Sitges 2016: La próxima piel (Isaki Lacuesta/Isa Campo), The Handmaiden (Park Chan-Wook) y The Neon Demon (Nicolas Winding Refn)
Por Jordi Campeny.
Como un suspiro ha pasado, un año más, esta cita ineludible para los amantes del cine fantástico y del cine, a secas, que congrega a miles de cinéfilos, curiosos, freaks, zombies y amantes de la vida en general, octubre tras octubre, en la deliciosa localidad de Sitges. Propuestas cinematográficas de distinta índole –del gore más extremo y hortera a las propuestas más delicadas, artísticas y elegantes– se han dado cita una vez más, este año pespunteadas por la lluvia, bajo el leit motiv del universo Star Trek. De nuevo, esta leve sensación de vacío tras dejar en casa una mochila cargada de películas y experiencias. Y, otra vez, vislumbrando –lejos y cerca– un Sitges 2017 que celebrará su 50 edición, y que vendrá apadrinada por este coloso del cine fantástico y de terror que es el Conde Drácula. Intuimos que la celebración estará a la altura de la efeméride.
Esta 49 edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya nos ha dejado múltiples propuestas, con un alto porcentaje de cine asiático, además de que Sitges ha visto pasear por sus calles y recibir premios honoríficos a personalidades del nivel de Max Von Sydow y Cristopher Walken, entre otros. La película ganadora de esta edición ha sido Swiss Army Man (Daniels), cuyo protagonista, Daniel Radcliffe, también ha conseguido el galardón a mejor actor. Una película anómala, divertida, tierna y flatulenta que venía avalada por su paso por el Festival de Sundance. Entre otros, algunos de los films premiados que se recordarán de este Sitges 2016 han sido Grave (Crudo), Train to Busan y The Wailing.
De todo lo que hemos podido ver –de la discutible, caprichosa y finalmente potente y convincente Colossal, de Nacho Vigalondo, a la tediosa y repetitiva Voyage of Time, lo último de Terrence Malick, un fondo de pantalla de hora y media de auténtico lujo– hemos seleccionado tres propuestas que, por distintos motivos, entre ellos la aleatoriedad, sobresalen del resto. Las tres, afortunadamente, tienen distribución asegurada en las pantallas de nuestro país en las próximas semanas y meses:
La próxima piel (Isaki Lacuesta, Isa Campo)
El año 2012 nos dejó un memorable documental, El impostor, del británico Bart Layton, que pasó bastante desapercibido y en el que se nos contaba la historia de un niño tejano de 13 años que, tras tres años desaparecido, fue hallado en España. Tras el reencuentro surgió la duda: ¿era él realmente el niño perdido? Con una premisa muy similar, y partiendo de un caso real, el director catalán Isaki Lacuesta y la directora Isa Campo han elaborado un sutil, minucioso y delicadísimo rastreo, casi un ensayo, por los insondables vericuetos de la identidad. ¿Quiénes somos en realidad? La película, premiada en el pasado Festival de Málaga, avanza sin fisuras gracias a un excelente e inteligente guión firmado por los propios directores junto a Fran Araújo y escarba con tacto y mucha sutileza en los traumas, incertidumbres y heridas de sus personajes. Hipnótico, misterioso y bellísimo thriller intimista, La próxima piel consigue implicar intelectual y emocionalmente al espectador, quien se ve arrastrado a este universo pequeño, frío y viciado que pide a gritos respirar. La película, que se desliza con el habitual naturalismo que empapa parte de la obra de su autor, halla, a su vez, un perfecto equilibrio entre los mundos interiores y exteriores de los seres que la habitan. El paisaje ambiental, inhóspito y gélido –próximo al deshielo– del Pirineo catalán es también el paisaje interior, inefable y frío, de sus protagonistas. Y viceversa. La próxima piel, probablemente la obra más asequible de Lacuesta, no sería lo que es sin el soberbio trabajo de sus actores, en especial Emma Suárez (cuyo personaje tiene muchos puntos en común con su Julieta almodovariana) y, sobre todo, Àlex Monner. Imperial, hipnótico y ambiguo. Su mera presencia y su mirada penetrante son pura angustia, abismo y complejidad.
The Handmaiden (La doncella) (Park Chan-Wook)
El día de la Hispanidad se celebró en Sitges, bajo una lluvia torrencial, con la proyección del exhibicionista, impúdico, exquisito y abigarrado arrebato lésbico del maestro Park Chan-Wook, The Handmaiden. Galardonada con el Premio del Público, la película, de dos horas y media de duración, es la primera incursión de su director en el cine de época y mezcla con maestría thriller, comedia negra, drama romántico y las fantasías eróticas del Marqués de Sade. Ambientada en la Corea de los años 30, durante la colonización japonesa, The Handmaiden narra la historia de una joven que es contratada como mucama de una rica mujer japonesa, quien vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de un tirano. La chica, junto a un estafador que se hace pasar por conde, tiene planeado quedarse con la fortuna de la mujer. El film, rico en retruécanos y sorprendentes giros de guión, es puro goce visual y constituye un paso más en la prolífica, apasionada –y apasionante– filmografía del coreano. En The Handmaiden, irónica y sorprendentemente entretenida a pesar de su metraje, hallamos algunos de los mayores logros estéticos de la carrera de Chan-Wook, quien nos brinda un exquisito banquete para mirones, rodado con una convicción, autoridad, ética y estética de auténtico maestro. El director ama el riesgo y sus resbaladizas zonas de influencia, y es en este terreno donde sitúa, una vez más, su ficción. Habitual de los saltos mortales sin red, Chan-Wook nos sumerge en un febril y extenuante periplo plagado de erotismo, deseo, violencia y locura. Su obra, ya lo sabemos, es poesía visual y elocuencia, sin dobles lecturas ni matices. Es pasión, arrebato, arte y, por encima de todo, cine. En mayúsculas.
The Neon Demon (Nicolas Winding Refn)
Inmersos ya en el ocaso del Festival, tuvimos ocasión de visionar la que sea, quizás, la película más controvertida del año. La que despierta fervientes adhesiones o rechazos sin paliativos. La que no admite medias tintas. Una propuesta radical e insomne que fue salvajemente vapuleada en el pasado Festival de Cannes. En Sitges ha encontrado su público y su sector entre la crítica –galardón incluido–. Hablamos de la última criatura del director danés Nicolas Winding Refn (Drive, Sólo Dios perdona): The Neon Demon. En esta ocasión, el director posa su mirada en el mundo de la moda y muestra los pasos de una joven recién llegada a Los Ángeles que pretende conquistar su sueño: ser una supermodelo. Es obvia la opinión que tiene el director del mundo que retrata: un universo con un envoltorio de auténtico lujo, pero vacío, desalmado y demencial por dentro. Justo lo que es su película. En este sentido, tiene la coartada perfecta y la propuesta resulta totalmente coherente. The Neon Demon es un prodigio visual y sonoro –una vez más, sensacional banda sonora de Cliff Martinez– pero un despropósito a nivel interno, en cuanto a guión, lógica narrativa o andamiaje. Corresponde a cada espectador decidir si la película es un puro desvarío, psicotrópico y caprichoso, o si actúa como perfecta metáfora de la realidad que pretende denunciar. Uno, incapaz de decantarse por ninguna de las dos opciones, opta por ambas. En definitiva, nos hallamos ante un artefacto más cercano a Sólo Dios perdona que a Drive; es visualmente apabullante, estilizadísima, provocadora, narcisista y superficial. De atmósfera insana y lisérgica. Una oscura pesadilla cosida con hilos de oro. Haute couture.
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