«La lumbre del barquero», de Jorge Pérez Cebrián
Por Francisco Javier Insa García. @fjinsa
La poesía es el abandono en el devenir existencialista. La búsqueda de lo poético es una árida tarea, a la que el poeta se entrega por entero. El poema hace al poeta en una deconstrucción inversa del lenguaje y sus emociones. Es un viaje sin retorno. Una entrega. Una elipsis borgiana entre tiempos, donde el nudo es El Aleph a través del cual, el poeta accede al multiverso del acaecer poético y, por ende, al poema. No hay ornamentos en la poesía de Jorge Pérez Cebrián. En La lumbre del barquero (Olé Libros, 2021) encontramos una mirada de frente al lector, mostrando una búsqueda personal de la condición humana a través de la filosofía del verso, dejando de lado la semilla nihilista que puede anidar en el poeta. Una arenga a las «Valquirias» para «fabular» en los «ojos de Orfeo» una travesía
porque el camino es vasto
como los desiertos,
y los desiertos,
he oído,
aún mantienen
la trágica ternura de la arena.
Jorge nada entre los Universales del romanticismo, acariciando el surrealismo de lo onírico, fluyendo entre ondas de tiempos de un río renovado, en «Preludio a la disolución»:
No sabía que el fin
lo sostendrían unas manos
tan pequeñas.
Ahora vive
y ve la luz afuera.
Una poesía reflexiva, evolutiva, en ocasiones desde la lucidez y otras desde la niebla pues el poeta, Jorge, solo es dueño de su verdad «La Noche es cierta», y eso condiciona el acto poético y lo sublima al mismo tiempo. La lumbre del barquero es un viaje a través del tiempo sin tiempo, puesto que el daguerrotipo poético que impregna al lector tras la lectura de sus poemas, lo acompaña durante todo el viaje, dentro y fuera del libro: «piensa en la lenta / y lejana canción / de la sirena…».
Canciones de sirena que suenan con el magnífico prólogo del maestro, José Iniesta. Su sola presencia, ya es garantía que hace que La lumbre del barquero y Jorge Pérez Cebrián aniden «en el mismo hogar de la mañana».
Bellísimo . La poesía es la magia del amor .