«Incendios» de amor y de odio en guerra permanente con Nuria Espert y Laia Marull
Por Horacio Otheguy Ribeira
Incendios, escrita por un libanés-canadiense, da la vuelta al mundo como una de las obras maestras del teatro contemporáneo donde seres desvalidos se van haciendo fuertes a medida que descubren el horror que padecieron sus ancestros. Un montaje dirigido por Mario Gas con rigor y suma delicadeza, bordeando el cine de aventuras, ahondando en el profundo melodrama que tan bien conoce —después de haber dirigido obras de Eugene O´Neill, Arthur Miller, Tony Kushner, Martin McDonagh, Stephen Sondheim—, y atravesando con la exactitud de un célebre cirujano el árido tinglado de la denuncia social.
Hermanos gemelos avanzan a tientas por los secretos más oscuros de una familia en tiempos de guerra. Lo que ocurrió ha de ser descubierto por ellos mismos, según el testamento de su madre que acaba de morir. Con este punto de partida, se ha realizado una puesta en escena de magnética riqueza plástica y sinfónica, pues las voces de sus ocho admirables intérpretes se escuchan como un concierto que cumple con todas las exigencias de armonía.
El teatro se suma al cine logrando un paulatino crecimiento dramático. Un espectáculo que se sigue como una superproducción histórica que nunca pierde interés a lo largo de 3 horas en las que Laia Marull compone con gran talento a la protagonista en su difícil periplo que va de la excitante adolescencia a la dramática madurez, hasta que en su vejez asume el papel la serena sabiduría de Nuria Espert, ambas maravillosamente guiadas por un grandioso Ramón Barea: grandeza en la elaboración de los pequeños detalles, en un notario esencial en la historia, siempre con su cuota de singular misterio, hombre de apariencias sencillas contrarias a su acción. Detrás de sus complacientes «por supuesto, por supuesto», un tipo valiente, cabal, que llama a las puertas más hostiles, que encuentra tumbas y socorre otras, en un devenir de angustias que lo mismo se desatan en llanto que abren caminos insólitos. Tras este coprotagonista esencial, el mismo actor se ocupa de otros tres breves personajes fundamentales en el desarrollo de la historia. Cada aparición, un portento.
Incendios, de Wajdi Mouawad vuelve a Madrid, esta vez dirigida por Mario Gas, quien como director del Teatro Español hizo posible que en 2008 se estrenara la versión original dirigida por su autor, en francés con sobretítulos en castellano. Once funciones con un éxito inesperado que acabó con el cartel de «No hay más localidades». Mucha gente se quedó sin verla, así que en Matadero-Naves del Español, volvió a programarse tal cual, con la misma producción canadiense en 2010. Al año siguiente se estrenó en España la película de Denis Villeneuve (Prisioneros, Sicario…), distintas versiones para una misma causa, exhibiendo las consecuencias monstruosas de una guerra civil.
Acción, reflexión, melodrama, teatro psicológico y político con una estética visual sin estridencias para el emotivo desarrollo de Incendios: una serie de situaciones desgarradoras que se representan con sucesión de sorpresas y matices propios de un director que logra equilibrar lo pasional con lo intelectual, sin que desentone ninguno de sus muchos elementos intermedios, lo que se consigue tras un arduo trabajo de selección y plasmación posterior.
Provoca en el espectador la posibilidad (¡tan brechtiana!) de sentir y pensar en una producción sobresaliente, incluso para quienes vimos la función dirigida por el autor; he aquí una nueva panorámica que permite entrar en el singular universo del escritor donde lucha a brazo partido con sus propios fantasmas y los de las guerras de Oriente Medio. Se descubren nuevas facetas, y después se puede complementar con la excelente película en dvd.
A diferencia del lema «Sólo la violencia ayuda allí donde la violencia impera», Incendios propone un alto en el camino: el esfuerzo por alcanzar una superación del odio para romper el vicioso círculo destructivo padecido durante generaciones. La actitud que aquí se sostiene en el mandato de la abuela de la protagonista poco antes de morir tiene referencias históricas, como la de Nelson Mandela en Sudáfrica después de años de matanzas de la minoría blanca sobre la población negra mayoritaria y el propio líder encarcelado durante 25 años. Ya en libertad apoyó los polémicos tribunales donde se perdonaba a los torturadores del régimen a condición de que se arrepintieran públicamente. Más cerca en el tiempo, recientemente en Colombia se intentó la conversión política de la guerrilla combatiente durante medio siglo, para ello se hizo un referéndum que dio negativo por parte de la población. Sin embargo, tras un alto porcentaje de abstención hubo un amplio sector que votó a favor. Fue el sector de la población que más padeció la violencia imperante.
Esta versión omite —o pasa fugazmente— por las acciones reales sobre las que se sustenta la pieza original. Al propio autor le interesa el carácter universal del conflicto bélico y el sufrimiento de sus anónimos habitantes. Pero la representación adquiere una importancia mayor si sabemos más al respecto. La realidad hace que la ficción histórica creada en Incendios aumente su de por sí valioso testimonio:
Los hechos narrados transcurren durante la guerra civil libanesa de los años 70, en la cual facciones musulmanas y cristianas emprendieron duros combates. El conflicto duró quince años y se cobró más de 200.000 muertos. Estados Unidos, Israel y Siria participaron activamente en los enfrentamientos, por este motivo se la denomina “la guerra de otros países en suelo libanés”. Hubo mayor ensañamiento por parte del sector cristiano, en una ocasión apoyado por el gobierno de Israel, país que también se ocupó de invadirlo en una ocasión (ocupación de la que acabó retirándose), y tras unos años lo volvió a intentar, fracasando en el intento, no sin antes lograr toda la devastación que pudo. Los enfrentamientos internos continúan en la actualidad.
Wajdi Mouawad nació en Beirut, Líbano, en octubre de 1968, con 4 años vivió con su familia en el exilio en París y luego en Canadá donde ha realizado toda su carrera. Traducido a más de 20 lenguas, nació en Líbano en 1968, pero desde los 9 años es ciudadano canadiense, donde inicia una gran trayectoria en el mundo del teatro como autor, director y actor, así como también novelista. Muy joven comienza a tener eco en Europa, y de hecho, Incendies ha sido estrenada por él mismo dirigida en 2003, producción que llevó a varios países.
Una mujer acaba de morir y hoy abre la puerta a su silencio y a sus secretos. Deja a sus gemelos un traje de tela verde, un cuaderno rojo y dos sobres que son como dos cajas de Pandora de las que surgen males y maravillas, y cuyo contenido les va a arrastrar a una fabulosa odisea, hacia un continente lejano, hacia un pasado desconocido, hacia un segundo nacer.
Incendios
Intérpretes (por orden de aparición):
Ramón Barea – Hermile Lebel, El Médico, Abdessamad, Malak; Álex García – Simon y El guía; Carlota Olcina – Jeanne; Alberto Iglesias – Ralph, Antoine, Miliciano, El conserje, El hombre, Chamseddine; Laia Marull – Nawal joven; Edu Soto – Wahab, Nihad; Nuria Espert – Jihane, Nazira, Nawal; Lucía Barrado – Elhame, Sawda
Escenografía Carl Fillion
Escenógrafa asociada Anna Tusell
Vestuario Antonio Belart
Videoescena Álvaro Luna
Espacio sonoro Orestes Gas
Iluminación Felipe Ramos
Fotografías Ros Ribas
Ayudante vestuario Cristina Martínez
Ayudante de dirección Montse Tixé
Teatro de La Abadía. Sala Juan de la Cruz
Del 14 de septiembre al 30 de octubre de 2016. Localidades agotadas.
En noviembre 2016 comienza larga gira, bien detallada en esta web.
Nuevas fechas en LA Abadía ya a la venta: del 21 de junio al 16 de julio de 2017
Y del 7 de septiembre al 8 de octubre de 2017
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