«La mirada de Eros»: bellísimo espectáculo con Iván Oriola, actor, mimo y mago
Por Horacio Otheguy Riveira
En la preciosa sala Tribueñe todo es posible bajo la dirección de Irina Kouberskaya, que lo mismo se ocupa de un Pinter que de un Lorca o de este Vladimir Nabokov de cuya literatura traducida del ruso, y adaptada a las necesidades escénicas en castellano, surge un espectáculo teatral de gran belleza. La mirada de Eros es una función en la que se desarrolla todo un mundo masculino-femenino de rara delicadeza.
Profunda fusión del verbo literario y la dinámica palabra en acción que reclama el escenario. La armonía de estos elementos cuenta a su favor con un joven actor que se desliza por el relato y lo expande como un cuento fantástico gracias a los matices de su voz, la expresividad de su cuerpo y los impactantes recursos de magia, perfectamente integrados en una puesta en escena de por sí muy sorprendente.
Erwin recorre calles, cafeterías, parques… ningún rincón le es ajeno para soñar con derrotar a un enemigo pertinaz: una terrible timidez que le impide tan siquiera rozar la ansiada piel femenina. Múltiples féminas se desenvuelven a sus ojos con la prestancia y encanto que él les otorga en un sinfín de posibilidades eróticas. Y a tal punto llega la fuerza de su deseo que parece posible la conquista fascinada y fascinante de variopintas damas de su época, comienzos del siglo XX, atravesando a su paso guerras que le dejan suficiente oxígeno como para seguir andando y buscar y estar a punto de alcanzar el éxtasis tan deseado; llega a elegir 13 criaturas celestiales que podrían ponerse a su disposición y a las que él, sin el menor atisbo de arrogante donjuanismo, pondría en sus manos su cuerpo virginal, anhelante y divertido, capaz de deambular por la gran ciudad con suficientes recursos de mago experimentado para convencerlas de que cualquier festín será posible.
La mirada de Eros va acompañada de grabaciones antiguas del último romántico ruso, Serguéi Rachmáninov (1873-1943), entre variadas voces y melodías, así como de una notable sucesión de imágenes del mundo femenino que Erwin atraviesa con su ingenua necesidad de amores intensos sobre la piel sedosa de las más variadas mujeres.
Esta historia de un hombrecillo gris, al borde del ridículo, se desarrolla con un texto muy rico en matices; un hombre en busca de mujeres, incapaz de ninguna seducción real, pero montado en un carrusel de imaginativa correspondencia con mundos intangibles.
En su prodigioso viaje, Iván Oriola procesa una capacidad polifacética relevante que le permite encajar con precisión las líneas directrices de Irina Kouberskaya, creadora de una puesta en escena con mucho de coreografía en la que la mímica del actor encuentra momentos sublimes, así como su respiración acompasada en torno a un texto de gran vitalidad teatral —sin abandonar su riqueza literaria— logra cimas poéticas o humorísticas asombrosas.
A su lado, José Manuel Ramos encarna a una especie de ángel vestido de negro de pies a cabeza, casi siempre mudo, eficaz partenaire, realmente imprescindible para que toda la danza de la soledad y el amor estallen en un bellísimo espectáculo en el que una mera cerilla puede convertirse en fuegos de artificio, y un joven solitario y caprichoso llegar a descubrir que en realidad es «Un niño terror de sus juguetes».
El texto de Vladimir Nabokov (1899-1977) ejerce una influencia también mágica en el espectador, pues su profundo atractivo en el arte de contar historias se plasma con absoluta adoración por el género femenino, cualquiera sea su apariencia y condición en la imaginería de Erwin: un hombrecillo triste a punto de alcanzar la deliciosa piel de esta y aquella otra y la de más allá, convirtiéndonos a todos en buscadores de perlas en un mundo que nunca está a la altura de nuestros sueños.
Gran maestro del detalle, Nabokov parece que ha recogido todo aquello abandonado por nosotros como no necesario, todos los pensamientos, sensaciones y fantasías escondidos en los rincones del cerebro, y los ha amalgamado en su pluma, evidenciando la elementalidad con la cual el hombre suele interpretar este fenómeno llamado vida. Nabokov descubre y resucita. El poeta del no encuentro nos hizo encontrar el mundo mucho más enfocado y enriquecido. (Irina Kouberskaya)
La mirada de Eros
Basada en un cuento de Vladimir Nabokov
Traducción, dramaturgia y dirección: Irina Kouberskaya
Intérpretes: Iván Oriola, José Manuel Ramos
Escenografía: Eduardo Pérez de Carrera
Asesoramiento de vestuario: Hugo Pérez de la Pica
Asesoramiento musical: Mikhail Studyonov
Montaje de imágenes: Antonio Sosa
Diseño de luz: Eduardo Pérez de Carrera y Miguel Pérez-Muñoz
Teatro Tribueñe. Todos los viernes a las 20 horas, desde el 7 de octubre 2016.
Teatro Lara. Sala Cándido Lara, todos los martes a las 22,15 horas, del 4 al 25 de octubre 2016.
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