Su son fluye torrencial por cada una de estas páginas y como látigo de sangre ahonda en su ser y en nuestros corazones. Aroma renovador y original el que se desprende de su verbo, que aporta una buena dosis de superación frente a antiguas tendencias
La apariencia de las cosas, de Henri Cole
La apariencia de las cosas nos transmite una poética personal y desgarrada por la tensión, que hace de la búsqueda y la entrega al otro su pulsión principal.
Crítica de Aquí, de Wistawa Szymborska
La veintena de poemas que constituyen este espléndido poemario nos ofrecen una escritura vitalista y esperanzada, radicada en lo cercano
Poemas a la muerte, de Emily Dickinson
los poemas de la Dickinson no presentan puente alguno que nos devuelva al exterior. No sirven para la épica. La Dickinson ha visto con estremecedora claridad que «nos enterramos a nosotros mismos con un dulce desdén»
«Cuadernos de guerra», de Raúl Zurita
Ésta es la reseña perpleja de un lector acostumbrado a cierta retórica hispánica que, un día, se acerca por primera vez a la poesía de un escritor latinoamericano, chileno para más señas, cuya libertad formal y conceptual desborda las maneras de pensar lo poético
Entre luz y oscuridad, de Harry Martinson
En una hermosa edición, al cuidado de Francisco J. Uriz, Nórdica nos ofrece una extensa antología que recorre toda la obra de este premio Nobel con una perspectiva panorámica. En ella se resalta su capacidad evocadora y su vínculo trascendente con lo viviente.
No haber nacido, de Gonzalo Escarpa
El extenso poema que integra exclusivamente este librito ofrece una voz propia, con un estilo muy personal, que se plasma en una pieza tremendamente sugerente, en la sobresale la técnica de la yuxtaposición y la fuerza de su ritmo
Pequeños círculos, de Alberto Santamaría
Pequeños círculos se trata de un gran poemario, lleno de aciertos líricos, con distintos niveles de lectura y que encierra una coherente cosmovisión.
Poemas para los demás, de Ángel Guinda
Guinda, ese escritor que habla del «poeta en el mundo», se manifiesta como un poeta partidario «del placer, de la paz, de la felicidad: es decir, de poner patas arriba el mundo», y en sus textos insiste en ello.