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Iconografía del desengaño de Pablo Rodríguez

Por Silvia Alzueta
Iconografía del desengaño
Pablo Rodríguez
Espacio Oblícuo en el CCP de Málaga
Del 8 de abril al 20 de abril

El 8 de abril se inauguró en un espacio que la Diputación de Málaga ha dedicado a los jóvenes creadores, el Espacio Oblicuo, la exposición del creador Pablo Rodríguez. En un espacio mínimo el artista a través de 92 elementos -entre fotografías polaroid, poemas, dibujos y objetos- nos introduce en sus obsesiones e historias más íntimas con sentencias lapidarias e imágenes desbordantes de intimidad.

“La imagen es un fragmento de vida arrancado a lo real”, según Michel Melot en su Breve historia de la imagen. La colección de objetos que conforman esta personal iconografía del desengaño son fragmentos de vida que, por su singular normalidad, el artista ha decidido elevar a la categoría de pintorescos y, por tanto, elementos que poseen un cierto halo aurático para el Museo de recuerdos cotidianos de Pablo Rodríguez. Estos elementos poseen una voluntad descriptiva y, a su vez, tienen el valor de memetum, ya que son pequeños monumentos que nos remiten a lugares y tiempos pasados ubicados en un pasado/presente incierto del artista. Esos fragmentos de realidad son partes incompletas que toman o adquieren entidad por ellas mismas y, que a pesar de la relación con el todo, conforman una imagen única e irrepetible que guarda relación con lo que fue, pero ha dejado de ser realidad para ser imagen.

La categoría estética de lo pintoresco, definida por Adisson en el romanticismo, hace referencia a determinadas cualidades de las obras de arte y objetos como son la singularidad, irregularidad, extravagancia o la forma caprichosa de determinados objetos que por ellos mismo merecen ser representados. Es decir, aquello que es caprichoso, como ese “ascenso”, esas plantas o esa mesa con el mantel de cuadros puesta para comer que Pablo fotografía, transmiten cualidades que se encuentran ligadas en este caso a la sensibilidad del artista y a la sublimidad pasional propia de la melancolía o lo decadente y lo apaciblemente inquietante de unas sábanas revueltas. Juegan un papel muy importante en este diario, o cuaderno de artista, que conforma la exposición donde la lista de la compra se mezcla con pulsiones, deseos y anhelos, así como reflejos de aquello que, al ser fotografiado, cobra sentido como fragmento de realidad y de artificio.

Destaca por otra parte la autoreferencialidad de cada una de las obras que componen la exposición ya que las personas, las pocas personas que aparecen, son importantes fragmentos de su vida. Cada uno de ellos remite a un estadio vital del artista, como son su familia, su pareja, su trabajo o sus amigos. La importancia de lo vivido y el carácter autobiográfico de esta exposición nos habla de aquello que pasó y lo que está por venir. Son las páginas abiertas, exhibidas y violentamente mostradas a un espectador ingenuo que es asaltado por las vivencias del autor. Las fotografías, objetos, poemas, dibujos, e incluso, por qué no, souvenirs que componen poseen un contenido altamente autobiográfico, ya que son instantáneas de su día a día. En este caso el concepto de instantánea toma todo su sentido ya que son ejemplares únicos, instantes detenidos y eternizados que nos muestran fragmentos anecdóticos de realidad con encuadres subjetivos. Cada elemento nos remite y nos lleva a un pasado que lo anclan al presente y hace que se conviertan en un hito dentro del devenir cotidiano.

 

 

 

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