El talento de Victoria Di Pace rinde homenaje al coraje de Camila O’Gorman en el siglo XIX
Por Horacio Otheguy Riveira
Sólo ella en escena, descalza, los brazos desnudos, desnudo el cuello, la piel brillante, la mirada muy viva rodeada por los espectadores. Victoria Di Pace, actriz-cantante-bailarina, danza, canta e interpreta Ay Camila, la cruel odisea de una dama lanzada a los brazos del amor más prohibido: por un sacerdote, el mismo que a los 16 años la confesó por primera vez y su cuerpo empezó a dejarse invadir por una sensación inesperada. Un espíritu libre de tiempos lejanos encarnado ahora por una intérprete que aporta la vitalidad del teatro contemporáneo en un poema escénico que atraviesa los datos históricos para conquistarnos con la irresistible seducción de una pasión cuyo castigo es recibido con la misma capacidad de ensueño: “Soy Camila O’Gorman… aunque me vistan de rea. No soy santa. No. Y soy la que quiero ser. Una mujer que ama”.
Sucedió en los años cuarenta del siglo XIX en la frenética experiencia de vida de la ciudad de Buenos Aires, capital de la Provincia del mismo nombre, la más rica del país, sobre la cual ambiciones políticas de muy distinto signo han de vérselas con un caudillo omnipresente, aún hoy muy polémico, don Juan Manuel de Rosas. En la recta final de su época de dominio militar y político, una historia de amor nutre de escándalo a la clase dominante, de donde también procede la protagonista: una joven hija de irlandés se enamora de su cura confesor y ya mayor de edad huye con él en un viaje de intenso recorrido sentimental y sexual.
Incluso en los vaivenes sociales y literarios posteriores, en los comienzos del siglo XX, nadie se atrevió a tanto.
Cuando detiene a los amantes, el Padre Uladislao Gutiérrez va condenado a muerte sin apelación posible, acusado de secuestro de una señorita, pero Camila O´Gorman dice en voz alta que le ama y que ella, y solo ella ideó la fuga. Contra todo pronóstico, se ordena también el fusilamiento de la muchacha con 23 años, un frío día de invierno porteño de 1848.
Esta es, sucintamente, la historia real que se ha llevado al cine en 1984 (Imanol Arias, Susu Pecoraro, Camila), y sobre la que se han publicado numerosos artículos periodísticos, tesis universitarias, y alrededor de 15 libros. Ahora Ay Camila, de Cristina Escofet, nos ofrece una visión de aquel acontecimiento como una sublime rebelión, a través de un acto de amor orgánico, una pasión que resquebraja normas sociales estrictas en las que las jóvenes son preparadas para coser y bordar, sumisas a un poder establecido por una masculinidad dictatorial.
En la historia de Camila O´Gorman ya existía un antecedente en su abuela paterna, libertaria y capaz de montar desnuda a caballo, Madame Perichon, La Perichona, casada con Thomas O´Gorman, piedra de escándalo, sonrisa beatífica para su nieta Camila que no corrió su misma suerte, la de ser criticada y despreciada, pero nunca detenida, humillada y asesinada por los guardianes del orden.
Pablo Razuk dirige esta función como una coreografía con momentos cantados en los que la palabra se desliza en el cuerpo de Victoria Di Pace con la delicadeza y rotundidad de un ser angelical para quien el encantamiento sexual forma parte orgánica de su existencia; carente de prejuicios y al margen de los condicionamientos culturales de su clase, el personaje adquiere en el talento de la actriz una dimensión plástica singular, ofreciendo su historia cara a cara con el público, mirándole a los ojos, físicamente muy cerca, necesitada, más allá de la muerte, de ser comprendida y amada como aquel hombre que la abrazó para siempre, después de la primera noche.
Tras la aparente sencillez de un monólogo de una hora de duración, hay una cuidada producción con atractiva música original, exquisito juego de luces que crea precisas atmósferas, y una escenografía que enamora: una silla de estilo antiguo y un suelo que parece de arena por donde camina la actriz siempre descalza. Partes que se unen para confirmar la existencia de un espectáculo conmovedor, homenaje a una personalidad que atraviesa la historia con la radiante y atemporal energía de la lucha por la libertad.
¿Escuchan? Perros ladrando. Tiros. Caballos. Yo adivino. Las campanas. Mis campanas. Y mis calles. Los postigos. Cortinas de macramé. Mi piano. Mis manos de niña O’Gorman, como Manuelita. Rosas. Manuelita Rosas. Mi Manuelita. Mi amiga. Soy Camila O’Gorman. Aunque me vistan de rea. ¿Vine a contar mi historia? No, mis fantasmas. ¿Escuchan?
Las campanas de cabildo. Mi cabildo. Mis iglesias. Las calles apestan en mi querida Santa María. Dicen que una unitaria se robó la cabeza de Avellaneda de una pica. Eso dice mi madre, que no levanta la cabeza del bastidor. ¿Qué borda? ¿Rosas? La calle está infectada dice. Pero a mí me gusta caminar entre el olor, los candombes, y los cuerpos. Mientras mi madre, borda, borda, borda… ¿Qué borda madre?
(…) Las maldecidas no tenemos retorno. Mataste a tu casa. Quedarás sumergida en las manos de la noche. Sin su casa a cuestas una mujer no es nadie. Oh Dios quiero sentirme humana y no encuentro la forma…¿Uladisalo? No tengo donde ir. Me despierto gritando. Tiemblo. Te busco. Mi pulso se calma. Estás aquí, a mi lado. Uladislao. Tengo fiebre. Le pido que me saque la ropa. Me desviste. Me penetra. Lloro. Lloramos. Lamo sus lágrimas. Me penetra otra vez. Grita. Yo también. Ver como mi madre se hace pequeña. Allá va, diminuta como una vaquita de San Antonio caminando por el borde de su bastidor. Uladislao sujeta mis caderas. Yo me pulverizo. Muy a lo lejos escucho la voz de mi padre. Pero se me confunde con los perros. Camila, ¿estás ahí? Uladislao me muerde. Sí mi amor y nos caemos los dos en un túnel hacia el fondo de la tierra ¿Cómo es ser mujer le pregunto? ¿Cómo es ser hombre?, me contesta. Estamos juntos y vamos a escaparnos. Disfrazados de mujer y de hombre. Disfrazados de lo que no somos.
(…) La noche se llevó nuestros vestidos. Ahora somos Máximo Brandier y Valentina Sanz. Mientras nos buscan, nos buscarán. Pero nosotros vamos a nuestro encuentro.
Actriz: Victoria Di Pace
Autora: Cristina Escofet
Director: Pablo Razuk
Escenografía: Silvia Guiducci
Vestuario: Marta Maineri
Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez
Diseño de sonido y música original: Shahen Hagobian
Asistente: Carmen Victoria Nafría
Fotografías: Emma Muñoz
TEATRO UMBRAL DE PRIMAVERA. Los sábados de marzo y abril 2019 a las 20 horas. PRORROGADO: sábados 4, 11, y 18 de mayo a las 22,30 horas.
ESTRENO EN BUENOS AIRES: AGOSTO Jueves 15 y 22 a las 20:00 y Sábado 17 a las 18:00!
En el Teatro “Corrientes Azul” en Av. Corrientes 5965. Reservas al: +54 11 4854-1048
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