«QUERER»: Una radiografía del sometimiento conyugal
Por Gerardo Gonzalo.
Se acaba de estrenar en Movistar+ una de las series españolas más esperadas de este año. Se trata de Querer, de Alauda Ruiz de Azúa (Baracaldo, 1978). Una ficción en la que a lo largo de 4 episodios, se nos cuenta la historia de una mujer casada y madre de dos hijos, que abandona el hogar conyugal tras 30 años de matrimonio, para denunciar a su marido por violación continuada.
La serie se divide en cuatro partes (Querer, Mentir, Juzgar y Perder) bien diferenciadas. Se inicia con la huída de la vivienda familiar de la mujer y la denuncia contra su marido, para continuar con la posterior reacción y toma de posiciones de sus hijos y del entorno de amistades de la pareja, luego el desarrollo del juicio y por último, la situación y posturas finales de todas las partes tras la sentencia.
Nos encontramos ante una serie muy sólida, cuya mayor virtud es huir de clichés, lugares comunes y el manierismo que muchas veces rodea este tipo de historias. Querer recurre a la sutileza y los matices, dejando un margen de interpretación para un espectador que asiste, primero algo desconcertado, a la eventual gravedad de los hechos para, poco a poco de forma sutil y ahondando en los pequeños detalles, poder componer un juicio propio y entender y comprender a cada una de las partes.
El inicio me resultó algo frío y desconcertante, pero enseguida, encaja con el tono de una trama que deambula, desde el desconcierto por intuir la realidad de unos hechos no del todo claros, la actitud a veces arisca de la protagonista con la que de primeras es difícil empatizar y la distancia más o menos agudizada de los hijos y el entorno, hasta el retrato de un marido al que intuimos ciertas actitudes, pero que de inicio es complicado calar su gravedad. Todo esto, compone un caldo de cultivo de cocción lenta pero precisa y testimonial, que nos muestra unos hechos descarnados, muy pegados a la realidad y sin artificio alguno.
Para dar verosimilitud y consistencia a este relato, es muy relevante que los actores estén a la altura de sus personajes, y sin duda lo están. El matrimonio está interpretado por Nagore Aranburu encarnando a una mujer herida pero determinada y Pedro Casablanc, capaz de mostrar a base de pequeños detalles las diversas capas de su personaje. Ambos están soberbios en un ejercicio actoral naturalista y lleno de matices. También están muy bien sus hijos, Miguel Bernardeau e Iván Pellicer, en sus dudas y en su proceso de descubrimiento, asentamiento de los hechos y evolución personal. Y por último, unos muy relevantes secundarios, determinantes en la trama, como son los abogados, las amistades y la mujer de uno de los hijos, todos ellos necesarios y con momentos de peso, que enriquecen la historia y la completan.
La serie presenta momentos extraordinarios, como la salida del hogar familiar de la mujer, el juicio (que ocupa la totalidad del tercer capítulo, de un verismo y precisión excelsas en su puesta en escena y sus diálogos) la escena en la sala de espera del hospital, y una parte final matizada pero llena de emoción, que reformula algunas de las posturas de los protagonistas y aclara al espectador su juicio.
En resumen, una gran serie, sobria, solvente, combativa en su mensaje, pero alejada de cualquier discurso panfletario, con unas interpretaciones prodigiosas y llenas de verdad y algunos momentos emocionantes de gran intensidad dramática con fuertes dosis de tensión y desasosiego.
Sin duda, de lo más interesante que he visto este año. Muy recomendable.