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Verónica Ronda en concierto: voz y simpatía homenajeando al jazz del abuelo

Por Horacio Otheguy Riveira

Sucedió una noche en el Café de las Naves del Español. Verónica Ronda abrió el ciclo de cantantes conocidos principalmente como actrices y actores bajo el título de Animales Mixtos. Feliz plan que se inició con jazzísticas canciones de una actriz que canta cualquier género, que además dirige coros cuando se tercia y da clases al respecto. Su universo es cada vez más completo dentro de un fértil abanico de personajes y circunstancias singulares, así que no dudo en ver su único concierto en este ciclo sin investigar sobre su repertorio. Ignorando de qué va la Ronda ni con quiénes, la sorpresa es aún mayor, ya que óptimos son sus instrumentistas y magnífico el desglose de temas que me entusiasman. En el camino de su breve show, presionada por el límite horario del toque de queda, su voz y simpatía arrasa desde el primer momento.

Ya sin personaje ni estructura escénica en obras muy interesantes cuando no excelentes (Danzad malditos, El tiempo todo locura, La casa del lago...), hela aquí ante el micrófono, apostillando con nerviosa risa, agasajando la colaboración de los músicos, entregada a homenajear a cantantes que admira a través de un estilo propio muy logrado. Me entero que hace tiempo que monta conciertos de este tipo, aunque varía el repertorio, pero para mí es estreno por todo lo alto y si sus versiones me atrapan, su encanto tan cálido genera un ambiente de frescura propio de ambiente familiar. Por eso cuando comenta que de niña, mientras sus padres trabajaban en La Zarzuela, su abuelo la iba a buscar al colegio y durante la merienda le ponía discos de grandes del jazz, entre imágenes de La abeja maya, y además, especial para ella, la niña que acabaría siendo espléndida actriz-cantante se salía con un número de claqué.

Verónica Ronda cantó en inglés, italiano, brasileño… y un tema en castellano, una canción frenética que creó e interpretó Gloria Trevi como venganza hacia un hombre con el que se sintió humillada. En esta ocasión el estilo de Ronda tiene otra energía: muy rica en imágenes de una mujer fuerte que no teme perder la ternura:

Me miraba en el espejo y no me hallaba
Yo era sólo lo que tú querías ver
Y me solté el cabello, me vestí de reina
Me puse tacones, me pinté y era bella
Y caminé hacia la puerta, te escuché gritarme
Pero tus cadenas ya no pueden pararme
Y miré la noche y ya no era oscura, era de lentejuelas
Y todos me miran, me miran, me miran
Porque sé que soy linda, porque todos me admiran
Y todos me miran, me miran, me miran
Porque hago lo que pocos se atreverán
Y todos me miran, me miran, me miran
Algunos con envidia pero al final, pero al final
Pero al final, todos me amarán

 

 

VOZ: VERÓNICA RONDA

GUITARRA Y VOZ: ZENÓN RECALDE

DIRECCIÓN MUSICAL Y PIANO: GABY GOLDMAN

CONTRABAJO: GUIDO FARUSI

PERCUSIÓN: ALEX ZARZALEJO

ARTISTA INVITADO (VIOLÍN): AARON LEE

 

Desde hace años, los cantantes más populares han dado el salto al cine y al teatro, ocurre lo mismo con los actores, se pasan a la música, participan como cantantes, crean sus bandas con otros cómicos, etc. En todas las épocas, artistas de un lado y de otro de las artes experimentan, se sienten atraídos por las artes hermanas, son los llamados artistas polifacéticos.

El teatro se hermana con la música por muchos motivos: ritmo, tesituras, armonía, color de las voces, respiración… en el teatro vemos a menudo a actores tocar instrumentos o cantar. La música complementa, enriquece el teatro. En todo proyecto teatral que se precie existe un creador musical, además, el teatro ha sido musical: cabaret, ópera, musicales..

 

Seis animales mixtos componen este ciclo de conciertos en las noches del Café:

Verónica Ronda, 17 marzo

ElZurdo, 24 marzo

Raquel Pérez, 31 marzo

Fran Perea, 7 abril

Nancho Novo & Los Castigados sin Postre, 14 abril

Cristina & Los Gloria, 21 abril

 

 

 

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