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Paula Iwasaki es una hipnótica «Villana de Getafe» en muy festiva versión de la Joven Compañía

Por Horacio Otheguy Riveira

 

Se pueden romper los cánones de los clásicos y lograr un híbrido de tiempos con mensaje actual sin apenas alterar el lenguaje original. Se ha hecho muchas veces con desigual fortuna y, en general, demasiados estropicios: he aquí un modelo de adaptación en todos los aspectos. Tan brillante y bien interpretado que genera regocijo escuchar el texto, las voces de los intérpretes y seguir, embelesado, el ritmo audiovisual de todo el conjunto. Lope de Vega resucita una vez más, gracias al talento de mucha gente en esta cuarta generación de la Joven Compañía de Teatro Clásico, esta vez bajo la dirección de Roberto Cerdá y el hipnótico protagonismo de Paula Iwasaki.

 

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Fuego fatuo, fuego perdurable, la extraña complicidad del amor, según Lope de Vega (Mikel Aróstegui, Paula Iwasaki: una pareja explosiva).

 

Una versión que pasa de la época original y se toma muchas libertades a contracorriente del clasicismo de Lope de Vega, al tiempo que produce un espléndido festival lopeísta. Como si tuviéramos a nuestro lado al autor, disfrutando de que al fin las correrías de sus febriles y canallescos hombres y mujeres se muestren en ropa interior, en lances constantes de ardores juveniles y no tanto, de besos que se enlazan en un mar de cinismo de burgueses que no saben qué es cierto y qué es falso, hasta que llega la vibrante, enérgica y dulcísima «Villana de Getafe» interpretada por Paula Iwasaki con unas condiciones que harán historia en su carrera y en la de la propia Compañía.

 

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No hay ambientación alguna de la época original, tampoco es que se sumerja en esta de ahora, porque los tiempos modernos que se han barajado pertenecen a los 50-60 con ligeros toques de actualidad, en un marco en el que todo cabe, todo vale, dentro de un maremágnum de excesos tanto en la adaptación como en la dirección: excesos muy bien implantados, «pases de rosca» en texto y puesta en escena que se agradecen porque entre unos y otros consiguen crear un vertiginoso juego en el que Lope de Vega brilla con irresistible energía.

Cuarta generación de una Joven Compañía de contagioso brío juvenil y una protagonista que recuerda el lanzamiento sensacional de Eva Rufo con otro Lope extraordinario, el de Las bizarrías de Belisa (versión y dirección de Eduardo Vasco en 2007): Paula Iwasaki —a lo largo de dos horas muy intensas física y emocionalmente— es la adorable criatura femenina característica de Lope, el creador en toda la historia del teatro español que mayor cantidad de obras ha dedicado a protagonistas femeninas, abarcando muchas facetas, rendido enamorado en busca del amor más completo hasta el último suspiro.

Lope, tan divertido en los textos, tan tragicómico en sus aventuras amorosas, se hubiera rendido a esta preciosa, astuta, dura y sensible criatura, la pobre Inés, pobre su monedero, pobre su linaje, tan rica en amores como en claros objetivos, capaz ella sola de desbaratar varios planes de señoritos y señoritas con ardientes pasiones que les duran menos que el fuego de una cerilla. Y también capaz de unir a su impulso emotivo buena dosis de picaresca para conseguir a su guapo galán (Mikel Aróstegui, espléndido en su versión de un seductor acrobático y tontorrón).

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El resultado es fascinante desde el punto de partida del texto, fluido, felizmente embarcado en una comedia de enredos de compleja estructura. La escenografía, al primer golpe de vista es de un feísmo que echa para atrás, pero pronto establece un referente audiovisual de excepcional riqueza: un ámbito que permite muchos otros, pero que sobre todo tiene la virtud de concebir un espacio de planta baja y dos plantas. Y en la zona de arriba comienza la función con el final de un encuentro sexual con sus gemidos y orgasmos compartidos: lujuriosa doña Ana (con una Ariana Martínez radiante siempre en su papel de frívola incansable), con negros sujetador y braguita, y don Félix (el seductor por antonomasia de Mikel Aróstegui) de torso desnudo pero con pantalón largo. Su vestimenta no es por pudor, sino porque con el ajetreo amoroso y su falsa gimnasia teatral se inicia una representación donde el juego del teatro en el teatro con ráfagas de eficacísimos efectos cinematográficos, y situaciones simultáneas sin palabras, permite un mayor acercamiento al meollo de esta tensa, dramática obsesión de ricos que lo devoran todo entre juergas y posesiones económicas, frente a unos pocos pobres que han de ingeniárselas con gran habilidad para no sucumbir en el voluptuoso intento de ser seducidos, usados, explotados y finalmente destruidos. En el gran espectáculo, en buena medida musical, confluyen la diversión y el drama de fondo con logros escénicos constantes.

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El armónico colorido de la ropa es un elemento más de enriquecimiento de situaciones y personajes, con algunos momentos especialmente impactantes como en la secuencia en que surge de pronto una parodia de Romeo y Julieta: gran actuación de Aróstegui intentando trepar hacia un balcón con dominio acrobático enfundado en un traje de los de chaqueta y corbata de una elasticidad asombrosa. La combinación de circo y music hall, con la comedia vodevilesca con sus correrías a través de puertas y ventanas, remata con el toque divertidísimo de la muchacha que engaña a todos transformándose en un hombre poderoso que viene de México.

Unos y otros, seguidos de cerca por la música original del maestro Mariano Marín, se complacen en invitarnos a disfrutar a lo grande de esta Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico con un equipo forjado en diversas escuelas de teatro y experiencia suficiente como para prometernos muchas veladas de similar calidad, que en este caso además cuenta con el lujo de dos colaboraciones de aúpa: Sergio Otegui y Pepa Pedroche, veteranos que acompañan a estos chicos lanzados audazmente a un más difícil todavía con la red de grandes profesionales enseñándoles el mejor de los caminos.

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PAULA01_357_535_90La villana de Getafe

Autor: Lope de Vega

Versión: Yolanda Pallín 

Dirección: Roberto Cerdá

Intérpretes (por orden de intervención): Ariana Martínez, Mikel Aróstegui, Marçal Bayona, Raquel Varela, Paula Iwasaki (foto), Carlos Serrano, José Fernández, Almagro San Miguel, Alejandro Pau, Miguel Ángel Amor, Loreto Mauleón, Nieves Soria, Marina Mulet, Alfredo Noval, Pablo Béjar, Sergio Otegui, Pepa Pedroche

Escenografía y vestuario: Ana Garay

Iluminación: Pedro Yagüe

Asesor de verso: Vicente Fuentes

Movimiento escénico y coreográfico: Marta Gómez

Creación audiovisual: Tolo Ferrà

Percusiones grabadas: Pablo Martín Jones

Composición musical: Mariano Marín

Teatro de la Comedia. Compañía Nacional de Teatro Clásico. Hasta el 12 de junio de 2016

 

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