Auguste Villiers de L'Isle-Adam: un poeta maldito
Por Silvia Pato (@SilviaP3)
El escritor Paul Verlaine publicó un libro de ensayos allá por 1884 titulado Los poetas malditos, en los que se ocupaba de seis míticos autores a los que, en su mayoría, conoció: Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes Valmore y Auguste Villiers de L’Isle-Adam.
Villiers de L’Isle–Adam (1838-1889) fue un maldito entre los malditos. Vivió la mayor parte de su vida en la pobreza y siempre despreció a la crítica. Su talento literario se reflejaba en unas obras inquietantes, inspiradas en autores como Edgar Allan Poe, que se han convertido en clásicos por derecho propio. Sus relatos abordan la ciencia ficción, el terror y la filosofía, en historias como Cuentos crueles (1883), La Eva futura (1886) y Axel (1890), entre otras.
Amigo de Charles Baudelaire, de Stéphane Mallarmé y de Richard Wagner, su carácter arrogante y sus creaciones literarias le hicieron poseedor de una fama que no fue acompañada de una mejor situación económica, popularidad que se vio incrementada al relacionarse con la escritora Nina de Callais.
Sin embargo, Villiers no siempre fue afortunado en amores. El poeta le pidió a Théophile Gautier la mano de su hija Estelle, pero el romántico se la negó. No quería que la joven se uniera con un escritor al que auguraba miseria y poco futuro. Villiers cortejó después a una rica heredera inglesa: Anna Eyre Powell. Pero este romance tampoco culminó con éxito. Al final, se fue a vivir con Marie Dantine, una viuda de un cochero belga, con la que tendría a Victor, su único hijo.
Se cuenta que en 1863, el propio Gautier hizo objeto a Villiers de una cruel broma. El trono de Grecia se encontraba vacante y se buscaba a un nuevo rey. Las naciones que ejercían el protectorado (Rusia, Francia e Inglaterra) acordaron que fuera el propio Napoleón quien decidiera el nombre del nuevo monarca. En un diario parisino, de esos en los que escribía Gautier, apareció entonces la noticia. Uno de los candidatos para ocupar el trono era el conde Philippe Auguste Villiers de L’Isle-Adam. Este creyó aquel rumor en constante crecimiento. Las cartas al director en la prensa apoyando su candidatura aumentaban. Gautier azuzaba semejante engaño, diciéndole al pretendiente de su hija que solo debía hablar directamente con el emperador. Villiers consiguió aquella entrevista en la que lo atendió el duque de Bassano. Este le desengañó de aquellas fabulaciones y lo despidió con educación por una puerta lateral. Gautier negó ser el autor de aquella broma. El poeta maldito, por su parte, siempre presumió de haber podido ocupar el trono de Grecia.
El escritor francés falleció de cáncer de estómago en 1889. Sus restos descansan en el cementerio del Père-Lachaise, en París.
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