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Los límites de la realidad

Por Antonio J. Ubero.
Tan cerca de la vida. Santiago Roncagliolo. Alfaguara (2010). 330 págs. 18,50 €.

Quien transita por terrenos resbaladizos sabe que el riesgo de batacazo es casi inevitable. Por eso el aventurero inteligente suele pertrecharse de un buen calzado, además de recurrir a la perspicacia para evitar los lugares más peligrosos. Para meterse en uno de los bancales más agrestes de la literatura, Santiago Roncagliolo se ha agenciado unas buenas botas de suela antideslizante y mucho sentido de la orientación, para así poder esquivar con agilidad todos los riesgos que le habrán salido al paso mientras escribía ‘Tan cerca de la vida’, su nueva y sorprendente novela.

Escritor de oficio, como así ha demostrado en su breve pero nutricia producción, el peruano recurre al siempre complejo género de la ficción científica para explorar los sótanos de la soledad y la alienación, proponiendo un acertijo que no por redundante en la novelística contemporánea deja de ser estimulante, tal es la reflexión sobre la naturaleza del ser y su estricta realidad frente a consideración ajena y esa realidad objetiva aceptada por todos. Hasta qué punto es real lo que vivimos o esa realidad es producto de nuestra existencia, es la cuestión que soporta todo el entramado argumental de la historia que narra Roncagliolo.

“Aceptamos la realidad del mundo tal y como nos la presentan”, responde Christof, el controvertido productor de televisión que encarna Ed Harris en ‘El show de Truman’. ¿Estamos seguros de vivir lo que parece que vivimos? Si cerramos los ojos, la realidad tal y como la percibimos desaparece y nos sumimos en nuestra propia realidad, la que se forja con las imágenes que captamos y los recuerdos que imprimen en nuestra mente, el mandala que rige nuestros espacios íntimos. El escritor propone una interesante reflexión sobre los límites de esa realidad mediante un planteamiento eficaz como es la vieja aspiración del ser humano por la inmortalidad, aquí representada en una ingeniosa vuelta de tuerca al dilema sobre la idoneidad de la inteligencia artificial.

‘Tan cerca de la vida’ cuenta la peripecia de Max, empleado de la corporación Géminis, una multinacional dedicada a la robótica, durante una convención en Tokio, y su relación con la misteriosa, dulce y muda Mai, una camarera que le hace más llevadera sus estancia en la capital japonesa a la vez que introduce razones para elevar el grado de desasosiego y dudas que corroe a protagonista atado a un pasado trágico y confuso, y con una relación matrimonial soportada con monosílabos. Max, un técnico en logística a la deriva en un mar de investigadores pretenciosos que le desprecian por no pertenecer a su casta creativa, recibe la inesperada e insólita atención del presidente del emporio, un tal Kreutz, enigmático y melifluo, quien le habla de los grandes planes que le tiene reservados y que le proporcionarán un futuro muy prometedor aunque no del todo ortodoxo. Todo fantástico de no ser porque esos buenos presagios esconden un enigma que el atribulado Max no es capaz de desvelar: ¿Quién es él realmente?

La gran virtud de esta novela es que induce a la reflexión, algo no muy habitual en la producción literaria que fabrica la gran industria. Roncagliolo desmuestra habilidad para disponer la innumerable colección de referencias que sugiere el relato con un orden excepcional, evitando así caer en el pastiche ni resultar incómodo su descubrimiento. Si los espectros de Philip K. Dick (‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’, ‘Ubik’ o ‘Podemos recordarlo por usted al por mayor’), Isaac Asimov (‘El hombre bicentenario’, por citar alguna de sus numerosas obras pobladas por robots, cyborgs y demás chatarra), Brian Aldiss (‘Los superjuguetes duran todo el verano’), Michel Houellebecq (‘Las partículas elementales’) e incluso Mary Shelley (‘Frankenstein’) deambulan libres pero contenidos y condescendientes por el fondo del relato, no son menos los que lo hacen por la forma y contexto, pues es inevitable pensar en la crudeza de Ryu Murakami (‘Sopa de miso’), la ironía de Yasutaka Tsutsui (‘Hombres salmonella en el planeta Porno’), el realismo de Kenzaburo Oe y, cómo no, en la perspectiva estética de Tokio producida por la fascinada mirada occidental de directores de cine como Sofia Coppola (‘Lost in traslation’), Ridley Scott (‘Lluvia negra’), Isabel Coixet (‘Mapa de los ruidos de Tokio’) o Alejandro Gómez Iñárritu (‘Babel’). Todos conviven en armonía, pues el autor de ‘Tan cerca de la vida’ no les pierde el respeto en ningún momento, dejándose impregnar por su inspiración sin apropiarse de sus almas, y construyendo una historia original en la que introduce nuevos enfoques, siendo el más celebrado el afán por mostrar al ser humano en su inmensa insignificancia.

Para lograr el ambiente apropiado, Roncagliolo sitúa a sus personajes en escenarios agobiantes y amenazantes, introduce dosis precisas de intriga, un par de toques sobrenaturales, algunos episodios sicalípticos de alto poder excitante, mucho claroscuro poblado de sombras inquietantes, infinidad de cabos sueltos que retan al lector a un ejercicio de inducción cuyo resultado puede variar según cómo se interpreten los sucesos. Y todo ello sin enjuiciar ni el contenido ni a los personajes, que se mueven libres por todo el relato, y con un estilo fluido en el que no caben digresiones ni vanos discursos, lo cual permite disfrutar de la lectura a pesar de la complejidad argumental.

Sin ser su mejor obra, Roncagliolo cumple con las expectativas que sugirió con aquella excelente obra primera, ‘Pudor’, proporcionando al lector material suficiente para activar las neuronas y hacerse las preguntas que todos deberíamos formularnos alguna vez en nuestras vidas. Si es cierto que existen.

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