Daniel Llull, dramaturgo: «El teatro debe ser transformador de la sociedad»
Por Mariano Velasco
Actor, director, dramaturgo y pedagogo, Daniel Llull no para quieto. Su actividad continua como creador le lleva, si no a vencer, sí al menos a sortear las dificultades propias del actual panorama teatral, en lo que dice que es una carrera de fondo en la que muchos talentos se quedan por el camino. Ha estrenado recientemente dos obras en Madrid y prepara para mayo la presentación de “Cardiopatías”, su trabajo más personal. Habla para CULTURAMAS de creatividad, de nuevas tecnologías, del contacto del creador con el público, del exceso de información en la sociedad actual y, sobre todo, de teatro, un medio que considera necesario para cambiar nuestras vidas.
El teatro es punto de encuentro de personas y debe ser transformador de la sociedad
Nacido en La Coruña en 1973, especialista en improvisación teatral, teatro gestual y comedia del arte, Daniel Llull colabora con diversas compañías teatrales y además de participar como actor en más de veinte espectáculos, ha escrito y dirigido otra decena de producciones, entre las que destacan “No me acuerdo, una historia sobre la memoria” (2012), “JOB!” (2013), “Mentira cochina” (2014), “El Experimento de PrimitalBros” (2014) y “VERSUS, una revolución improvisada” (2015). Este año ha estrenado “Opening”, escrita y dirigida por él mismo y “El hombre que casi conoció a Nacho Vegas”, con texto de Juan Expósito. Actualmente prepara su próximo estreno, “Cardiopatías”, que verá la luz en mayo dentro del Festival SURGE Madrid en la Sala Tarambana.
Pregunta: Eres artista polifacético, actor, director, escritor, e incluso pintor. ¿Qué faceta de tu personalidad artística elegirías para definirte y cuál es la que más te interesa actualmente?
Respuesta: Me considero un hombre de teatro. Para mí, cada proyecto es una aventura diferente y todas esas facetas caminan de la mano. Me interesa la creación en sentido amplio, y esta puede partir desde el actor, desde el director o desde el texto, así que procuro situarme en el lugar donde pueda aportar más a cada proyecto. La pintura es una cosa nueva que ha nacido a partir de Opening, una obra que habla del mundo del arte y me parecía importante experimentar en ese campo.
P: “Opening”, representada recientemente en la Sala Tarambana de Madrid, es una reflexión sobre el arte, sobre el agotamiento de las formas de expresión y sobre el surgimiento de nuevas maneras de creatividad. ¿Cómo resumirías el momento actual del arte y del teatro? ¿Hay ahora mismo más agotamiento o más creatividad?
R: Sin ánimo de ser pesimista, creo que hay más agotamiento que creatividad. Sufrimos una especie de mercantilización terrible que está haciendo que los creadores se arriesguen menos y se busquen fórmulas que vendan, que funcionen, para que las compañías y los espacios escénicos puedan sobrevivir. El gran público demanda más entretenimiento y eso nos sitúa en el mismo cajón de sastre que la televisión, el fútbol o los bares de copas. Los creadores no debemos dejarnos arrastrar por esa tendencia o mucho me temo que perderemos la batalla contra los mass media. Sin embargo, hay mucha gente que continúa haciendo cosas muy interesantes a pesar de las dificultades.
P: ¿Cómo crees que está influyendo en el mundo del teatro el desarrollo de las nuevas tecnologías?
R: La tecnología ofrece la posibilidad de explorar nuevos lenguajes teatrales, sin duda. A veces se cae en el puro efectismo, y otras veces dan lugar a verdaderas genialidades en las que se mezclan tecnología y teatralidad. Personalmente, creo que el teatro se fundamenta en la relación directa del espectador y el actor. Hay una empatía que se genera en el encuentro persona a persona que también sucede entre el espectador y el actor, y eso es difícilmente sustituible por la tecnología. Por eso creo que el teatro engancha más que otros medios de expresión como la televisión o el cine.
P: Precisamente, para un creador el contacto con el lector/público/espectador… es hoy mucho más inmediato y directo que antes. ¿Crees que es positivo, que abre nuevas puertas o lo ves en cambio desde la postura incómoda del creador que puede llegar a sentirse “agredido”?
R: Es muy positivo. Necesitamos volver a conectar con el público para compartir con él nuestra creación más allá de la sala. Para mí es fundamental el momento de encuentro post-espectáculo, que siempre se ha hecho en el bar, y hoy en día, que estamos tan conectados, ese momento se puede extender aún más a través de los comentarios positivos y negativos que el espectador puede hacerte sobre tu obra. Incluso puede generar más trabajo.
P: Otra característica del momento actual es la cantidad de mensajes y comunicación que recibimos por muchos canales y a todas horas. ¿Lo consideras positivo o puede resultar perjudicial tal abundancia de información?
R: Las nuevas tecnologías suponen una enorme cantidad de información para el espectador, cosa que nos favorece y nos perjudica a partes iguales. En el teatro siempre ha sido fundamental, como medio de difusión, lo que llamamos el boca a boca, que podríamos traducir, hablando de tecnologías, en entradas y comentarios en redes. Es una herramienta mucho más potente que el cartel o la publicidad, por ejemplo. Al mismo tiempo, nos perjudica el exceso de información en el que se pierde muchas veces nuestro trabajo, que no es visible para el gran público. Además, ese exceso de información nos ha convertido en consumidores voraces hasta el punto que ya un video de tres minutos nos resulta demasiado largo. ¿Cómo convencer a alguien entonces de que se siente a ver una obra de una hora y media de duración?
P: Si tuvieras que optar por una respuesta lo más directa y sencilla posible, ¿para qué dirías que sirve el teatro en la sociedad de hoy?
R: El teatro es un punto de encuentro de las personas. Y por eso es transformador. Debe hacernos reflexionar juntos, desde la risa o desde la tragedia, para cambiar nuestras vidas y nuestra sociedad.
P: En “El Hombre que conoció a Nacho Vegas”, el último texto ajeno que has dirigido, te enfrentabas a varios retos, y uno de ellos era la difícil prueba de mantener a un solo actor en el escenario durante toda la obra. ¿Cuáles son las claves para que un montaje así funcione?
R: Lo primero y más importante para mí es encontrar la relación del personaje con el público. ¿Para qué le cuenta todo eso? ¿Qué importancia tiene que el público esté ahí sentado? Después intentamos crear un viaje a través de muchos pequeños mundos y emociones en el que el público nos acompañe disfrutando de paisajes muy distintos unos de otros.
P: ¿Qué opinión te merece, como hombre de escena, esa comparación tan habitual últimamente entre la política y el teatro? Después de lo visto en los últimos meses, ¿no supone en cierta manera un desprestigio para el teatro ser comparado con la política?
R: Antes decía que para mí el teatro es un punto de encuentro entre las personas y que por ello debe ser transformador del ser humano y de la sociedad. La política debería ser también algo así, aunque en otros aspectos de la vida. En los inicios del teatro, en la antigua Grecia, el teatro, la educación de la ciudadanía y, por ende, la política estaban muy ligadas, de hecho. No obstante, me temo que nuestros políticos actuales se acercan más al concepto romano, de la Roma imperial, un concepto de entretenimiento. Entretenimiento, negocio y propaganda. Poco que ver con lo que yo pienso que debe ser el teatro.
P: Uno, que siempre ha creído firmemente en el enorme valor educativo del teatro, echa en falta un mayor peso de este en nuestra escuela y, en general, en el mundo educativo. Tú que también eres pedagogo, ¿qué crees que se podría hacer al respecto?
El teatro siempre ha formado parte de mi vida educativa, en el colegio, en el instituto y en la universidad he participado en grupos de teatro. Estaba presente. No sé si ahora ya no hay hueco para el mismo en el sistema educativo que tenemos o quedan pocos educadores en los centros de enseñanza que lo valoren como antes. Sin embargo, las capacidades creativas se demandan cada vez más en el mundo laboral y muchos de mis alumnos adultos se apuntan a mis clases de improvisación para desarrollarlas. Supongo que hace falta cambiar el enfoque de nuestro sistema de enseñanza fomentando formas de enseñar que vayan más allá del aprendizaje de contenidos, en las que las artes escénicas tienen mucho que aportar. Además, no debemos olvidar que los niños de ahora son el público potencial del mañana.
P: Pese a la crisis actual, el IVA cultural y todo lo que ello supone, el teatro parece atravesar un momento de esplendor, al menos en lo que respecta a la abundancia de obras en salas pequeñas. ¿Es una sensación engañosa y en realidad las cosas están muy mal, es una manera de buscar alternativas, es un intento desesperado de salir adelante… cómo lo ves tú?
R: La crisis o, más bien, esta mercantilización de todo, ha atomizado en las grandes ciudades como Madrid el panorama teatral. Las salas multiprograman para poder sobrevivir, los equipos artísticos y las producciones cada vez son más pequeñas para poder hacer de este oficio algo medianamente rentable y el público busca el descuento en internet antes de arriesgarse a pagar una entrada por un espectáculo que pueda no gustarle. Hemos asistido a la apertura y cierre de varios espacios que no han aguantado la situación, y al nacimiento, cada vez más habitual, de compañías de una sola producción. Los profesionales del teatro malvivimos en este circuito pequeño. Estoy seguro de que saldremos adelante, pero la situación no es fácil y se parece a una carrera de fondo en la que muchos talentos, me temo, se van a quedar por el camino.
P: Hablando del momento actual, ¿qué nos ofrecerá Daniel Llull en el futuro más inmediato?
R: Estoy terminando de dirigir un nuevo espectáculo, “Cardiopatías”, que se estrenará en mayo dentro de la programación del festival SURGE Madrid en Sala Tarambana. Es un texto que escribí hace más de un año y al que le tengo un cariño especial. Como puedes imaginar, habla de amor y de lo inevitable que es en el ser humano, a pesar del sufrimiento que a veces nos causa. Es una gran apuesta para la que me he rodeado de un equipo de profesionales maravilloso, empezando por los actores, Txema de Martín y Alexandra Calvo, por lo que estoy seguro que dará mucho que hablar.
Cardiopatías se podrá ver del 11 al 14 de mayo en La Sala Tarambana, dentro del Festival SURGE Madrid.