Arte al servicio del sistema
Por Sofía Martín.
La sección oficial de PHotoEspaña incluye este año la muestra “Propaganda y Vanguardia” en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que esboza las conexiones entre arte, estado e ideología generadas después de la revolución rusa. La fotografía ayudó a los artistas soviéticos a acercarse a las masas a través del fotomontaje en libros, revistas y cartelería, divulgando los ideales y las obras de la URSS dentro y fuera de sus fronteras. La exposición, comisariada por Oliva María Rubio, directora artística de La Fábrica, reúne una selección de documentos procedentes de la colección del Archivo Lafuente centrada en la etapa constructivista y el inicio del realismo socialista.
Durante la década de 1920, la fotografía se abrió paso en la vanguardia rusa. Los primeros experimentos con el collage, inspirados en el cubismo y el dadaísmo, evolucionaron pronto hacia el fotomontaje. En la Rusia posrevolucionaria un grupo de artistas comenzó a despreciar el arte ocioso del burgués y su mercado, abogaban por superar el formalismo, abandonar la leyes estéticas de la pintura y crear un nuevo código visual que conectara directamente con el pueblo, que mostrara la vida, el presente, los hechos como la mayor verdad. Veían la belleza en la existencia efectiva. Así lo reivindicaba el Manifiesto publicado en 1920 por Naum Gabo y Antoine Pevsner. ¿Y qué herramienta podía reflejar mejor los hechos y la vida que la cámara fotográfica? Su perfección técnica, su velocidad y su bajo coste eran el paradigma del productivismo soviético; la ilusión de realidad, el arma perfecta para la propaganda.
Aleksandr Ródchenko (1891-1956), señalado por Osip Brik como modelo a seguir, llegó a la fotografía desde otras disciplinas artísticas. Influído en origen por el futurismo italiano y el suprematismo de Malévich, viró hacia una forma de expresión indisociable de su compromiso social con la revolución, siguiendo el camino abierto por Tatlin. En 1921 sentenció la muerte de la pintura –“Reduje la pintura a su conclusión lógica y exhibí tres lienzos: rojo, azul y amarillo. Afirmé: todo ha terminado”- y, dos años después, formó junto con el poeta Vladímir Mayakovski la agencia publicitaria Mayakovski-Ródchenko Advertising-Constructor, encargándose el primero del diseño gráfico y el segundo de la retórica.
Uno de sus primeros fotomontajes fue publicado en la revista LEF en 1923 como portada para Pro eto. Ei i mne (Sobre esto: a ella y a mí), un poema escrito por Mayakovski para Lilia Brik, con quien mantenía una relación conocida y aceptada por el esposo de ésta, Osip Brik. Para Ródchenko, los montajes no eran sólo una herramienta ilustrativa, sino una forma de difundir los logros de la revolución y de educar al pueblo. Lilia, musa de la vanguardia, fue también la protagonista de un montaje icónico en el que representa a la mujer proletaria gritando ¡Libros!
LEF -posteriormente refundada por Mayakovski como Novy LEF– fue el escaparate de los constructivistas hasta 1929. Sus páginas albergaron los textos de Sergei Eisenstein o Isaak Bábel. Ródchenko había comenzado en los últimos años a documentar las características del país con un estilo único que marcaría el futuro del fotoperiodismo. En sus manos, la cámara era un instrumento de investigación, de experimentación sociológica, que mostraba la vida desde ángulos imposibles. El ascenso de Stalin al poder forzó un cambio de rumbo hacia el realismo socialista y la publicación, como muchos de sus integrantes, fue denostada por formalista y dejó de editarse. La exaltación del utilitarismo impuesta desde el aparato estatal conducía a una imagen directa, simple, plana y sin artificios, que marginó la trayectoria estética de los constructivistas. Un año después Mayakovski se suicidaba de un disparo.
En 1930 aparece la revista URSS en construcción, adscrita a la nueva corriente, con el objetivo de mostrar al mundo el proceso de industrialización de la Unión Soviética. Ródchenko se somete parcialmente a esta nueva línea junto con otros grandes fotógrafos, como Gustav Klutsis y El Lisitzki , ambos comprometidos con el ideal socialista y con la propaganda del régimen. Pioneros como él en la experimentación con el fotomontaje y la imagen documental, en sus publicaciones cobra especial relevancia el culto a la personalidad del líder.
A finales de los años 30, la Gran Purga afectó también a los artistas de vanguardia. Hubieran o no contribuido a la propaganda soviética, muchos fueron investigados y condenados. Malévich fue interrogado durante meses en Leningrado, Klutsis fue ejecutado, al igual que Isaak Bábel.
“Propaganda y Vanguardia” recorre la producción gráfica de éstas y otras publicaciones desde 1917 a 1941. Cabe preguntarse cómo habrían evolucionado y qué cota creativa habrían alcanzado Ródchenko, El Lisitzki o Klutsis si, como Kandinsky, se hubieran autoimpuesto el exilio o si hubieran tenido libertad para experimentar fuera del camino marcado.
Hola me encanta toda la información y el acabado de cada una de las imágenes y me gustaría seguir aprendiendo con usted. Regresare pronto para seguir viendo sus blogs.