Buenos vecinos (Under the Tree) (2017), de Hafsteinn Gunnar Sigurdsson – Crítica
Por Jaime Fa de Lucas.
Buenos vecinos (Under the Tree) es una película islandesa que presenta dos conflictos principales: una disputa familiar entre dos jóvenes que tienen una hija y una riña entre dos parejas de vecinos que se hacen la vida imposible. Para enredar un poco más el asunto, los dos miembros de la pareja de más edad son los progenitores del padre joven del otro conflicto. Y hasta aquí puedo comentar sin spoilers.
El planteamiento de Hafsteinn Gunnar Sigurdsson es inteligente, ya que la figura del árbol funciona tanto a nivel literal como metafórico. Literal: los vecinos B se quejan porque no pueden tomar el sol por culpa de la sombra que proyecta el árbol que está plantado en el jardín de los vecinos A. Metafórico: el hijo de los vecinos A –que extiende el árbol genealógico– también tiene problemas en su vida conyugal y tiene que luchar para poder ver a su hija –que a su vez es otra prolongación del árbol genealógico–. En definitiva, el árbol es una especie de tejido orgánico que lo conecta todo.
Todas estas ideas que rodean al árbol cristalizan en la escena final –spoiler– en la que el hijo acaba “bajo el árbol” cortado y tiene que ser hospitalizado. El árbol vuelve a funcionar en dos direcciones: literalmente le genera daño físico y metafóricamente representa el peso que pueden tener los padres sobre los hijos o cómo su conducta puede influenciar su vida. Por otra parte, a nivel social, la película también es bastante punzante, ya que muestra las malas relaciones que puede haber entre personas tan cercanas, incluso en una sociedad tan reducida en número como es la islandesa donde casi se podría decir que “todo queda en familia”.
Si bien el primer tramo presenta esos conflictos de pareja y con los vecinos de forma algo insípida, poco a poco estos conflictos van creciendo en escala e intensidad y la historia se vuelve más interesante. El arco narrativo es acertado, ya que conecta los dos conflictos a través del hijo que vuelve a casa de sus padres después de que la mujer le eche. Las actuaciones son correctas y la fotografía y la banda sonora ayudan a crear esa atmósfera rigurosa y fría propia de la situación y el entorno.
Como apuntes negativos… Creo que Hafsteinn Gunnar Sigurdsson no aprovecha la localización que tiene y en este caso es más grave puesto que la película se ha rodado en Reykjavik, que es una ciudad con grandes paisajes. Es posible que esta renuncia estética le dé un toque más amargo a la propuesta –el padre y la hija se van de picnic y van a un sitio feo, al lado de un centro comercial–, pero alguna concesión estética o alguna imagen bonita no creo que hubieran hecho daño.
No me ha gustado nada, además de que me ha parecido predecible, lo que sucede con los animales, que al final vuelven a ser víctimas de los caprichos del director para transmitir la crueldad humana. Tampoco me ha gustado la escena final, poco sutil y con violencia explícita. Tras un relato tan suave y comedido, donde todo lo negativo se deja fuera de los ojos del espectador, no tiene sentido que se muestre eso. Por suerte, el detalle del gato que cierra la película es ingenioso, pues subraya lo absurdo del conflicto y lo equivocado que es pensar mal de los demás por defecto.
Observaciones:
Si el autor de la obra quiere que el título haga hincapié en el árbol, no entiendo por qué el traductor al español se permite poner “Buenos vecinos”, anulando ese énfasis y poniéndolo en otra parte. Una insensatez.
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