«Federico hacia Lorca», hermoso e innovador viaje emocional
Por Ana Riera
Este año se celebra el centenario de la llegada a Madrid de Federico García Lorca, el autor que revolucionó la poesía y la escena española en el primer tercio del siglo XX, y la Joven Compañía ha querido sumarse también al homenaje. Lo hace con el montaje Federico hacia Lorca, que puede verse en la Sala Roja de los Teatros del Canal hasta el próximo 7 de abril. A partir de varios textos del autor dramatizados por Irma Correa y Nando López, la obra reflexiona sobre algunos de los temas que más obsesionaron el poeta, como el amor, la amistad y la muerte. La dirección corre a cargo de Miguel del Arco, que se presta a la aventura de trabajar con la Joven Compañía por primera vez, aunque se confiesa admirador y seguidor de este proyecto para jóvenes profesionales de la escena desde sus inicios.
El resultado es un hermosísimo viaje emocional que nos lleva a conocer las vivencias del joven poeta y su incesante búsqueda creativa. Así, nos muestra algunas de sus experiencias más representativas, como su historia de amor imposible con Emilio Aladrén, su viaje a Nueva York a finales de los convulsos años veinte del siglo XX, o su dramática muerte en Granada, cuando una bala se cruzó en su camino. Pero lo hace huyendo de lo convencional, tanto desde un punto de vista estructural como por lo que atañe al estilo.
El elenco, formado por Julen Alba, Óscar Albert, Ana Bokesa, Katia Borlado, Álvaro Fontalba, XoánFórneas, Pascual Laborda, Jesús Lavi, Rosa Martí, Nono Mateos, Íñigo Santacana y Carmen Tur, rebosa energía y vitalidad, y ha realizado un intenso y exhaustivo trabajo de un nivel altísimo. La escenografía creada por Paco Azorín es de una belleza hipnótica. Aparentemente sencilla, representa en realidad una especie de círculo mágico “en el que la vida y la muerte se dan la mano en una enloquecida danza dionisíaca”. Muy acertados también la coreografía de Andoni Larrabeiti, el vestuario, de Guadalupe Valero, y la iluminación de Juan Gómez-Cornejo.
Como es sabido, el trabajo de La Joven Compañía va dirigido sobre todo a los centros educativos, tanto al alumnado como al profesorado. En este caso concreto,pretende mostrar a los más jóvenes quién fue Lorca de un modo completamente opuesto a como suelen conocerlo dentro del contexto académico. El objetivo aquí es que lo descubran a través de los sentidos, mimetizándose con él, aceptándolo como si fuera uno más de su grupo de amigos. Se trata, pues, de un teatro hecho por jóvenes y dirigido a un público joven, un teatro que habla de ellos, con el que pueden identificarse y del que pueden sentirse cómplices, cuyo objetivo final es formar a las generaciones futuras de espectadores. Y eso en el mundo actual, donde triunfan las frías tecnologías y las irreflexivas redes sociales, me parece de un valor enorme. Porque como afirmaba el propio Lorca, el teatro es “uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la educación de un país”.
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