María Pastor comparte su conquista del "Efecto Shinkansen"
Por Horacio Otheguy Riveira
Una mujer se percibe a sí misma como una niña con miedo: ¿a la oscuridad, al vacío, a la muerte, a lo que puede esconderse tras una cortina que semeja un cielo estrellado…? Guiada por una cálida voz masculina, se levanta y anda, y se sumerge poco a poco en una serie de breves escenas de un repertorio teatral fabuloso, ya representado por ella misma, la actriz María Pastor, dirigida casi siempre, como en esta ocasión, por su padre, Juan Pastor: tras el recorrido, la libertad, el vuelo incesante: “Cuando pienso en mi vocación pierdo el miedo a la vida”.
Una experiencia mágica que rompe el estigma de lo efímero del teatro. Para quienes aplaudimos en su momento de las obras completas, disfrutamos ante la visita inesperada de queridos personajes con apariciones episódicas. Búsqueda personal de la actriz y encuentro comunitario con sus admiradores que vienen de lejos o acaban de llegar, y las semblanzas también les alcanzan a ellos. Todos necesitados del mismo renacer. De un definitivo “Efecto Shinkansen”.
Los sábados a las 20 horas (excepto el 10 de febrero): un conmovedor viaje por instantes de algunas obras de un repertorio de enorme valor.
Realidad y ficción en el recorrido de María Pastor por las cimas y los valles de la valiosa producción de su casa familiar, ayer el Teatro Guindalera, hoy Espacio Guindalera. Degustación artística, un fenómeno cultural madrileño como no hubo en su historia otro igual. Padres e hija en un frente común, en una sala ahora club privado con numerosos socios y un prestigio bien ganado, gracias a un esfuerzo descomunal por mantener en pie un ámbito en conflicto con reglamentaciones urbanísticas, al margen de todo interés político. De hecho, los actuales responsables de cultura del Ayuntamiento encabezado por Manuela Carmena han hecho todo lo posible por colaborar frente a un infatigable conflicto técnico.
A lo largo de 14 años se han vivido muchos sofocos, pero Los Pastor han seguido adelante planteándose la vida con el permanente oxígeno de su búsqueda y encuentro; sus producciones han logrado premios importantes al tiempo que conformaban un notable espacio cultural en un barrio que no tenía ninguno.
Ahora la recuperación de la actriz y sus personajes nos envuelve en la mágica atmósfera de los sueños: imágenes inconclusas, tensiones y delicias que brotan de grandes títulos de la historia lejana e inmediata del teatro; entre otras: Molly Sweeney, El juego de Yalta y El fantástico Francis Hardy Curandero, las tres de Brian Friel; Duet for One, de Tom Kempinski; La gaviota, de Chéjov; Laberinto de amor, de Miguel de Cervantes; La larga cena de Navidad, de Thornton Wilder…
Una velada única, incomparable, en la que la dramática fugacidad del teatro vuelve a nosotros, encantados de acompañar el proceso de constante resistencia de esta familia, a través de su musa, cuyo talento evoluciona con las manos tendidas, pues al asegurar que “Cuando pienso en mi vocación, no le tengo miedo a la vida”, nos invita con un licor de guindas y nos confirma que también para nosotros, espectadores agradecidos, hay una cuota importante de renacimiento. El Efecto Shinkansen, sinónimo de transformación positiva en un Japón destrozado por la guerra, se vive universalmente, en cada experiencia personal, en cada hogar y en cada soledad, rumbo a una reconstrucción que es también representación teatral en la vida cotidiana. Por eso la voz de María Pastor y sus sonrisas nos alcanzan con la firme promesa de no abandonarnos jamás.
Algunas críticas publicadas en estas páginas:
María Pastor resucita a Emily Dickinson
Verano Chéjov
El fantástico Francis Hardy
Duet for one
En 2016, el periodista José-Miguel Vila realizó una entrevista a Juan Pastor y Teresa Valentín Gamazo, padres de Guindalera y de María Pastor: “Los medios públicos para el teatro son tan precarios que nos matamos por las migajas”.