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Impactante María Castro en «La coartada»: tierna y brutal revelación de una psicosis

Por Horacio Otheguy Riveira

La guionista y dramaturga estadounidense Christy Hall sorprendió hace un par de años en su país con una pieza intimista de muy alta tensión: To Quiet The Quiet: Para acallar el silencio, aquí estrenada hace unos meses en gira como La coartada. Ambos títulos funcionan en distinta medida; ambos tienen que ver con la dinámica de la representación en distintas fases. En el título original radica la principal obsesión de Ana, por ella misma planteada en una de las primeras escenas: «Necesito acabar con el sonido del silencio. ¿Sabes lo que es? Una tormenta que invade mi cabeza y me aturde…». Y en el encabezamiento actual, La coartada, se relaciona con otra mención del personaje, como una necesidad que surge en su proceso dramático.

Ana se nos presenta de tres formas diferentes en dos ámbitos muy distintos, siempre con el mismo vestido, la misma voz con muchas variaciones, extremadamente tierna, de pronto emocionalmente descontrolada, y luego sumamente peligrosa. Un personaje diseñado con precisión de cirujano, tanto en el texto como en la puesta en escena de Bernabé Rico, responsable a su vez de la traducción. Es un hombre de cine y teatro que ha destacado en algunas piezas como actor (El pez gordo, Razas…); esta experiencia sin duda le ha sido muy útil a la hora de integrar el estilo de los tres intérpretes a cargo de secuencias muy distintas, e igualmente muy interesantes.

De entrada tenemos la sensación de que irrumpimos —sin ser invitados— en la modesta sala de estar de una vivienda donde un hombre se ajusta los cordones de los zapatos una y otra vez mientras dialoga con Ana como si fuera un abogado o un policía, en cualquier caso un aliado incondicional, afanado en salvarla de la quema, de una culpabilidad incierta…

A partir de este comienzo, la acción crece y no para de subir; al calor de la intensa temperatura actoral conseguida, María Castro realiza una labor excepcional al abordar un texto que conlleva una exhaustiva exploración de las oscilaciones de una psicosis, y en ese recorrido esta formidable actriz, generalmente aplaudida en comedias, se arriesga y gana, junto a dos excelentes actores que la acompañan en el recorrido con personajes clave.

Muy recomendable no contar lo que sucede, no solo para no desvelar el sorprendente final, sino todo lo que se dice y ocurre en el segundo acto. Obra de suspense con raíces realistas que el escenógrafo Juan Sanz entendió de maravilla en un doble juego de encierro con telones negros para luego cambiar al verismo de otro ambiente, cambio muy acorde con lo esencial del argumento, junto a luces y sonidos que prestan eficaz apoyo a este notable esfuerzo creativo para poner en escena eficazmente uno de los géneros más difíciles, siempre proclive a la sobreactuación y lo inverosímil.

Esta función que acaba de estrenarse en el Bellas Artes está en la órbita de las llamadas novelas criminales con las características propias del arte escénico, donde cada instante exige mantener un clímax, a menudo lindante con el terror. Son célebres algunos títulos de Ira Levin como Trampa mortal y La habitación de Verónica, así como fueron aplaudidos textos de otros autores: de los españoles Jaime Salom (La trama), Tirso Calero (Tarántula) o el australiano Aidan Fennessy (La casa del lago)…

Autora: Christy Hall
Versión y Dirección: Bernabé Rico

Intérpretes: María Castro, Dani Muriel, Miguel Hermoso

Escenografía: Juan Sanz
Ayudante de escenografía: Eduardo Ruiz de Aguiar
Vestuario: Pier Paolo Álvaro
Sonido: Juan Carlos Rubio
Fotografía y Cartel: Sergio Parra
Producción ejecutiva: Bernabé Rico
Dirección de producción: Marisa Pino
Ayudante de dirección: Manu Báñez
Distribución: Txalo Producciones

Una coproducción de Talycual, Txalo y La Alegría Producciones.

TEATRO BELLAS ARTES. DESDE EL 27 DE ABRIL 2022

 

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