En esta nueva entrega, el sentimiento de Jorge de Arco está más remansado que en libros anteriores. Las imágenes que lo proyectan fluyen con mansedumbre y sin estridencias, con asombrosas asociaciones mezcladas con otras que se asientan en la más vetusta tradición, y que a veces suponen homenajes a otros poetas (Miguel Hernández, san Juan de la Cruz…).
Dentro, de Óscar Curieses
Un poemario al que uno debe acercarse desde posiciones laterales, descentradas, dispuestas siempre a la apertura conceptual.
La herida intacta, de António Ramos Rosa
La herida intacta nos presenta a un poeta excepcional, de gran capacidad evocativa, que proyecta desde recursos mínimos una honda y poderosa luz.
Casi sin querer, de Javier Vázquez Losada
Tiene la palabra acertada, el verbo idóneo, depurado, preciso e incisivo. En cuatro versos logra sutilmente darle la vuelta a una situación, descolocar al lector y cuestionarse cosas en las que no había reparado antes
Cuánto dura cuanto, de María Eloy-García
En cualquier entorno, en cualquier lado, puede esgrimirse la mirada poética
Los desperfectos, de Martín Lucía
Los desperfectos nos ofrece una poesía sencilla, compuesta en versos extensos, que busca la comunicación y con un claro concepto de la unidad del poema.
En la vía del Maestro, de Casimiro de Brito
Una de las piezas claves de la filosofía es Lao Zi (o Lao Tse), y el Tao Te King (o Dao De Jing). El notable escritor portugués Casimiro de Brito se acerca a él con una actitud netamente taoísta (honesta, indagadora y atenta) y nos regala este exquisito En la Vía del Maestro. Un viaje con Laozi.
Grisú, de Esther Ramón
Esther Ramón constituye un caso extraño dentro de la lírica más reciente. Sus libros apuestan por estructuras, tropos, indagaciones que se alejan de lo puramente coyuntural o, por el contrario partida, artificial. En ellos late la creencia firme en la palabra como «videncia», pero también como incendio social.
Las noches y las nadas, de María Auxiliadora Álvarez
Su son fluye torrencial por cada una de estas páginas y como látigo de sangre ahonda en su ser y en nuestros corazones. Aroma renovador y original el que se desprende de su verbo, que aporta una buena dosis de superación frente a antiguas tendencias