“La rosa de papel”, según Irina Kouberskaya: expansión del esperpento
Por Horacio Otheguy Riveira
Max.- La tragedia nuestra no es tragedia.
Don Latino.- ¡Pues algo será!
Max.- El esperpento. (Luces de bohemia, Ramón del Valle-Inclán)
La rosa de papel es una de las cinco obras que componen el Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, que Ramón del Valle-Inclán escribió en 1927. Tiene en sí misma una brevedad brutal por lo mucho que condensa vicios nacionales del miserable mundo gallego que describía el escritor. Irina Kouberskaya logra una puesta en escena expansiva, pues el clásico esperpento del terruño valleinclanesco adquiere aquí connotaciones nacional muy bien implantadas con cantejondo en torno al cadáver, y un espléndido cuplé cantado por la difunta en un fin de fiesta que une la diversión con el espanto, mezcla propia del grotesco italiano, que al tiempo que Luigi Pirandello lo difundía en Italia, partiendo de su Sicilia natal, don Ramón hacía lo propio en Galicia para España entera: un país que digería mal este extrañamiento, esta mueca sufriente y a la vez cómica en constante ebullición con su condimento explosivo perfectamente establecido en el título general donde bailan su danza macabra la avaricia, la lujuria y la muerte.
Escrito como “melodrama para marionetas” es con ese espíritu estrafalario, como de muñecos apenas sostenidos por hilos, como ha encarado la puesta en escena Irina Kouberskaya, y de ese modo profundiza en todos los elementos que sostienen las escenas, y se permite libertades de dirección que a su vez reinterpreta el texto, al tiempo que lo respeta íntegramente. Un arte singular de combinación de elementos plásticos y actorales para una Rosa de papel tan original como punzante:
La Encamada.- ¡Que me matas, renegado! ¡Que la cabeza se me parte! ¡Deja ese martillear del Infierno!
Julepe.- [En el yunque] ¡El trabajo regenera al hombre!
La Encamada.- ¡Borrachón! Hoy te dio la de trabajar porque me ves a morir, que de no, estarías en la taberna.
Julepe.- A mí la calumnia no me mancha.
La Encamada.- ¡Mi Dios, sácame de este mundo!
Julepe.- ¡No caerá esa breva!
La Encamada.- ¡Criminal!
Julepe.- ¡Muy criminal, pero bien me has buscado!
La Encamada.- ¡Sólo vales para engañar!
Julepe.- Florianita, atente a las consecuencias.
La Encamada.- ¡Mal cristiano!
Julepe.- Ni malo ni bueno.
La travesía por la agonía y muerte de La Encamada que intenta proteger a sus pequeños hijos de la voracidad de su marido borracho, confiándole sin más remedio sus ahorros, entra de lleno en el delirio con las vecinas no menos avariciosas y los visitantes que “adornan” la estancia. La muerte es un festín penoso con ceremonia donde se lían el ridículo y la miseria económica y cultural, hasta la repentina aparición muy sensual y tan dulce de la gozosa fallecida que sale de su tumba como brote natural del miserable habitáculo, para echarse un cuplé que popularizó Sara Montiel:
Pobrecita yo, qué pena me doy
Ha, ha, ha, ha, ha,Pobrecita yo, qué solita estoy
Ha, ha, ha, ha, haConsuéleme usted, tenga la bondad,
Ha, ha, ha, ha, haPues soy tan pequeñita
Y tan desgraciadita
Que necesito que me quieran de verdad
Con un cariño intenso, con un amor inmenso
Que me consuele en medio de mi soledad…
Versión libre y auténtica de una pieza breve modélica del género, con un reparto bien ensamblado en el que destaca ampliamente Nené Pérez-Muñoz (habitual de esta sala en varios de sus espectáculos), una Encamada que se retuerce de dolor y de pena, y luego asombra con su encantadora picardía.
Valle-Inclán rompe la moral y la ética, generando un espacio donde se evidencias las contradicciones de un modelo cuarteado, confuso y delirante. Reconocer la fealdad abre el camino a la sensibilidad y a la belleza. Irina Kouberskaya
Irina nació en Moscú, lleva muchos años trabajando en Madrid y al mismo tiempo mantiene una relación muy viva con su ciudad natal, donde ha estrenado obras de García Lorca y publicado sus propias traducciones de Valle-Inclán. Tiene una formación teatral muy completa, y al tiempo que es una excelente actriz, como directora logra una fusión cultural con la Rusia ancestral de la literatura y el teatro que sorprende muy gratamente. Esta “expansión” del esperpento con sus enriquecedores aportes, también estaba presente en su versión de La casa de Bernarda Alba, espectáculo vibrante, musical y de escalofriante intimismo: todos los contrastes en rara armonía, así como en La mirada de Eros, con texto de Nabokov, toda la soledad del hombre montado en sus fantasías amorosas se expresan utilizando el verbo literario, la dinámica escénica, la poesía de los pequeños gestos y el talento de un joven actor que puede con todo. El teatro como una unidad poética a través de la cual se rompen todas las fronteras y se logran emocionantes empresas donde la esperanza deja de ser una utopía.
Intérpretes: Antonin Heredia/Miguel Pérez Muñoz; Nené Pérez-Muñoz/Catarina de Azcárate; Chelo Vivares, Rocío Osuna, Carmen Rodríguez de la Pica, José María Ortiz, José Manuel Ramos
Colaboración especial de: Jesús Chozas
Dirección: Irina Kouberskaya
Figurines: Hugo Pérez de la Pica
Diseño y elaboración de muñecos: Matilde Juárez
Diseño de luces: Miguel Pérez-Muñoz y Paula Sánchez
Fotografía de cartel: Laura Torrado
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