración de la protagonista que se dirige cada tanto al público, las peores y mejores situaciones se exhiben con la distancia justa, la humana melodía de mujeres al borde de la locura, prisioneras económica y sexualmente en un contexto “natural”, sin escapatoria, si bien las más jóvenes pueden abrazar la esperanza de uno u otro modo, con el color de la leche que adoran en las ubres de las vacas y de sus propios pechos al margen del impulsivo deseo de los hombres…

Un complejo entramado que se lleva a escena con muy buenas interpretaciones en torno a Aitziber Garmendia como Mary: una composición muy arraigada en el corazón de la obra original, con admirables recursos para asumir la delicada y a la vez enérgica personalidad de un personaje emblemático. Joseba Apaolaza ofrece una clase magistral de interpretación al encarar dos arquetipos de crueldad masculina: un padre feroz, y un vicario, solo en apariencia amable y respetuoso.

 

 

Mary, una joven de quince años que vive con su familia en una granja de la Inglaterra rural de 1830, tiene el pelo del color de la leche y nació con un defecto físico en una pierna, pero logra escapar de su condena familiar cuando es enviada a trabajar como criada para cuidar a la mujer del vicario.

 

 

 

La autora y la portada de su novela, editada por Sexto Piso.

 

Nell Leyshon nació en Glastonbury (Inglaterra). Novelista y dramaturga, ha recibido numerosos premios. Su primera novela, Black Dirt (2004), fue candidata al Orange Prize for Fiction y preseleccionada para el Commonwealth Book Prize. En 2008 publicó Devotion. Ha sido galardonada con el Premio Evening Standard Theatre por su obra teatral Comfort Me With Apples, y Bedlam ha sido la primera obra escrita por una mujer para el Shakespeare Globe Theatre. Además, recibió el Premio Richard Imison por su primera obra teatral para la BBC Radio.

 

Texto Nell Leyshon
Traducción Mariano Peyrou
Dirección y escenografía Fernando Bernués
Reparto Joseba Apaolaza, Miren Arrieta, Mireia Gabilondo, Aitziber Garmendia, Jon Olivares, José Ramón Soroiz

Vestuario Ikerne Giménez

Iluminación David Bernués

Producción ejecutiva: Ane Antoñanzas

Producción Tanttaka Teatroa-Paola Eguibar
Recomendada a partir de 16 años

TEATRO DE LA ABADÍA. SALA SAN JUAN DE LA CRUZ. HASTA EL 12 DE MAYO 2024

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *