Relato Culturamas: El hombre que amaba el Sol, o Un Ícaro cualquiera, de Marina Aguilar Salinas
Esta semana empezamos mes con la reescritura de un mito griego, la historia de Ícaro. Es también la primera vez que una autora repite con nosotros. Disfrutad de esta segunda historia de Marina Aguilar Salinas y animaos a comentarla.
Podéis descargar aquí el relato El hombre que amaba el Sol o Un Ícaro cualquiera, Relato Culturamas 1 de junio
Y no olvidéis que esperamos vuestros relatos
El hombre que amaba el Sol o Un Ícaro cualquiera
MARINA AGUILAR SALINAS
Érase una vez un hombre que amaba el Sol.
Dedicó toda su vida a estudiar el gran astro, poniendo todo su empeño en localizar su situación exacta en el cielo.
Cada amanecer, el pequeño hombre se levantaba maravillado, extasiado ante la idea de un nuevo día.
Si llovía, el hombre no desesperaba, pues sabía que, tarde o temprano, el Sol saldría de nuevo.
Era al anochecer cuando un pánico indescriptible devoraba sus entrañas.
Respiraba alterado, recogido en su humilde habitación, aguardando amargamente a que desapareciese la penumbra.
Aquel desdichado padecía de insomnio. No había noche en la que sus sentidos no lo hiciesen despertar acalorado, en la que no creciese en él un pavor irrefrenable, en medio de la oscuridad.
Su hogar estaba plagado de dibujos y esculturas dedicadas al Sol, así como de vistosos relojes de Sol y de luces que lo imitaban para valerse de noche.
Pero todo era insuficiente.
Un día decidió salir en busca del Sol. De ese modo, nunca se sentiría abandonado por su presencia.
Y así fue como partió con escaso equipaje, decidido a caminar siempre de día, siempre bajo la atenta mirada del Astro Rey.
Recorrió valles y montañas, atravesó grandes cordilleras, cruzó mares y ríos, con el solo propósito de contemplarlo.
Persiguió su luz durante largos años.
En su viaje llegó a una región árida, la más árida de todo el globo, donde animales y plantas morían de ser. Ningún hombre hubo habitado jamás aquellas tierras.
Al fin, se colocó frente a él, y lo vio. Allí, en medio de aquel éxtasis, de aquella afirmación, creyó encontrar la paz y la felicidad, la respuesta a todos sus anhelos.
Pero murió pocos segundos después, abrasado por el insoportable calor y la deslumbrante luz.
Su cuerpo quedó horadado por los rayos solares, y fue desgastándose con el tiempo, ya que allí no había animales que pudiesen degustar su carne muerta y podrida.
Sobre la autora:
Marina Aguilar Salinas es licenciada en Filosofía, con un Máster en Filosofía y otro en Psicoanálisis. Su trabajo aborda la noción de la narración y su relación con lo imposible. Ha escrito y publicado diversos relatos y textos de temática y formato variados, donde lo fantástico y lo inquietante tienen lugar. Escribe en el blog :https://elinstantevarado.wordpress.com/
Recientemente ha sido galardonada con el premio Enjambre literario, por su obra Catálogo de enfermos mentales, un libro que presenta a una serie de personajes variopintos y que será publicado próximamente.