“Crimen y telón”, de Ron Lalá, es una apoteósica celebración del arte y la cultura
Por María de Ancos Rivera
Los personajes suplican cantando en un momento de la función “que el teatro no se muera.” ¿Y saben qué? Mientras los Ron Lalá sigan vivos, creo que podemos respirar tranquilos. ¡Larga vida a Ron Lalá!
Escribo esta breve reseña con una limitación autoimpuesta: que no se cuele en ella ningún spoiler, porque ningún potencial espectador debería perder el derecho a disfrutar de Crimen y Telón sin anticipos, desde cero, en su totalidad, tal y como lo ha concebido una de las compañías de teatro que sin duda viene haciendo, desde tiempo atrás ya, historia en nuestras tablas.
Quien sigue a los chicos de Ron Lalá desde sus orígenes, luchando y remando en pequeñas salas y escenarios, hasta dar con grandes salas como el Teatro de la Comedia de Madrid (la última fue una maravillosa Cervantina), muchas otras de diversos países, y ahora esta misma del Fernán Gómez, sabe que a cada nuevo espectáculo se va con unas expectativas muy altas, porque siempre del anterior se ha salido fascinado. Pero aun así, nunca te defraudan. ¿Hasta dónde pueden seguir subiendo el listón? Se superan una y otra vez, te siguen sorprendiendo, sacudiéndote emocional e intelectualmente en la butaca. Es imposible asistir a uno de sus espectáculos sin estallar en carcajadas, sin que se te ponga la piel de gallina más de una vez, sin canturrear luego durante semanas alguna de sus melodías… sin enamorarte del teatro.
Y en esta ocasión lo consiguen con un doble salto mortal, porque Crimen y telón es una apoteósica celebración del arte y la cultura en general y del teatro en particular, una lección magistral de historia del teatro, un homenaje al mundo del teatro… sí, sí, sí… teatro, teatro… y más teatro. TEATRO con mayúsculas. Un generoso agradecimiento a todas y cada una de las piezas del engranaje teatral.
En este nuevo prodigio que los chicos del limón alado han conseguido sobre las tablas se respira la esencia ronlalera: su cóctel infalible de humor, música, guiños, sutileza lingüística, ritmo frenético, juego con el público, frescura… y, como siempre, con una ejecución sobresaliente.
Pero esta vez, además, traían unos cuantos ases en la manga: el texto, impecable, de Álvaro Tato, que debería estudiarse desde ya mismo en todas las escuelas de artes escénicas del mundo; un montaje y una escenografía maravillosos y completamente al servicio de un cuidadísimo homenaje al cine negro —por momentos el escenario parece una secuencia minuciosamente filmada de una película, en la que cada fotograma es perfecto—; y un soberbio Daniel Rovalher que, tras su máscara, es puro Teatro.
Y si he conseguido llegar hasta aquí sin desvelar ninguna de las sorpresas y maravillas que, una tras otra, seguro mantendrán al espectador en un trance de placer teatral absoluto desde la primera palabra hasta la última… sí quiero permitirme una advertencia: sepa, sí, usted, potencial espectador, que saldrá del Fernán Gómez con una adicción incurable. Pero está de suerte… vive en la época de los Ron Lalá, por lo que podrá seguir cultivando y disfrutando esa adicción por muchos años.
Los personajes suplican cantando en un momento de la función “que el teatro no se muera.” ¿Y saben qué? Mientras los Ron Lalá sigan vivos, creo que podemos respirar tranquilos.
¿Qué más puedo añadir?: ¡Larga vida a Ron Lalá!
Crimen y Telón
Idea original y creación colectiva: Ron Lalá
Texto: Álvaro Tato
Composición musical y arreglos: Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena
Dirección: Yayo Cáceres
Intérpretes: Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher, Álvaro Tato
Teatro Fernán Gómez. Sala Guirau. Del 21 de diciembre al 28 de enero
De martes a sábados 20h. Domingos y festivos 19h.
Encuentros con el público: 28 de diciembre, 11 de enero y 18 de enero (entrada libre hasta completar aforo)