Taller online de Creación Literaria: Feminismo y Escritura

  OBJETIVO: En el taller online de Feminismo y Escritura, buscaremos nuestra voz propia para narrar ficción, escribir poesía o

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1988, el año que viví la Semana Negra

Hay años que se graban a fuego en uno. 1988. A partir de ese año supe que escribiría. En 1988

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American Pulp

Por Hilario J. Rodríguez De entre todos los géneros cinematográficos, el cine negro es el menos soñador. No hay en él ni los síntomas de sonambulismo que pueda tener el musical ni los aspectos oníricos de las películas de terror. El cine negro es un eterno aspirante a la sequedad y a la inmediatez, se niega a dar los rodeos de la fantasía. Para forjar un estilo propio, se olvidó de los remilgos de la retórica y fue directo al grano. Por eso mismo todo lo imaginario le ha sido ajeno desde sus orígenes. Siempre quiso ser algo así como la sección de sucesos de las revistas de cine, y en cierto modo lo consiguió. Se ancló al presente, haciendo un comentario político e histórico de los acontecimientos que tienen lugar en los márgenes sociales. Quizás eso explica que sea un género que se renueva de forma constante, palpitando todavía hoy lleno de vida.

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Pompas fúnebres: Ingmar Bergman

Por Hilario J. Rodríguez Nuestros problemas con la memoria tienen más relación con la manera como recordaremos las cosas que con las cosas que recordaremos. Hace unas semanas Ingmar Bergman murió y hoy, mientras comenzamos a olvidar su rostro, otros rostros van ocupando el lugar que hasta hace poco ocupaba él mismo. Ya no somos capaces de verlo, en su retiro voluntario en la isla de Fårö, pero su fantasma nos acompaña en silencio. Con él, vemos cómo los rostros de Alma (Bibi Andersson) y Elizabeth Vogler (Liv Ullmann) se vuelven uno solo en Persona (Manniskoätarna, 1966), quizás para decirnos que cuando nos paramos ante un retrato y notamos en él algún tipo de sentimiento ese sentimiento no le pertenece por completo. Se trata de algo compartido, algo que pertenece también a otras personas. Entonces comprendemos que el retratado puede ser en realidad el retratista, una excusa de este último para reconocerse a sí mismo en otras personas o para depositar en otros lo que no es capaz de asumir como propio.

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