«La estancia»: Marlowe y Shakespeare, dos canallas de cuidado entre el amor y la traición
Por Horacio Otheguy Riveira
Siglo XVI. Dos genios de la literatura poética y dramática se vampirizan en un juego de gran intensidad en medio de conflictivas situaciones de supervivencia. Teatro histórico nutrido de excelente ambientación. Dos únicos actores consiguen mantener viva la capacidad de sorpresa desde el comienzo hasta después de la función, ya que el impactante final obliga a repensar toda la historia e incluso lleva a debatir con datos históricos en la mano. Ellos son ya muy conocidos y aplaudidos: Javier Collado y Juan Manuel Seda. La experiencia y el talento de Jesús Castejón en la dirección logra que reconozcamos en la comedia la fuerza y el ingenio de clásicos en la confrontación masculina como La huella, de Anthony Shaffer o Trampa mortal, de Ira Levin.
Londres, 1593. En una buhardilla a orillas del Támesis, dos hombres de gran parecido físico y similar edad, 28 y 29 años, tienen un encuentro que atraviesa los límites históricos conocidos.
El escritor valenciano Chema Cardeña ya estrenó su texto en 1997 a cargo de una Compañía en la que además participaba como intérprete; en 2016, otra producción la estrena en el Calderón de Valladolid, y es la que ahora nos visita en el acogedor Corral Cervantes del verano madrileño. Ambos montajes gozaron de justos premios en todas las facetas que conlleva una producción teatral. Y hoy como ayer, se exhibe un acontecimiento que conviene conocer porque en él se desarrolla una trama de ficción policiaca con notable documentación histórica, atrapando con eficaces recursos de dramaturgo la duda de si Shakespeare existió realmente o fue otro quien generó semejante obra tan prolífica como admirable.
Cuando Shakespeare llama a la puerta de la buhardilla de Marlowe, éste es un poeta y dramaturgo reconocido, en domicilio desconocido para evitar a amantes despechados, colegas envidiosos y cuantiosos acreedores. Will se arriesga a que le mate con una estocada con tal de tener la oportunidad de estar a su lado, de ser su seguro servidor, esclavo incluso, con tal de aprender a escribir y a decir mejor los versos que balbucea en escena como aprendiz de actor. Chris es un tipo duro, a la primera empuña su espada; lo ataca, lo desprecia, lo trata de imbécil, y finalmente lo seduce con sus encantos de canalla bien dispuesto a cualquier juego que termine en posición horizontal entre guapos galanes. Es un tipo de mucho talento, pero como persona un peligroso superviviente de la voracidad de Londres, ya entonces ilustre ciudad saturada de suciedad, miseria, explotación e hipocresía…
El encuentro es explosivo. Los personajes parecen andar por una cornisa y saltar en cualquier momento tras la ira permanente de Marlowe, el acosado por sus demonios imaginarios y los reales a causa de su comportamiento aventurero en tiempos difíciles (Javier Collado da con singular encanto todos los matices, logrando que empaticemos con el más ruin y el más simpático, el niño grandullón que no para de jugar y el joven apuesto que se torna voluptuoso ante el intruso…) y un Shakespeare (José Manuel Seda, excelente también en lo que le toca: jugar siempre con una apariencia de niño que nunca ha roto un plato) sin sonetos ni obras teatrales, mero aprendiz. Un tipo sumiso, resistente a los empeños agresivos de quien considera un maestro del que quiere aprender lo más posible, intentando por todos los medios romper su coraza… La trama se complica como en comedia de enredo con espadachines, pero avanza a pie firme hacia un desenlace sorprendente muy bien hilvanado con diálogos ágiles y brillantes situaciones en tono de comedia policiaca mayor.
Iluminación, escenografía y espacio sonoro en manos de notables profesionales perfectamente confabulados para trasladarnos al ambiente de la época y a las emociones sempiternas donde los hombres más sabios pueden convertirse en los más canallas, según convenga.
CHRIS.- (…) Y dime William, ¿llevas mucho tiempo en Londres?
WILL.- Pronto hará tres años.
CHRIS.- Todo un veterano. ¿Y qué te parece nuestra vieja dama?
WILL.- ¡Encantadora!…Me fascina el bullicio de sus calles, y sus gentes. Pero sobre todo las noches. Beber y reír hasta el alba; conocer caras nuevas… basta una jarra de vino, una charla amena y
cualquiera puede ser tu amigo.
CHRIS.- ¿Ese es el Londres que tú conoces?
WILL.- Sí…
CHRIS.- ¿Ah sí? ¿De veras?(Se levanta súbitamente de la silla. Toma a Will del cuello y se acercan a la ventana)
Mira. Ahí la tienes. Londres. Abre bien los ojos, pequeño palurdo y observa. Londres de noche. Apagada pero a punto de encenderse, de estallar, de reventar ante tus propias narices. Desde esta orilla del Támesis puedes adivinar muchas cosas, pero no podrías creerlas si tus ojos de pueblerino te las mostrasen tal y como son en realidad. Mira hacia allá. ¿Has pasado una noche en Southwark? Casas repletas de gentes que apestan, que desconocen de quién son hijos y de quién son padres. Que se acuestan con sus hermanas y no pasan más de una hora sobrios. Si cruzas solo cualquier callejuela, puedes apostar que ése será tu último paseo. Sin embargo, ellos caminan felices, tranquilos, a veces eufóricos, como si estuviesen en Fleet Street el día de la coronación. ¿Conoces Tyburn? Allí están las mejores putas. Una noche con ellas y el pene se te caerá a pedazos. También puedes presenciar las ejecuciones. Tripas colgando, frailes ardiendo, ríos de sangre… ¿Nunca has ido a Deptford, en esta misma orilla? Puedes comprar todo lo que llega de América. Especias, tabaco, vino y unas hierbas que harían derretir tus sentidos de placer. Whitehall, allí se esconden quienes rigen el mecanismo oculto de nuestros destinos, el tuyo y el de todos los fabricantes de guantes de tu mísero Stratford. Ellos pueden verte; tú jamás a ellos. Todo está aquí, pero no vayas nunca desarmado. Esta es la ciudad de las putas, las damas más respetables de Inglaterra; los aduladores, los vendedores de honor y ¡Dios salve la reina! Las tabernas más concurridas atestadas de ladrones y viciosos. Enfermos que vomitan en la calle; niñas que paren en las esquinas, rufianes que matan por un penique… ¿Has visto todo eso?. Somos seres privilegiados, vivimos en la ciudad más viva del mundo. Una vieja alcahueta que oculta sus pústulas y maquilla sus arrugas. Ese es el encanto. (…)
De Chema Cardeña ya le aplaudimos La puta enamorada en 2015, también con Javier Collado y mismo director, Jesús Castejón, de aquella libre versión de hechos reales en la corte de Felipe IV, pasamos a esta otra con similares condimentos históricos, pero interesante punto de vista muy personal de un autor que se siente pleno en el siglo XVII, esta vez en el reino de Elizabeth, la Reina Virgen, tirando de la densa madeja de belleza profunda de un gran escritor como Marlowe, quien a su vez es un dichoso homosexual con el brío de su juventud por bandera, feliz habitante de las noches más canallas y de los escenarios más ilustres con obras de la importancia de Volpone, el zorro; Doctor Fausto o Eduardo II, pieza esta última que trata la tortuosa pasión del rey por un muchacho, cuyos favores debe ocultar ante la corte (hay una adaptación de Bertold Brecht de gran valor que en España dirigió Lluís Pasqual, La vida del rey Eduardo II de Inglaterra y que se estrenó en Madrid en 1983 en el María Guerrero, con gran interpretación de Alfredo Alcón, Antonio Banderas y José Luis Pellicena en los protagonistas).
Autor: Chema Cardeña
Intérpretes: Javier Collado y José Manuel Seda
- Dirección Jesús Castejón
- Producción Salvador Collado
- Música y espacio sonoro Luis Delgado
- Iluminación Juanjo Llorens
- Vestuario El Matrimonio Secreto
- Espacio escénico Alfonso Barajas
- Maestro de armas Javier Mejía
- Dirección de producción Marisa Lahoz
- Cartel David Morago
- Peluquería Esther Ruiz Aranda
- Fotografías Nieves Ferrer
- Técnico Bernardo Torres
- Dirección técnica Visisonor
Una coproducción de Teatro Calderón de Valladolid y Compañía Salvador Collado (Euroscena)
Fiesta Corral Cervantes. Cuesta de Moyano, Atocha. Del 24 de julio al 24 de agosto 2018.
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