Lidia Navarro en ‘Un dios salvaje’: “Tengo un personaje que va del máximo control al descontrol total»
Por Yolanda Moreno
Un niño golpea a otro con un palo en un parque. Tras la pelea, los padres de la ‘víctima’ invitan a su casa a los padres del ‘matón’ para resolver el conflicto. Pero lo que comienza como una conversación de lo más cordial y civilizada, termina convirtiéndose en un auténtico caos, a medida que los padres revelan sus ridículas contradicciones y prejuicios sociales. Un dios salvaje, comedia negra de la escritora francesa Yasmina Reza, podrá verse en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid hasta el 24 de abril.
Lidia Navarro interpreta a Veronique, la madre del niño herido. La actriz cuenta con una amplia trayectoria profesional, tanto en teatro como en cine y televisión. En la gran pantalla ha protagonizado recientemente Me amarás sobre todas las cosas de Chema de la Peña, y en televisión destaca su papel protagonista en Herederos. En teatro ha destacado en Ejecución hipotecaria, Verano y Nada tras la puerta, y en breve estrenará en el Teatro Español Quijote. Femenino. Plural).
¿Qué tal ha sido la acogida desde el estreno el 4 de marzo?
Muy buena. La gente se lo pasa muy bien. El público va arrancando, estamos en un teatro que es muy grande, y muy bien. Lo pasamos fenomenalmente haciéndola y creemos que el público lo pasa muy bien viéndola.
¿Cómo defines esta obra?
La estamos definiendo como comedia salvaje, porque la cosa empieza así como civilizada y correcta, y en un momento dado se dispara todo. Son unos personajes que se encuentran en una situación inusual, porque uno de los niños le ha pegado con un palo al otro. La cosa ha sido muy gorda y una de las dos familias decide solucionar el asunto de manera civilizada. Al final la reflexión es que igual los niños en sus comportamientos primarios son bastantes más civilizados que los adultos.
¿Esa sería la moraleja?
Sí, porque en realidad están todos los filtros sociales. Uno de los personajes habla de que piensa que estamos dominados por un dios salvaje y que no hay nada que hacer, que ha sido así desde el principio de los tiempos y seguirá siendo así siempre.
¿Crees que los padres de hoy en día se pueden ver identificados de alguna manera con la obra?
Sí. Yo soy madre, el otro día vino la directora del colegio de mi hijo a verla y comentó que sí que es una obra que deberían ver los padres. Y yo creo que sí, que hay bastantes cuestiones que un padre de un niño de más o menos esa edad, de unos 11 años, puede entender perfectamente.
¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito esta obra de la escritora Yasmina Reza? Ha recibido numerosos premios y buenas críticas desde su estreno en París.
Sobre todo porque es un texto fantástico, está muy bien escrito, y los personajes son súper ricos, con los que todo el mundo se siente reconocido con algo de lo que tienen. Pero no es una obra de trazo grueso, tiene bastante profundidad en lo que son los personajes y cómo los construye, cómo lleva la trama, cómo va consiguiendo el despropósito que se forma en esa casa. El otro día vino un niño de diez años a ver la obra y es curioso porque preguntó: “¿pero quiénes son los malos?”. Al final está todo muy descolocado, hay comportamientos humanos y más o menos absurdos.
Háblanos de tu personaje Veronique. ¿Cómo es?
Veronique es una mujer aparentemente muy civilizada que trata de tener el control de todo. Y precisamente le ocurre lo que yo creo que pasa con la gente controladora, que intenta siempre medirlo todo y tenerlo todo bajo el control de su cerebro. Ella es como la salvadora de las causas perdidas, la que escribe sobre África, muy comprometida, pero en el fondo tiene una parte impulsiva e irracional que también acaba dominándola.
Se supone que es la más políticamente correcta y la primera que pierde los estribos.
De hecho, desde el comienzo es suya la idea de arreglar la cuestión de una manera lo más correcta posible, en lugar de lo que sería el impulso natural y primero que puede ser el hecho de ir a enfrentarte con la otra familia. Ella decide que deben tener un encuentro cordial, y que los niños hablen de ello. Hablar los padres de lo sucedido y solucionarlo así. Pero, claro, cuando vas quitando capas se descubre que en realidad siente lo mismo que otros sienten y lo dicen abiertamente.
Incluso tu personaje llega a decir que es el peor día de su vida.
Sí, empieza a decirlo el mío y acaban diciéndolo todos. A partir de este conflicto se descubren también muchas cosas familiares, de las relaciones matrimoniales, cómo lo construyen todo de una manera aparentemente correcta y luego lo que subyace en todo ello.
¿Qué pensaste cuando te ofrecieron este papel?
Me encantó la idea porque me parece un personaje maravilloso. Creo que el texto está muy bien, y siempre como actor es un regalo tener un buen texto. Es un personaje con el que me lo paso muy bien porque pasa por todo, de ser una persona civilizada a ser una persona absolutamente incivilizada en la que se convierte al final.
Un dios salvaje se estrenó en los escenarios españoles en 2008. Aitana Sánchez-Gijón hizo el papel de Veronique. Luego la obra también pasó al cine con la dirección de Roman Polanski. ¿Es una responsabilidad volver a estrenar en España con estos precedentes o influye de alguna manera?
Siempre comentamos que las comparaciones son odiosas, y sobre todo es que nuestras referencias son los grandes. Tenemos la película que está dirigida nada más y nada menos que por Polanski, y mi personaje sin ir más lejos lo hace Jodie Foster. Cuando se estrena en Francia el texto por primera vez el personaje de Veronique lo hace Isabelle Huppert, y en España Aitana Sánchez-Gijón, aparte del resto del elenco. Pero bueno la verdad es que no he acudido mucho a las referencias, porque a mí me divierte más crear sobre la marcha. Y ahora sí que las he ido mirando e ido viendo cosas, y creo que son propuestas diferentes, pero es verdad que el texto es lo que es, al final hay fuerza muy poderosa que está bajo todo ello, que te arrastra y que está muy bien.
¿Esta versión es diferente?
Es verdad que la edad de los personajes se ha bajado un poco, el conflicto de los niños es menor, y al final son maneras de plantear una dirección y de enfrentarse a un texto. Yo creo que en la esencia no hay grandes cambios, en la forma puede ser que sí, pero cuando hay un texto bueno al final todo el mundo tiende a algo parecido.
Y el trabajo con tus compañeros (Jaime Zataraín, Maia Sur y Fernando Ramallo), ¿qué tal?
Lo pasamos muy bien. Nos lo hemos pasado muy bien en el periodo de ensayos y las funciones las estamos disfrutando muchísimo. Y además es lo que tiene una comedia, que cuando la enfrentas con el público se va midiendo. El primer día te falta esa otra parte que para mí cada vez es más importante. Porque es verdad que escuchar cómo respira el que está viéndola, dónde están las risas y dónde no están, pues al final acaba ajustando muchas cosas, algo que en los ensayos es casi imposible. La verdad es que nos llevamos muy bien y lo pasamos estupendamente. Y con el director Paco Montes. Hay muy buen ambiente y esto siempre se agradece para hacer una comedia, porque si no la cosa es complicada. En definitiva estamos todos en lo mismo, que es sacar un trabajo adelante y lo mejor posible, e intentar que la cosa vaya creciendo. Es verdad que cada día tenemos una aportación nueva, un comentario. En camerinos cuando acaba la función comentamos lo que ha pasado para ver si se puede mejorar alguna parte, si se puede ajustar. Y eso está muy bien, no siempre ocurre.
En el Teatro Nuevo Apolo estaréis hasta finales de abril, ¿luego habrá gira?
Sí, la idea siempre es que haya gira, esperamos que haya. El otro día lo comentábamos y es verdad que es de estas obras que funcionan muy bien en provincias, porque es muy muy divertida. Todos los que hemos hecho muchas giras en todo tipo de circuitos de España, opinamos que al final las comedias se agradecen mucho. La gente está más dispuesta a reírse que a escuchar penas.
¿Qué mensaje darías a nuestros lectores para que vayan a veros?
Tienen que venir a vernos porque es una comedia muy divertida, y que además deja paso a la reflexión. No solo te ríes, sino que sales con una sensación muy agradable. Sales feliz del teatro pero te planteas cosas, y eso me parece también importante.