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Ese festival donde aprender a seguir mirando

Por Jaime M. de los Santos G.

La cultura está viva pero, sobre todo, nos recuerda que estamos vivos. Su poder transformador se siente desde el momento en que, sentado en tu butaca, frente a una pintura o un gesto, despierta tus ganas: ganas de vivir, de luchar…

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«SPAM», ópera hablada, Argentina. Del 19 al 22 de enero 2017. Teatros del Canal. Rafael Spregelburd, texto, interpretación y dirección junto al músico Zypce.

 

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Irene Escolar, «Leyendo Lorca». Prorroga en el mes de enero 2017 en el Teatro Pavón-Kamikaze.

Aseguraba Stefan Zweig que “el arte siempre alcanza la cima allá donde se convierte en motivo vital para todo un pueblo”. La cultura nos hace grandes, libres. Con la cultura somos sencillamente mejores. Y es la obligación de cualquier gobierno responsable hacer de la cultura un espacio común, un lugar de referencia, de descanso y reflexión. Zweig hablaba de su ciudad, Viena, como aquella en la que “todo lo que se expresaba con música o color era motivo de fiesta”. En cualquier país, para cualquier región, son necesarios los festivales, esas “fiestas” donde encontrarnos, donde aprender a seguir mirando.

Algunos hemos crecido escuchando los mejores textos en las mejores voces, las más bellas palabras en boca de los más excelsos intérpretes, perdidos entre la panoplia de estrenos del Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid. Ya son 34 años de historias, de versos y miradas, de cuerpos parlantes y emociones mudas. Ahora, una nueva edición. Un nuevo director. Ganas renovadas. Mayor compromiso. Ese es el hoy de un festival que es historia. Una carrera, esta que se inicia, en la que el aliento se toma después de encontrar a Castellucci, profundamente abstracto, para, después, perderlo Leyendo Lorca. De una madre que se sacrifica entre el ensordecedor canto de turbinas, que Castellucci, en su Go Down, Moses, nos pone frente a nuestro mirar conformista, a otra madre, la del novio de Bodas de sangre, o a las que nunca consiguieron serlo (Yerma y Doña Rosita), todas de Federico, recitadas por Irene Escolar (y en la Residencia de Estudiantes). Luego está la belleza en miniatura de los textos de Shakespeare, del Cervantes más universal (en el centenario de sus muertes), convertidos en rarezas microscópicas de la mano de David Espinosa, cuestionando el hecho escénico.

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«Manger», Performance, Francia: Boris Charmatz/Musée de la danse. 14 y 15 de diciembre 2016. Teatros del Canal. (Foto: Ursula Kaufmann). El público permanece de pie, sin butacas asignadas.

Este nuevo FOP, el de Cristina Cifuentes y Carlos Aladro, que renueva su compromiso con la cultura, no es sino una ventana abierta al mundo, a un mundo lleno de matices, de riqueza sensorial. Pero, también, una ventana al interior de cada creador, de aquellos que renuevan las eternas preguntas, que con sus trabajos nos ofrecen luz. Ventanas como esas que dejan ver a hombres y mujeres que sobreviven ante una inundación, en sus casas, en un pueblo que es todos los pueblos y que trae a Madrid FC Bergman; un pueblo que ya no se contiene, que se deja ir ante la inminente catástrofe. Pero hay más ventanas, como la que se ha abierto a la plástica, a la belleza de las vanguardias históricas, a las formas del arte, al Museo Reina Sofía. Boris Charmatz, el coreógrafo, el genio, el artista, llenando las salas del museo, entre aquellos que rompieron la realidad a base de pinceladas, también subido a las tablas de los Teatros del Canal, tratando de digerir la vida, comiendo por no llorar, para no gritar.

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«Orlando», 2 al 4 de febrero 2017. Teatros del Canal. Versión libre de la novela de Virginia Woolf con una sola intérprete en escena y puesta en escena multimedia. Bélgica. Idioma: holandés con sobretítulos en castellano.

Si viviéramos 400 años, si pudiéramos ser quienes no somos, querríamos ser ¿hombres o mujeres? Guy Cassiers nos dibuja esa transformación, esa metamorfosis que bien podría ser clásica pero que es la del Orlando de Virginia Woolf, mientras nos habla del mundo, de cuatro siglos de historias. Aunque, ¿y si el tiempo no existiera como satiriza Rafael Spregelburd? ¿Y si todo fuese mentira y el fin del mundo simple SPAM? Frente a un escenario, del otro lado de ese mundo superlativo que son las artes escénicas, de existir, el tiempo sin duda se para (como el corazón). Eso es FOP.

2016-12-14-photo-00001311La cultura está viva pero, sobre todo, nos recuerda que estamos vivos. Su poder transformador se siente desde el momento en que, sentado en tu butaca, frente a una pintura o un gesto, despierta tus ganas: ganas de vivir, de luchar, de soñar, de llorar, de reír, de amar, de crear, de volver a un teatro, de formar parte del teatro. De ser FOP.

Jaime M. de los Santos G.

Director General de Promoción Cultural

Comunidad de Madrid

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