La reivindicación del ‘Boom’
GASPAR JOVER.
A raíz de la relectura de una novela de Julio Cortázar, El libro de Manuel, me ha surgido la pregunta de dónde ha ido a parar la fama del “boom”, del movimiento literario de la narrativa hispanoamericana que, en la segunda mitad del siglo XX, acaparaba páginas en los medios de comunicación escritos e incluso se asomaba con cierta frecuencia a los medios audiovisuales, y en el que figuraban escritores de la talla de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Alejo Carpentier y un largo etc. de novelistas y de cuentistas. Todavía recuerdo programas de televisión de máxima audiencia en los que eran entrevistados algunos de estos autores, de programas “magazine” no especializados en literatura. E incluso se hizo famosa también la áspera polémica que mantuvieron dos de sus miembros más destacados, Vargas Llosa y Gracía Márquez, por cuestiones políticas: recuerdo leer y escuchar que Mario se oponía con todas sus fuerzas al sistema político cubano mientras que “Gabo” lo defendía y era amigo de Castro, el líder de la revolución cubana.
Me ha asaltado la pregunta de a dónde había ido a parar el prestigio que de forma mayoritaria se había ganado entre los lectores el conocido como “boom” de la narrativa hispanoamericana, y la primera respuesta que se me ocurre, la más obvia sin duda, es la de que, con el paso del tiempo, la mayoría de estos autores han muerto y que este accidente físico y ley natural, lógicamente, los ha apartado de la primera línea de la actualidad. Esta es una razón lógica, la más evidente, pero aún así sigue sorprendiéndome que, hoy en día, mis compañeros de trabajo, mis amigos y conocidos, algunos de ellos con preparación académica en las disciplinas humanísticas −con estudios universitarios−, no recuerden quién fue Julio Cortázar, y que los colegas que veo a menudo con una novela entre las manos no recuerden qué tipo de obras escribían los del “boom”. Solo retienen en la memoria al personaje Mario Vargas Llosa, y no por una causa relacionada con la literatura sino porque sale a menudo en la prensa rosa. También se me ocurre la explicación de que el olvido general por parte de los lectores y de la opinión pública interesada en la literatura se puede deber, como les ha sucedido a tantos escritores y grupos de escritores a lo largo de la historia, a que las obras de este movimiento no dispusieran de la calidad necesaria para perdurar, que se tratara de una de esas modas efímeras que también se dan en el mundo de la literatura; pero esta segunda razón no se sostiene porque, en los medios académicos, que se sepa, estos escritores siguen manteniendo una alta consideración por parte de los profesores y de la crítica especializada. Hay que seguir investigando porque tienen que darse otras razones menos a la vista y más difíciles de determinar −tal vez razones de política comercial de las editoriales o de política a secas− para explicar semejante caída en el olvido.
Sea como fuere, el olvido de esta generación resulta tan alarmante, que no está de más reivindicar la importancia del movimiento en su conjunto y el valor de algunas de sus principales producciones en particular: los cuentos y las novelas de Cortázar, las primeras novelas de Vargas Llosa, La consagración de la primavera de Carpentier…, obras de autores que gozaron de tanto prestigio a nivel internacional, que fueron lideres en cuanto a traducciones y a ventas en el mundo, por lo que, gracias a ellos, el castellano fue, no hace mucho, el idioma literario de referencia. No está de más recordar que estos autores forman parte del movimiento literario que devolvió a las letras en castellano un preponderancia mundial de la que no habíamos disfrutado durante siglos, puede que desde el Siglo de Oro español.
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