Se busca violador tranquilo para mujer madura. Preferentemente: “El más querido”
Por Horacio Otheguy Riveira
El más querido, escrita y dirigida por Denise Despeyroux, es una función sorprendente. Tiene una composición de gran sutileza bajo una apariencia de tensión de alto suspense. Un deslizamiento progresivo de comedia turbulenta hacia una comedia negra en la que el espectador es cómplice de la autora: sólo ellos saben lo que los personajes femeninos se niegan a descubrir por sí mismos, tan ansiosas por conquistar a un muchacho fantasioso y seductor, a un “violador tranquilo” que determine para siempre el placer inmenso de un amor tan grande que supere lo necesario y lo soñado.
Una trama aparentemente lineal se va transformando en una tela de araña, en un universo cerrado que expande las alas de una psicosis masculina terrorífica: la del seductor compulsivo y a la vez asexuado, ferozmente egocéntrico, para el que su propio cuerpo desnudo puede llegar a ser una piel anodina, aunque se le esté esperando por necesidad imperiosamente física de ser acariciada y poseída (la madrileña Teresa) o por prescripción facultativa (la argentina Charito: “Mi terapeuta me dijo que la única manera de abrirme es que encuentre a un violador tranquilo”, alguien que amablemente haga su trabajo): entre risas y sonrisas crece un drama desolador que sólo comprende el público que, cuando todo está a punto de estallar, se encuentra en un tris de intervenir y modificar el dramático curso de la historia.
Pero el asunto es terco y los personajes van a lo suyo en una sola dirección, pase lo que pase, hasta llegar a un duro final navideño, tras una sesión de psicosis no menos alarmante.
Texto y dirección en manos de una mujer sobre una historia de mujeres solitarias y desoladas en torno al único hombre que se cruza en su camino y del que lo quieren todo, incapaces de preguntarse si es el adecuado: parecen atrapadas en un círculo infernal de necesidad bañadas en prejuicios y convencionalismos, con enorme necesidad de ternura sexual o de sexualidad tierna o de cualquier clase de sexualidad en la que sus cuerpos puedan obtener alguna clase de recompensa.
Sara Torres interpreta a la mujer casada, insatisfecha, con terapeuta, el personaje más lineal en que palabra y cuerpo confluyen siempre en una “dama” ingenua que quiere ser atrevida, en una chica poco avispada que quiere seguir siendo adolescente; Carmela Lloret es la madrileña de la que sabemos muy poco, feliz de mostrarse seductora, con un movimiento y unas ropas que piden guerra y ofrecen con generosidad curvas dispuestas a divertirse: dos actrices con estilos maravillosamente moldeados en la expresión física de los pequeños detalles, en la vocalización cuasi musical de las palabras que se deslizan por bocas que ansían ser besadas, entre idas y venidas casi siempre confusas, de amigas que apenas se conocen y compiten por llevarse al huerto al encantador profesor de tenis, un tal Claudio Murillo Elizarraga, un catalán que tras su apellido de abolengo resulta un tipo sumamente peligroso, un manipulador a punto de psiquiátrico.
Joan Carles Soau asume este papel con un desparpajo que atrae, fascina e irrita, logrando un crecimiento feroz con todo lujo de detalles, también con un aporte físico muy cuidado en una puesta en escena donde los silencios y las mínimas acciones resultan de gran significado. Eso sí, significados y significantes bailan entre canciones como El día que me quieras, Me amo, Resistiré… cantadas por ellos mismos, creando tensiones variopintas y permitiendo que hasta un desnudo integral impactante ofrezca lo contrario de lo que se espera.
El más querido: una catástrofe navideña
Texto y dirección: Denise Despeyroux
Ayudante de dirección: Juan Ceacero
Intérpretes: Sara Torres, Carmela Lloret, Joan Carles Soau
Vestuario y espacio escénico: Paola de Diego
Fotos: Mista Estudio
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