LA TIERRA DE JULES VERNE
LA TIERRA DE JULES VERNE
Eduardo Martínez de Pisón
Fórcola
Madrid, 2015
391 páginas
INTRODUCCIÓN.
LA VUELTA AL MUNDO EN OCHENTA LIBROS.
“¡Cuántos volcanes, montañas y glaciares poco conocidos quedan aún por estudiar!”
Jules Verne, Viaje al centro de la Tierra (1864).
“¿No es la geografía acaso el paisaje?”
Jules Verne, Claudius Bombarnac, corresponsal de “El Siglo XX” (1892).
“Explorando como curiosos y no como conquistadores.”
Jules Verne, El pueblo aéreo (1901).
Hemos planteado este libro de ensayo como una introducción geográfica al mundo novelesco de Verne, por tanto no a toda su producción literaria sino sólo a la referida a sus decenas y decenas de libros de viajes y aventuras. De este modo dejaremos fuera de nuestros comentarios y divagaciones sus obras muy concretas de historia de la exploración e incluso sus colaboraciones ocasionales de geografía descriptiva, así como sus versiones teatrales, comedias, dramas y operetas. Intentamos, pues, abordar su original tratamiento de la relación entre la abundante e influyente base geográfica de sus relatos, unas veces realista y otras fantástica, sin miedo a su mezcla, y las aventuras que en tales terrenos se despliegan. No es nuestro propósito, claro está, ofrecer un trabajo exhaustivo ni sintético, sino sólo significativo; es decir, tratamos de seleccionar aquellos elementos que expresan sus paisajes preferidos, pues la magnitud de la obra novelesca de Verne no recomienda otro procedimiento en un ensayo geográfico. Así, inevitablemente, dejaremos sin recoger ciertos lugares y fenómenos, pero es el precio para lograr una extensión moderada en nuestro escrito.
Lo exponemos de manera que nos permita pasar de modo gradual de lo general a lo particular: primero, con una consideración alegórica de las geografías fantásticas en general y sus conexiones o digresiones internas; después, con un repaso amplio del sistema de mapas novelescos de Verne, el atlas inventado o su planeta literario; y, finalmente, separando por temas geográficos sus viajes extraordinarios, sus crónicas y sus lugares imaginarios, lo que ocupará la mayor parte de este libro. Las aventuras deberán leerse de primera mano en sus obras, pues no vamos a entrar en análisis argumentales ni en consideraciones literarias, pero vagar sobre la geografía que las sustenta es cosa que sí nos podemos permitir. Así, la selección de personajes, momentos y peripecias es asunto diferente a
nuestro propósito. En cambio, sus escenarios elegidos como cuadros geográficos y como terreno de la acción, claro que nos atañe. No sólo porque este fundamento geográfico tiene importancia medular en el tejido de sus relatos, sino además porque es, sin duda, la “geografía” que más se ha leído en todo el mundo. Hay aquí una tierra inventada que no está en mapas oficiales ni en manuales escolares y hay un propósito de enseñanza de la Tierra, como es y como no es, realmente de dimensión monumental.
Al hacer este repaso recobramos un planeta, existente e inexistente, el “planeta Verne”, y además una Tierra que pasó, que se fue, en los hechos y en los sueños. Incluso muchas de las acciones futuristas vernianas son, por su tratamiento o por su cumplimiento o por su diseño, cosa pasada. Otras quizá estén por llegar, aunque dependerá su posible plasmación de cómo los tiempos nuevos las modelen y concreten. Vamos, pues, a entrar en estas entretenidas divagaciones geográficas y literarias sin desviarnos de nuestro oficio. Por mi parte, es evidente que me complace escribir unas páginas sobre geografía fantástica, y especialmente sobre la creada o recreada por Jules Verne, adaptada a sus novelas de viajes portentosos y aventuras extraordinarias. Espero que el lector también se encuentre a gusto, simbólicamente, claro está, a bordo del carruaje de saltimbanqui con el que César Cascabel emprendió su vuelta a casa de tres mil trescientas veinte leguas.
Este libro de ensayo sobre la geografía verniana –realista o figurada- se fue gestando paulatinamente, primero a la vista de un destartalado atlas francés del siglo XIX, aparentemente muy usado por escolares, que me evocó los recorridos de tantas novelas de nuestro escritor gozosamente leídas y recordadas. Más tarde, a la vuelta de un viaje por la Ruta de la Seda, la Sociedad Geográfica Española me pidió que diera una conferencia contrastando los lugares del itinerario del tren de Claudius Bombarnac ideado por Verne con los parajes reales que hoy se visitan. Luego entró definitivamente Javier Fórcola en el proceso al editar en 2011 un relato mío sobre un viaje por el sector chino de esa Ruta que titulé El largo hilo de seda, donde cité a Bombarnac y su ferrocarril. Creo que esto fue lo que animó a Fórcola a que Mauro Armiño tradujera y anotara esta novela de Verne, Claudius Bombarnac, corresponsal de “El Siglo XX”, y me encargara la redacción de su prólogo, que salió algo más largo de lo habitual. Entrados ya en 2014, emprendió Fórcola, con los mismos traductor y prologuista vocacionales, la edición de otro viaje verniano, César Cascabel, que había sido repetidamente citado en el prólogo de Bombarnac al haber planeado y hecho su recorrido ingente por América y Asia siguiendo los mapas de un atlas de su tiempo, probablemente el mismo de aquella edición que me había sido tan evocadora. Sólo me rogó
que esta vez el prólogo fuera breve. Y, para no desalentarme, me sugirió que, en cambio, hiciera un libro de ensayo sobre Verne y la geografía, lo que no era tan complicado si me servía de los materiales abundantes ya utilizados para Bombarnac y los que habían crecido al concentrarme en Cascabel. Lo pensé poco, reorganicé aquellas páginas sobre Bombarnac, que sumaban varias decenas, fui sucinto en la introducción a Cascabel, amplié el programa a toda la aventura y la geografía vernianas y construí a partir de todo ello esta obra que ahora se edita.