Garbiñe Insausti y Lola Casamayor, cara y cruz de una insólita Édith Piaf
Por Horacio Otheguy Riveira
Édith Piaf, taxidemia de un gorrión es una experiencia teatral en la que Garbiñe Insausti canta temas de la diva francesa con personal estilo, no imita, reinventa admirablemente, y Lola Casamayor es la periodista doliente y mordaz que sólo comprenderá lo que sucede cuando deje de ser ella misma y su ego se difumine en el corazón y el cuerpo de su entrevistada.
La voz inconfundible de la Piaf es un fondo que sólo a ratos se pasea por un escenario frío como una consulta médica, como una morgue de la que brotará el amor como una búsqueda infatigable de felicidad, reuniendo gozos y sombras para indagar en el lado oscuro de una cantante excepcional que rompió moldes, que se codeó con los mejores poetas, que amó y fue intensamente amada, dueña de una sensualidad también arrebatadora.
La intensa trayectoria de Édith Piaf queda en gran medida al margen de esta función. Es otra cosa, una indagación singular a través de un texto que no es tan interesante como debiera, con diálogos que abundan en convencionales situaciones de melodrama resabido, aunque a su vez es suficientemente ambicioso que aprovecha algunos datos bien documentados, evitando la exhaustiva biografía. Una obra a la que la puesta en escena de Fernando Soto le aporta un relieve muy rico en la primera parte y en el largo tramo final. Es en el centro donde el personaje de Piaf se vuelve monótono, y las situaciones reiterativas, y la función parece que corre hacia su debacle sin que el gran trabajo de Garbiñe Insausti pudiera hacer nada para mejorarla. Pero aquí se ha trabajado duro y se sigue haciendo tarde a tarde para que se vuele mucho más alto que un gorrión. Y vaya si se consigue.
Las debilidades del texto se reconvierten en poético enlace, en exigente dramatización con emocionantes matices, y los aciertos siempre presentes de la dirección crecen hasta impulsar con energía una bellísima confrontación entre mujeres que permite rememorar dos grandes amores de E.P. Con Marcel Cerdan, el triunfante boxeador francoargelino que muere en un accidente de aviación cuando va a su encuentro, y con Marlene Dietrich, amiga y amante fugaz. Dos pasiones que se truncaron y que en esta representación se dramatizan en escenas de gran riqueza audiovisual, y profunda manera de indagar en las luces y sombras de seres tan complejos como fascinantes.
Todo el equipo de la Compañía Kulunka (André y Dorine) pone como de costumbre sus muchos recursos al servicio de un equilibrio de fuerzas sorprendente. Junto a las magníficas actrices, un actor de gran alcance como Alberto Huici que se diversifica en varios personajes con lograda creatividad. Él es el desesperado e irritante editor necesitado de una portada escandalosa, el padre amantísimo de las fantasías de una niña y también el padre real, el desgraciado que sólo piensa en su propia supervivencia, y el boxeador perdidamente enamorado.
Se consigue crear un conjunto de poderosas razones para hacer de este espectáculo un acontecimiento teatral que logra salir a flote de las carencias de un texto insuficiente, que no está a la altura del personaje invocado, pero que entre todos, en una causa común conmovedora sacan adelante, dejándonos no sólo con el estilo y la voz de Édith, sino con una revelación superior: las dos mujeres que llegarán muy lejos tras el incómodo encuentro de la primera escena, es a su vez una magistral lección de interpretación de dos actrices de distinta generación y formación: Lola Casamayor y Garbiñe Insausti, quienes, dirigidas por Fernando Soto (El minuto del payaso, La estupidez), logran superar todos los límites de personajes y documentación histórica para hacer del cuerpo y la voz instrumentos de poderosa riqueza. Historia paralela del difícil arte de interpretar cuando se produce la impactante confluencia de la técnica rigurosa y las emociones verdaderas.
Su voz está presente en numerosas películas de diverso género (Por ejemplo, en Salvar al soldado Ryan, de Spielberg, produce escalofríos brotando de una radio en medio del desastre de la guerra) pero además se le dedicaron en exclusiva nada menos que siete películas, y en Inglaterra la prolífica Pam Gems (1925-2011) firmó una biografía teatral que dio la vuelta al mundo, con dos versiones argentinas bastante libres.
Falleció tras larga enfermedad con sólo 47 años, y miles de personas llenaron las calles de París acompañando su féretro y llorando su ausencia.
Su gran amigo Jean Cocteau escribió para ella dos funciones teatrales, La voz humana y El bello indiferente. Su fallecimiento fue anunciado oficialmente el 11 de octubre de 1963, y poco después de recibir la noticia el escritor murió de un infarto.
Le dio tiempo para escribir: C’est le bateau qui achève de couler. C’est ma dernière journée sur cette terre. Je n’ai jamais connu d’être moins économe de son âme. Elle ne la dépensait pas, elle la prodiguait, elle en jetait l’or par les fenêtres. Es decir, aproximadamente:
El barco se ha hundido. Este es mi último día en esta tierra. Nunca he conocido un ser más desprendido de su alma. Ella no entregaba su alma, la regalaba, tiraba oro por las ventanas.
Édith Piaf. Taxidermia de un gorrión
Autor: Ozkar Galán
Dirección: Fernando Soto
Ayudante de dirección: José Dault
Intérpretes: Garbiñe Insausti, Lola Casamayor, Alberto Huici
Escenografía y vestuario: Ikerne Giménez
Construcción de escenografía: Blanca Paloma
Diseño de luces: Javier Ruiz de Alegría
Técnico de iluminación: Arturo López
Piano y guitarra (grabación): Iñaki Salvador y Mario Quiñones
Fotografías: Aitor Matauco/David Ruiz
Comunicación: María Díaz
Producción Kulunka Teatro
Teatro Español. Sala Margarita Xirgu. Del 12 de enero al 5 de febrero 2017
Encuentro con el público: Miércoles 25 de enero a las 22 horas, aproximadamente. Entrada libre hasta completar aforo.
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