“Tea-Bag”, de Henning Mankell [TusQuets]

“Transcurría uno de los últimos días del siglo.

A la muchacha de la amplia sonrisa la despertó el ruido que producían las suaves gotas de lluvia al golpear la lona que había sobre su cabeza. Sólo con cerrar los ojos podía imaginarse que aún estaba en su casa de la aldea, al lado del río que transportaba el agua fría y transparente procedente de la montaña. Podía sentirlo mientras mantenía los ojos cerrados. Pero al abrirlos, era como si se lanzara a una realidad vacía e incomprensible. Entonces lo único que quedaba de su pasado era una serie de imágenes que, en secuencias entrecortadas, reproducían la larga huida que llevaba tras de sí. Permaneció tumbada, inmóvil, tratando de despertarse lentamente, sin abandonar los sueños hasta estar preparada para ello. Los primeros y difíciles minutos de la mañana determinaban cómo iba a ser el día que comenzaba. Parecía que el momento mismo de despertar le tendiera una trampa. […]

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“El fabuloso mundo de nada”, de Javier Mije [Acantilado]

Todo es tolerable si uno carece de imaginación, si sólo pulsa las teclas blancas del piano, no las negras que ocultan los sonidos más estridentes. ¿En qué momento la partitura se estrecha hasta el límite de una melodía monocorde, en qué momento la vida empieza a decidir por ti? Por estas páginas discurre el amor, la violencia, la soledad y el fracaso; transitan corazones desorientados, estrellas que siguen emitiendo dolor mucho después de apagarse, señales que advierten sobre el fin de los tiempos, relojes que se detienen invariablemente en la misma hora cruel. Un libro entre cuyos paisajes están los barrios residenciales del sur de Londres, un tren nocturno a Lisboa y la Barcelona más elegante, que desciende sin previo aviso al hedor de una barraca de feria.

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“Viaje de ida y vuelta”, de György Konrád [Alianza]

Estábamos sentados en un banco dentro de un vagón de transporte de ganado detenido en las vías del tren en febrero de 1945. No conseguía separarme de la puerta abierta, que dejaba entrar el viento cortante de la llanura nevada. Quería volver a casa para no seguir siendo un invitado en Budapest; de ahí este viaje de una semana de regreso a Berettyoujfalu, de donde se habían llevado a nuestros padres y de donde logramos escapar en la víspera de la deportación. Si hubiéramos tardado un día mas, habríamos acabado en Auschwitz. Mi hermana de catorce anos a lo mejor habría sobrevivido. Yo tenia once anos; a mis compañeros de clase el doctor Mengele los mando a todos a la cámara de gas.

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“Abluciones”, de Patrick deWitt [Libros del Silencio]

Habla de los clientes habituales. Están todos sentados en fila, como pajarracos feos y encorvados, con las miradas humedecidas en alcohol. Susurran con la copa frente a la boca y parecen regodearse en algo, nunca sabrás en qué. Algunos tienen trabajos, hijos, cónyuges, coches e hipotecas, mientras que otros viven con sus padres o bien en moteles de paso y subsisten gracias a una ayuda del gobierno; una curiosa mezcla de clases característica de las partes de Hollywood desprovistas de focos reflectores y de ilusionismo.

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“Queridas mías”, de Clarice Lispector [Siruela]

RÍO DE JANEIRO
17 de mayo de 1940
Querida Elizinha:
Hemos recibido por fin tu carta hoy viernes. «Por fin» porque siento tanto tu falta en casa que el martes ya estaba esperando el correo. Al irte tú, la casa quedó muy vacía y yo muy sola. Sólo espero que todo esto se compense con que puedas aprovechar al máximo tu estancia ahí.

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