“La Maricarmen”: rutilante burladero de la desesperación
Por Horacio Otheguy Riveira
El sueño poblado de cartas sin abrir y la mujer que añora, se disgusta, pelea con su madre muerta, se embelesa consigo misma, con lo que podría haber sido pero no, y en su peculiar encierro se entrega a planificar un vivo homenaje a la gran Mary Santpere. “La Maricarmen” es una brillante producción donde Mamen Godoy canta con voz espléndida algunos clásicos que en su estilo parecen estrenos. Una actriz formidable acompañada en dos cuadros por Iván Luis, que pasa de trapecista a engolado galán de novelones con gran soltura y gozoso sentido del humor.
La señora está feliz con su canario y su solitario deambular por éxitos y frustraciones que son una excusa para ser ella misma triunfante, cantando para sí, para los personajes fantasmales que la acompañan, y para el público que si ya no la espera sentado en su butaca, puede pasar bajo su balcón, ese palco avant scène hacia la vida que bulle en la ciudad que respira a sus pies. Y allí canta, canta Mamen Godoy con espléndido registro asumiendo los vaivenes de La Maricarmen-modelo para armar (que diría Julio Cortázar) frente a los embates de la vida. Una vida que es teatro en sus aspiraciones y frustraciones, pero sobre todo —y he aquí el hallazgo de esta función— un teatro que vibra en la soledad de su protagonista como herramienta para la felicidad.
Una apuesta vitalista en la que una veterana actriz expulsada del presunto paraíso del éxito, tiene fuerza e imaginación suficientes para desbloquear angustias, enfrentarse al pasado más ruin y divertirse con sus contradicciones. La Maricarmen se gusta mucho cuando se siente hermosa y también cuando se encuentra perdidamente ridícula; se busca constantemente y de las palabras se cuelga como de un montón de trapecios que le permiten volar sin despegarse del suelo. Maricarmen es mucho personaje, se acicala y se abandona, se burla de la desesperación con la garra de una fiera y el buen humor de una niña que no sabe lo que es el miedo:
¿Mi personalidad? ¿Qué personalidad? Pues claro que sí, Maricarmen, tú también tienes una personalidad, como todo el mundo. Vital, leal, apasionada (comienza a deleitarse con el sonido que producen las palabras, sin importarle su significado), desgarrada… avasalladora… inoperante… plenipotenciaria… farfullera, no, farfullera no, me da que no significa nada bueno…
El juego en que se mete la atropella y exalta en un monólogo compuesto como un musical donde el ritmo seduce muy bien engarzado con un texto denso que nunca pierde el control imprescindible para mantener un creciente interés.
Mamen Godoy posee una voz que cuando habla o canta se desdobla con facilidad y riqueza de matices para convencernos de que su Maricarmen no le habla nunca al público, sino que todo lo hace para sí misma en un teatrillo de juguete donde los fantasmas la habitan por momentos pero nunca la arrinconan, pues tiene la fuerza de inventarse un mundo propio que mira hacia delante.
Cuando aparece el vecino trapecista, la ductilidad de Iván Luis le convierte en el partenaire ideal: un divertido hombrecillo a lo Buster Keaton por quien la dama suspira y arde en deseos de llevárselo al huerto, pero es tan tímido que rehúye el envite; más tarde, cuando el mismo actor reaparece convertido en galán de galanes con su voz impostada y su arrojo de irreverente seductor, es ella quien recula, se asusta y hasta espanta ante el riesgo de caer rendida a sus pies. Un doble juego que aporta eficaces cambios de línea en la representación.
Antes de empezar, mientras los espectadores se ubican, se escucha a Antonio Machín y su versión de Mira que eres linda, el gran éxito escrito y compuesto por el cubano Julio Brito. Un tema que volverá a escucharse cuando ya ha finalizado el espectáculo y el escenario se ha quedado a oscuras. Una canción que trepa por los sueños y angustias de una mujer que se resiste al desamparo:
Mira que eres linda
Que preciosa eres,
Verdad que en mi vida
No he visto muñeca
Más linda que tú;Con esos ojazos
Que parecen soles,
Con esa mirada
Siempre enamorada
Con que miras tú.
A izquierda y derecha del escenario, fotografías antiguas y objetos que apenas vislumbramos: sombras nada más, y en medio un camerino ambulante [formidable diseño de Sánchez Cuerda (El perro del hortelano)] de donde surgen maravillas que conviven con la muerte y la alegría de vivir.
Los intérpretes y la directora han coincidido con el maestro Luis Olmos, quien les dirigió en algunas zarzuelas: hay aquí un espíritu zarzuelero en el mejor sentido de la palabra, alejado de toda nostalgia, pero muy cercano al sentimiento dulce de un género popular —como la revista musical autóctona—, forjado entre muchos talentos, pocas veces considerados en su justa medida. Y el primer talento de aquellos tiempos revive en esta Maricarmen en cada escena: el de los poetas que compusieron canciones y partituras inolvidables para regocijo de miles de personas que respiraban a gusto el aire bueno, el aire pleno de la esperanza, lo mismo en plena guerra civil que en una posguerra siniestra. Detrás del escenario, a los lados del juego de la comedia y la farsa, Mamen Godoy e Iván Luis con dirección de Virginia Flores, también con larga experiencia de actriz, han logrado un homenaje a la capacidad de supervivencia a través del teatro. O, mejor aún, de la vida cotidiana que es más vida cuando es consciente de que es teatro. Una visión profunda y emocionante a través de la diversión de una mujer que se representa a sí misma con la ilusión de que millones de ojos la acaricien y consuelen.
A veces pienso que a mí también me gustaría ir y venir, cambiarme de
casa, de país, conocer sitios nuevos, caras distintas, Brasil, Madagascar, la
isla de Pascua, pero luego digo, ¿qué se me ha perdido a mí por esos
mundos? Aquí me siento protegida, segura entre mis cuatro paredes. Soy la
única estable. En una ocasión, la Mary, la gran Mary Santpere, dijo que la
buena suerte siempre acaba pasando factura… Y yo, la Maricarmen,
pregunto ¿y la mala suerte?, ¿también la mala suerte pasa factura?… No
importa… Mañana ya veremos… pero esta noche, esta larga… larga…
noche, cantaré, cantar y nada más que cantar, y cuando lleguen los buenos
tiempos, así me encontrarán, cantando… y tengo un presentimiento, claro y
diáfano, de que esta vez sí, de que esta vez sí que van a llegar…
La Maricarmen (Un balcón al aire)
Autor: Aron Benchetrit
[Del autor Aron Benchetrit, una obra maestra del cine en pequeño formato que escribió, produjo y dirigió: Bofetada, cortometraje de 1999 con Amelia Ochandiano y Paco Maestre: un hombre y una mujer en las taquillas de una estación de Metro descubren su personal paraíso donde el dolor y el placer conforman una pareja perfecta]
Directora: Virginia Flores
Intérpretes: Mamen Godoy, Iván Luis
Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda
Iluminación: José Gallego
Realización escenografía: Ángel Muñoz, Lucas Muñoz
Vestuario: María Luisa Engel
Música: Eduardo Fernández
Coreografía: Arrieritos: Patricia Torrero y Florencio Campo
Fotografías: Isabel García
Cartel: Nacho Castro
Producción: Henar Hernández
Producción ejecutiva: Manual Comunicación. La Providencia Producciones
INTEMPERIE TEATRO, PRIMAVERA 2019
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