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«Cocina»: un matrimonio se confabula en una intriga criminal de gran interés

Por Horacio Otheguy Riveira

Un suspense arrollador a través de un sobresaliente desarrollo escénico. Un género de serie negra en el que lo que importa es cómo se producen mecanismos que el espectador ignora, a través de dos personajes con los que no hay modo de identificarse, y sin embargo, el talento de autora, director e intérpretes hace posible que jamás dejemos de interesarnos por ellos, hasta el extremo de sentirnos en la piel de su vertiginosa carrera por triunfar a cualquier precio… Admirable producción. Sonia Almarcha en una nueva creación incomparable.

 

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Hay moralidad en juego, situaciones comprometidas, un matrimonio que hace aguas, un hombre débil que se convierte en un monstruo insaciable, y sobre todo una mujer de frialdad exquisita y cinismo a prueba de balas, sin ápice de sensualidad, dispuesta a todo para tener un hijo a sus 45 años…

Entre ambos crece como una espuma terrible un accidente con dramática responsabilidad de uno de ellos, y a partir de allí, su Cocina se convierte en un hervidero de pasiones en el que los espectadores se encuentran atrapados sin deseo de liberarse: ¿hasta dónde seríamos capaces de llegar? ¿Estos personajes despreciables podrían acercarse a una versión contemporánea de los Macbeth? ¿De cuánto miedo, ambición y cinismo seríamos portadores si viviéramos una situación similar? ¿En qué momento crucial, adultos bien establecidos, podríamos convertirnos en seres diabólicos…?

Estas sólo son algunas de las preguntas que germinan en una función teatral de impecable factura, ideada y forjada por gente de teatro con mucha experiencia nacional e internacional, que consolida un género muy poco transitado en España. El noble género negro, el del noir francés, o el anglosajón hard boiled. o la también llamada serie criminal que deja de lado la investigación judicial —aunque su amenaza está omnipresente en atractiva paradoja— porque lo que importa son los personajes en conflicto y el desenmascaramiento de una clase social acomodada, donde sus profesionales se transforman en criminales «de guante blanco».

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María Fernández Ache, autora, y Will Keen, director, ya han trabajado juntos en otras producciones (una de las más impactantes sucedió en 2012, traducción, adaptación, dirección de María con interpretación de Will en Traición, de Harold Pinter); en Cocina investigan las posibilidades de un thriller con formidable suspense para exhibir el crimen que yace en las fauces de la hipocresía y el resentimiento, hasta explayarse en un juego siniestro.

Todo sucede en un ambiente aparentemente limitado como el de una cocina de alto standing, confortable y aséptica, con un texto brillantísimo, ágil, de gran síntesis dramática, y una puesta en escena de impecable agilidad, minada de sorpresas en las entradas y salidas de sus personajes, a cargo de dos intérpretes que seducen al espectador desde el primer momento en que apenas salen a escena, porque van y vienen de una cena en el salón; una cena de la que sólo se escucha un diálogo que resultará esencial: fantástico prólogo que abre las puertas de un infierno inesperado.

Sonia Almarcha, muy admirada en esta sección ante cada una de sus creaciones, con especial entusiasmo por la convivencia de dos grandes personajes en Ejecución hipotecaria. En cualquier caso, una actriz a la que sigo expectante. Ahora es Emma, un personaje inédito en su carrera teatral, una composición que aúna un modo de moverse y hablar tan bien calibrados que da la impresión de que viene de otro mundo, de otra lengua incluso, y da escalofríos con muy poco, abriendo el camino zigzagueante y agitado de toda la función. A su lado, Manolo Solo —a quien veo por vez primera en teatro— aporta un trabajo de singular intensidad en la piel de Antonio, ya que es en sus silencios donde debemos entrar para completar la elocuente presencia, de creciente dramatismo, de su esposa.

Otros dos personajes de breve aparición, fundamentales en la trama, son interpretados con notable convicción; apariciones fugaces que pueden derribar la fuerza de la obra al menor descuido: Luis Martínez-Arasa y Bruno Lastra (impresionante en El fantástico Francis Hardy Curandero).

Desde luego, una Cocina muy recomendable de la que hay que contar lo menos posible, con un final a la altura de lo prometido desde el comienzo. Feliz encuentro de un teatro pulido que sale airoso de un empeño complejo y fascinante: el crimen que se anida en confortables reuniones de amigos y compañeros. Entre supuesta gente de bien.

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Cocina

Autora: María Fernández Ache

Director: Will Keen

Ayudante de dirección: Elvira Heras

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Intérpretes: Sonia Almarcha (foto), Manolo Solo, Bruno Lastra, Luis Martínez-Arasa

Voces: Mamen Camacho, Mercedes Castro, Pilar Castro, María Fernández Ache, Cristóbal Suárez

Escenografía y vestuario: Esmeralda Díaz

Iluminación: Pedro Yagüe

Espacio sonoro: Luis Miguel Cobo

Caracterización: Luis Jiménez Vicioso

Una producción del Centro Dramático Nacional

Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa. Del 13 de enero al 21 de febrero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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