García Lorca, Alberto Conejero y Lluís Pasqual, unidos ante “El sueño de la vida”

Por Horacio Otheguy Riveira

Juego creativo, lucha por hallar un camino posible. En todo caso, tres creadores y un gran elenco dan forma a una búsqueda con la mera ansiedad de avanzar por la oscuridad con la certeza de que van reuniendo episodios de luz, trozos de un mundo tenebroso que en sus mismas entrañas tiene suficiente vigor para entregarnos “un pequeño rincón de realidad”. Juan Echanove es la voz de Lorca en el comienzo, presentación intensa de un despliegue de talentos entrelazados con pasión, sentido del humor y mucha voluntad de andar juntos entre tinieblas. Con humildad y muchas ilusiones se aúnan esfuerzos y se logran escenas inolvidables en una notable función coral.

 Un mes después de iniciada la guerra civil, el 18 de agosto de 1936, Federico García Lorca es asesinado. Con sólo 38 años enfilaba su enorme talento como poeta y dramaturgo en una línea abierta en busca de nuevas posibilidades estéticas para que confluyeran los aspectos truculentos de la realidad y el arte de contar historias desde un escenario.

Coherente con el tiempo que le tocó vivir, la dificultad de hallar un lenguaje común con el que unir la vanidad de los artistas y su voluntad de trascender la mera diversión, deja inconclusa su Comedia sin título. Ochenta años después, el dramaturgo Alberto Conejero retoma letra y espíritu y escribe “como quien atraviesa sonámbulo una habitación en llamas”, y el director Lluís Pasqual, gran conocedor de la obra del escritor granadino, pone en escena ambos mundos, busca luz en la oscuridad, orden en el caos, mientras la balacera fascista ahoga la esperanza de un mundo nuevo. El resultado es un espectáculo de heridas abiertas, de telón pobre con parches, de ensayos abortados por el ruido de las bombas, mientras una primerísima actriz se funde con la ficción hasta ser tan auténtica como su propia piel desnuda clamando entre la multitud. Se cumple el mandato original “no quiero que se derrame sangre verdadera junto a los muros de la mentira”, y la energía de la gran actriz se eleva a través de la voz tierna, crítica, agobiada y fantástica del poeta que se expande con una luminosidad extraordinaria, a tal punto que la luz de su muerte y de los muertos que aún pujan por ser escuchados consolida la búsqueda noble y justa de los seres humanos en peligro de abuso y extinción, la inmensa mayoría que, aun atormentada, sigue en pie.

Unión infatigable de los muertos y los vivos en un teatro vivo, confuso por momentos, ágilmente contradictorio, divertido y amargo en juego escénico donde todo el equipo se aúna con fuerza inusitada, y en el que algunos de sus intérpretes de pronto destacan, como el garbo fascinante de la primera actriz, Emma Vilarasau en el único personaje con largo recorrido, protagonista encantada de haberse conocido, así como desesperada ante la violencia desatada, el imposible amor, gestos, tonalidades y un hermoso cuerpo que se desnuda para dejar de ser máscara latente y entregarse a una clase de realidad que ya no va a ser representada en ninguna ficción.

Nacho Sánchez resuelve con eficacia el sobrepeso de iniciar e incendiar la función a grito pelado, en un desafuero que ha de arrastrar hasta el final, mientras Antonio Medina impone su prestancia y la ya célebre sonoridad de su voz en el reposado dueño del teatro, bien dispuesto a adaptarse al orden y la economía de los terribles tiempos.  Junto al piano del maestro Miguel Huertas, Luis Perezagua canta y detiene el tiempo con rara emoción.

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También en CULTURAMAS:

Todas las noches de un día, de A. Conejero

Ushuaia, de A. Conejero

Romancero gitano, Nuria Espert, dirección Lluís Pasqual

Mujer no reeducable, Miriam Iscla, dirección Lluís Pasqual

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Del 17 de enero al 24 de febrero del 2019
De martes a sábado 20h.  Domingos 19h.
Sala Principal del Teatro Español de Madrid

ENCUENTRO CON EL PÚBLICO. Presenta y modera ALMUDENA GRANDES. Jueves 7 de febrero al finalizar la representación. Entrada libre hasta completar aforo.