Desde Londres: circo y hip hop reunidos en un solo espectáculo: «iD» de Cirque Éloize

Por Eloy Palazón

Cuando Jeannot Painchaud, presidente y director artístico de Cirque Éloize, visitó Corea quedó intelectualmente noqueado por la intensa escena de hip hop que el país oriental había desarrollado en los últimos años. Según Painchaud,

Cuando fui a Corea quedé fascinado por la vibrante ciudad y los edificios, que tenían su impacto en el baile de aquellos artistas de la calle. Al mismo tiempo, estaba al tanto de la danza europea. Estaba fascinado por la energía de esos jóvenes, quienes, desde un conocimiento callejero, luchaban por estar en un escenario. Me recuerda a la manera en la que, hace veinte años, hacíamos circo. Todos éramos artistas de la calle, de hecho yo lo era y eso explica mi historia.

Y es que iD habla precisamente de la identidad en la ciudad, un ente en continua metamorfosis. La sinergia entre distintas disciplinas ha tenido siempre un gran interés por parte de los responsables del Cirque Éloize, una compañía circense fundada en Montréal en 1993, pero que cuenta con un elenco de lo más internacional. Canadá es precisamente uno de los países, junto con Francia, más punteros en este arte del circo. De allí no sólo proviene esta compañía. Otras tan importantes en estas artes escénicas como Les sept doigts de la main, quienes estuvieron el año pasado en Circo Price, o la más famosas de todas, Cirque du soleil se originaron y mantienen su actividad en el pais norteamericano. iD está hasta el 8 de octubre en el Teatro Peacock. En el escenario participan artistas del circo y del street dance provenientes de países muy dispares: España, Polonia, Estados Unidos, Canadá, México y Francia.

Lo más interesante del espectáculo es la forma tan natural de presentar esos dos mundos, aparentemente diferentes, en un escenario común y hacerlo de tal forma que se hacen visibles las enormes similitudes que tienen. Y es que, el hip hop y, en general, el street dance, beben de ciertas habilidades circenses. Ciertos movimientos del hip hop, como backflips (una voltereta hacía atrás en el aire), headspins (giro sobre tu propio eje utilizando la cabeza como base en el suelo) o handstands (lo que en español se conoce como hacer el pino) requieren de una importante habilidad acrobática. Es realmente sugerente el diálogo entre la contorsionista y el b-boy, el skater  y la artista de telas aéreas, o el de straps y el b-boy. Realmente en estos dúos se entienden las profundas raíces comunes que tienen ambas artes escénicas.

De enorme dificultad los ejercicios de verticales sobre sillas, que, montadas unas sobre otras, llegan casi al techo. El dúo entre la contorsionista y el b-boy fue uno de los números más destacables, dando a entender las variaciones que había entre los mismos movimientos de ambas artes: los  splits o spagts (apertura completa de las piernas en el suelo) se quiebran en la pierna trasera en el caso del break, o cuando tras el backbend (arquear la espalda en sentido contrario al habitual, hasta que de este modo se pongan en contacto los pies con la cabeza) los pies rodean el cuerpo para volver a su posición inicial se pone en diálogo con el headspin. Por el contrario, el dúo con los straps fue bastante pobre: fue casi un ejercicio de suelo, los enrosques comenzaron con las cintas medio enroscadas y el diálogo fue bastante  errante.

En general, la puesta en escena parte de una idea muy potente, pero no explota todas las posibilidades de la sinergia. Como espectáculo está bien, como tesis, carente de desarrollo.  La cuestión de la identidad queda diluida y apenas se ve en el decorado del escenario. El nivel de dificultad es fluctuante, pero hay ejercicios muy diversos: bicicleta, palo chino, patines, break dance, malabares, contorsionismo, acrobacias, verticales… Es decir, un espectáculo muy completo, pero algo disperso.

Teatro Peacock (Londres). Hasta el 8 de octubre

Director: Jeannot Painchaud

Web del espectáculo en el Teatro Peacock: http://www.sadlerswells.com/whats-on/2016/cirque-eloize-id/