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Las novelas criminales de Batya Gur: oscuras pasiones en los más diversos ambientes

Por Horacio Otheguy Riveira

Las Damas del Crimen. Novela criminal femenina. Escritoras de armas tomar. Etiquetas varias para englobar a escritoras especializadas en una literatura que oscila entre la investigación sobre baremos psicológicos y el amplio espectro «negro» en el que prevalece un contexto social que influye dramáticamente en los personajes, lo mismo por abuso de poder que por exceso de miseria económica o quebranto moral.

Una numerosa pléyade encabezada por Agatha Christie, maestra de la investigación pormenorizada con aguda crítica social hacia la burguesía imperante. Detrás de esta señora fallecida en 1976 con 85 prolíficos años le siguen muchas otras de diversos estilos: Vera Caspary, Patricia Cornwell, Denise Mina, Ruth Rendell, Patricia Highsmith, P.D. James, Donna Leon, Mary Higgins Clark, Dorothy Sayers, Fred Vargas, Anne Perry, Sue Grafton, Katrine Engberg, Camila Läckberg, Karin Fossum, Liza Marklund, Alicia Giménez Bartlet, Dolores Redondo, Empar Fernández, Claudia Piñeiro, Victoria González Torralba (Foto derecha)

Muy distintas entre sí, tienen en común una singular energía para comprender el fenómeno criminal, desde la investigación psicológica, policiaca, judicial o forense. Hoy lo que de verdad interesa es que los buenos lectores se sumerjan en el caudaloso río que nos lleva sin distinción de sexos por ambas partes.

Coincido con Almudena Grandes, quien aseguró: «Hablaré de Literatura Femenina cuando se oficialice que exista una Literatura Masculina».

Lo único realmente válido es ir a lomos de libros que cada lector/cada lectora entiendan por buenos, ya que no hay nada menos científico que la apreciación «absoluta» de los valores de una creación artística, ese misterioso ámbito en el que quien lee reescribe en su imaginación las páginas impresas.

Por siempre Batya Gur

Para este cronista, entre los más admirables estilos hay un lugar destacado para Batya Gur, que ha innovado al unir la corriente contemporánea de investigación policiaca humanista con una minuciosa panorámica social de sus ambientes, a través de personajes de ambos sexos muy bien trabajados,  todo con sobrecogedoras luchas interiores, encuentros y desencuentros con un baño sutil de deseos sexuales tamizados entre la libertad, la represión, el dominio del otro, o acaso una elegante contención…

«… le miró los morenos brazos y pensó que sabía exactamente cómo olería esa piel, una fragancia fresca, y notó que el color se le subía a la cabeza (…) durante un instante, apenas un segundo, se oyó a sí misma y no daba crédito a sus oídos. Se preguntó si tal premura no derivaría del deseo de aproximarse a él, del deseo de que la tocara, sonriendo con esa sonrisa simpática que la impulsaba a hablar sin tregua…»

Traducida a varios idiomas, la escritora israelí falleció en 2005, víctima de cáncer de pulmón; simpática, entrañable en las distancias cortas, muy apreciada en su vertiente docente, fue una fumadora empedernida como su alter ego, el singular policía Michael Ohayon —jefe del Departamento de Investigación Criminal del subdistrito de Jerusalén—, de origen judeo-marroquí, protagonista de seis de sus ocho novelas.

Como Batya, Michael es muy culto, partidario de los dos estados, laico, conocedor en profundidad de las contradicciones de una sociedad muy conflictiva. El humo del tabaco envolvía sus personales enigmas, y la nicotina calmaba su ansiedad; ambos murieron exhalando un veneno de fábula que no supieron dejar a un lado. Ohayon no muere en la última novela pero no reaparecerá porque sí se ha marchado su creadora, una mujer excepcional, Licenciada en Literatura Hebrea e Historia, Máster en Escritura Creativa, profesora universitaria de literatura comparada, estaba imbuida de muchos conocimientos que supo plasmar en sus novelas con una capacidad indudable para forjar narraciones muy fluidas con notable profundidad psicológica y social.

 

Panorámica de Jerusalén: en primer término la Cúpula de la Roca y tras ella la Ciudad Vieja. Al fondo la ciudad moderna. Una urbe con mucha historia que en la palpitante cotidianidad de hoy asombra con sus conflictos multiétnicos y a la vez por el parecido, en muchos aspectos, con cualquier otra gran ciudad del mundo en la que confluyen humanas pasiones.

Michael Ohayon destaca por su refinamiento intelectual con estudios de historia y de derecho. Admirado por sacar adelante casos que muchos dan por imposibles; judío de origen marroquí,  consigue el respeto de superiores y colegas en un país cuyos altos mandos suelen ser descendientes de judíos asentados en Europa central y oriental con su punto de altivez, a menudo cercana al racismo.

Ohayon vivió su infancia durante los difíciles años cincuenta del asentamiento de Israel: pasó parte de su adolescencia en un kibbutz (literalmente, «agrupación»: comunidad rural con un orden comunitario y económico cooperativo muy riguroso). Allí descubrió el primer amor, prestó el servicio militar y vivió en un hogar muy modesto, a causa de la reciente inmigración de su familia y a las precarias condiciones económicas de un país en formación. Entre los numerosos comisarios literarios, destaca con una sensibilidad especial para atender a su hijo, para acercarse o distanciarse de los hechos más complejos y sobre todo, por tener un modo único de percibir la muerte violenta. En Un asesinato literario. Un caso crítico, se describe muy bien esta situación:

«Ohayon, que había visto numerosos cadáveres durante su vida profesional, seguía confiando en adquirir algún día la insensibilidad de los policías y detectives de la televisión. Después de cada suceso se sorprendía —como si fuera la primera vez— del mareo, las náuseas, la angustia, y a veces la lástima que había sentido en presencia del muerto, precisamente cuando se requería frialdad científica…»

A través de la vida de Ohayon y del contexto en el cual se desarrollan los casos, Batya Gur reconstruye fragmentos de la historia de las últimas cinco décadas de Israel. Un país en transformación y constante necesidad de cambio, en la medida en que la economía, la sociedad y el proceso de legitimación del estado frente al mundo se van acondicionando a través del tiempo a las nuevas circunstancias históricas. La sabiduría de la escritora se apoya en dos claves: su conocimiento de la estructura narrativa coral y la capacidad extraordinaria de plasmar personajes de diferentes procedencias y generaciones, con muy distintas motivaciones para permanecer en esa tierra minada de dificultades.

Su primera novela, El asesinato del sábado por la mañana, subtitulada ‘Un caso psicoanalítico’, se introduce en una de las comunidades más oscuras en el mundo entero, con especial influencia del origen judío centroeuropeo (Sigmund Freud era judío austriaco), y aquí se pone en jaque a la comunidad de los psicoanalistas ortodoxos con el crimen de una reputada doctora que estaba a punto de dar una conferencia sobre los casos de conciencia; un personaje que consigue la fascinación de propios y ajenos para que el lector se involucre en la investigación de su asesinato.

En Estados Unidos, Japón y varios países europeos se encuentran analistas que consideran esta novela un notable acercamiento a un mundo muy hermético cuyas coordenadas han dado pie a la escritora a desenmascarar situaciones nunca aportadas en el género de intriga. Sus personajes y las situaciones en que se ven envueltos dan buena prueba del profundo conocimiento al que ha tenido acceso la escritora.

Ganó el premio a la mejor novela policíaca en Alemania, y en Israel se produjo una serie para televisión.

 

(… ) Ardía de expectación pensando en la inminente conferencia: estaba a punto de ver a su analista después de un intervalo de cuatro semanas. Desde que comenzara a psicoanalizarse con Neidorf hacía ya cuatro años, Gold había asistido a numerosas conferencias suyas. Todas y cada una de ellas habían sido apasionantes. Cierto es que siempre lo embargaba un vago sentimiento de insignificancia, la oscura sospecha de que nunca llegaría a ser un gran psicoterapeuta; mas, por otra parte, sabía que su experiencia de aprendizaje era única y que él, Gold, podía dar testimonio del extraordinario don divino que poseía Eva Neidorf: esa intuición maravillosa, esa capacidad para hablar en el momento preciso y guardar silencio cuando era necesario, esa percepción inequívoca del grado de cordialidad requerido; cualidades, todas ellas, de las que Gold había tenido la fortuna de disfrutar al ser psicoanalizado por la doctora. En el programa del sábado estaba escrito el título de la conferencia de Neidorf: «Algunos aspectos de los problemas éticos y legales que comporta el tratamiento psicoanalítico».
Nadie se había dejado engañar por la expresión eufemística «algunos aspectos». Shlomo Gold sabía que en la conferencia de aquel día, después de un modesto preámbulo, se ofrecería una exposición brillante y exhaustiva del tema en cuestión. Las revistas del ramo la publicarían y suscitaría acalorados debates, reacciones y contrarreacciones, y Gold ya anticipaba el deleite de ver los leves cambios que Neidorf introduciría en la versión publicada. Una vez más, tendría la oportunidad de gozar de la embriagadora sensación de «haber estado allí», semejante a la que puede tener quien escucha la retransmisión radiofónica de un concierto que ha presenciado en directo. (…)

  • 1998, El asesinato del sábado por la mañana, Madrid, Siruela, 359 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.

En medio de la quietud del sabbath, Shlomo Gold descubre el cadáver de la respetada doctora Eva Neidorf, en el Instituto Psicoanalítico Deutsch donde iba a dar una conferencia sobre aspectos éticos y legales del tratamiento psicoanalítico. Michael Ohayon se ve enfrentado a robos, enfermos mentales y abusos de poder en una estructura donde la discreción y la reserva absoluta gobiernan el trabajo y las conductas de los implicados.

  • 1999, Un asesinato literario: Un caso crítico,  Madrid, Siruela, 407 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.

La muerte de dos escritores/profesores en la Universidad llevan a Michael Ohayon a sumergirse en el mundo cerrado de conflictos y pugnas de poder entre los docentes de un insigne departamento de literatura en el que las palabras reinventan el mundo en una coral de personalidades con muchas capas de inquietudes y sentimientos. Acaso disfraces que habrán de ir cayendo en un devenir inesperado.

«En el rincón del despacho donde ahora se revelaban las ruinas de aquella gloria, un marchito clavel marrón daba grotesco testimonio  desde el suelo de la perfección estética que en su día poseyó el cadáver hinchado que ahora contemplaban los ojos experimentados, pero todavía sin curtir, del policía.

«Esa calavera tenía lengua y podía en otro tiempo cantar», pensó Michael, y temió por un instante haber declamado en alto las palabras del Príncipe de Dinamarca, pero fue Ariyeh Klein quien abrió sus labios pálidos y trémulos para romper el silencio del encuentro con la muerte. Sin pronunciar palabra y sin citar a nadie, el profesor de literatura emitió un grito ahogado y salió tambaleándose».

Fluyen con notable elegancia las desgarradoras vicisitudes de seres que vivían cómodamente dentro de una tela de araña muy libresca, muy intelectual… hasta que grietas inesperadas exhiben el lado más oscuro.

 

Pensó en la vulnerabilidad de una persona capaz de entregarse así a la cólera. Esa persona tendría que desear algo apasionadamente, con una fuerza brutal, y a la vez detestar ese deseo.

 

  • 2000, Asesinato en el kibbutz: Un caso comunitario, Madrid, Siruela, 360 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.

La trama comienza en las fiestas de Shavuoth (segunda de las tres fiestas del Peregrinaje del pueblo hebreo). Un crimen se produce en una comunidad muy cerrada donde se supone que la traición y la desconfianza no existen. Los cambios de la economía, las posibilidades que ofrece el mundo, la estratificación de los miembros divididos por generaciones, procedencia y lugar de nacimiento, han hecho de los kibbutz fueran lugares casi sagrados dentro del laicismo judío, que aquí muestra sus aspectos más oscuros, menos reconfortantes.

  • 2001, Un asesinato musical: Un caso barroco, Madrid, Siruela, 457 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.

El policía encuentra una beba abandonada. Triste y solitario, recién reintegrado al equipo de policía después de estudiar derecho, el inspector ve en la cría una razón para vivir. A través de su vecina, la chelista Nita Van Gelden, madre de otro bebé, Michael conoce entre otros músicos a Dora Zackheim, una maravillosa profesoraEn medio de charlas musicales, ensayos y conciertos, surgen el robo de un bodegón holandés y la muerte de dos personas. Entre las dificultades surgidas por su investigación, aparecen sus propios conflictos como padre soltero.

 

  • 2003, Asesinato en el corazón de Jerusalén: Un caso pasional, Madrid, Siruela, Madrid, 380 páginas. Traducción del hebreo: Raquel García Lozano.

Batya Gur aborda las tensiones de la sociedad israelí a partir de un incidente cuyas bases están en la discriminación étnica. Ada Efrati encuentra en el ático de un apartamento el cadáver de una hermosa joven yemenita. Ohayon se reencontrará con un amor de adolescencia. En medio de sus pesquisas, conoce a una niña que observa la vida cotidiana, el amor y las peleas de vecinos en un barrio de Jerusalén. Quedan en evidencia los conflictos sociales, y por tanto políticos del país en una ciudad emblemática.

El cadáver protagonista es el de una hermosa yemení, judía negra de la República de Yemen, país bicontinental, situado en Oriente Próximo y en África. La novela transcurre en la primera Intifada («revuelta de las piedras») —1987 a 1993—, pero no se entra en fechas ni otros detalles de las reacciones de judíos racistas entre judíos, muy enfrentados los europeos con los de otras etnias, a pesar de contar con el judaísmo como raíz común:

Los yemeníes son unos envidiosos y punto. Tienen envidia de todo porque nosotros avanzamos y ellos siguen siendo unos primitivos. No hay nada que hacer, es mala sangre. A todos esos negros no tendrían que dejarlos entrar. Son como los árabes, peores. 

 

  • 2007, Asesinato en directo: Un caso en televisión, Madrid, Siruela, 408 páginas. Traducción del hebreo: Ana María Bejarano, Aharon Klaus y Elisa Martín Ortega.

El último caso del inspector Michael Ohayon, fallecida la autora en 2005.

El cadáver de una mujer en los vestuarios de estudios de la televisión israelí. Se produce una complicada investigación por los meandros de las relaciones, tensiones, miedos y amores que suceden en los pasillos de los estudios.

En Asesinato en directo, Batya Gur elige como escena del crimen el lugar donde se forja la conciencia nacional, donde se muestran las tensiones políticas, los enfrentamientos, la corrupción y las divisiones étnicas, sociales y religiosas que agitan el país: la televisión del Estado.

 

Otras novelas:

  • 2000, Espiando a un amigo. Madrid, Siruela, 240 páginas, Traducción del hebreo: Sonia de Pedro.

LITERATURA JUVENIL A PARTIR DE 12 AÑOS.

Todo empieza con algo aparentemente sin importancia: el joven Benyi ve a Shabi en el pasillo del colegio y echa a correr escaleras abajo. Es algo muy extraño, pues Shabi es compañero de Benyi y también su mejor amigo. Pero a medida que pasa el tiempo, surgen algunos interrogantes: ¿Por qué la casa de Benyi parece estar cerrada como si fuera un castillo encantado? ¿Dónde está la caja negra con pinturas? ¿De dónde ha salido ese papel con una calavera y gotas de sangre? Shabi está atónito, pero Yuli, su mejor amiga, trata de ayudarlo y, para ello, recurre a su abuelo, un prestigioso detective retirado experto en resolver enigmas…

 

  • 2005, Piedra por piedra. Madrid, Siruela, 304 páginas. Traducción del hebreo: Ana María Bejarano.

PÚBLICO ADULTO.

Una novela al margen de la serie de Michael Ohayon en la que se ponen al descubierto las contradicciones y el lado oscuro de la «impecable democracia» de la sociedad israelí.

Probablemente su obra más dura, indudablemente testimonial, inspirada en hechos reales. El punto de partida sucedió entre soldados, siguiendo una tradición de volar por los aires en «la ruleta de la red», generalmente sujetos por esposas, hasta el día en que a un soldado y una soldado, siempre se buscaban ambos sexos, se les dejó ir sin sujeción. Una tragedia que Batya Gur convirtió en una novela desarrollada a lo largo de años y bien documentada, a pesar de que: Nunca conocí a la familia que padeció aquella situación. Además, a pesar de haberlo intentado, no llegué a conseguir leer las actas de las sesiones del tribunal militar, ni me entrevisté con ninguno de los jueces, testigos, acusados… La figura de la madre del soldado muerto y el asunto de la ruleta de la red se desprendieron hace tiempo de su contexto concreto y han pasado a ser una parábola. Esta parábola y nada más es lo que he querido contar aquí. Y lo ha hecho con una creación muy sólida de personajes, combinando una novela social con una de intriga psicológica y otra de ambiente jurídico pormenorizado. Unión de caracteres para ofrecer una obra muy emocionante que deja al descubierto no solo las penurias del abuso de poder militar en Israel (un país en guerra permanente), sino de la verticalidad castrense internacional.

SINOPSIS. Una mujer hace saltar por los aires la tumba de su propio hijo, muerto durante el servicio militar, víctima de una macabra broma. En la tumba habían esculpido las usuales palabras anónimas que se emplean en estos casos: «Caído en acto de servicio». Pero la madre no lo acepta. En la tumba de su hijo tiene que ser grabada, bien visible para todos, la verdad: «Asesinado por sus superiores». Este es el comienzo de una larga serie de desesperados intentos por parte de Rajel para que se haga justicia.

Invitada en la Semana Negra de Gijón en 2003, demostró un gran sentido del humor en un ambiente de conversaciones muy relajadas.

 

 La añorada escritora, prematuramente fallecida a los 57 años, estuvo siempre del lado del Israel laico, progresista y partidario de una paz justa con los palestinos. Pero ese Israel, fuerte en la etapa fundacional, ha ido dando paso a otro cada vez más religioso, conservador y belicista, sobre todo desde el asesinato del primer ministro Isaac Rabin el 4 de noviembre de 1995 —en manos de un fanático israelí—. Desde entonces el fervor agresivo contra los territorios palestinos ha ido en aumento, y hoy los ultra-ortodoxos conforman una minoría de mucho peso en el arco parlamentario.

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