“Un espíritu burlón”, entre risas y macabro suspense
Por Horacio Otheguy Riveira
Un clásico del siglo XX creado por Noël Coward, un hombre de teatro total que descubrió la fórmula de la felicidad sobre el escenario y en las butacas: un romance perfecto entre comediantes y espectadores para rendir tributo a la fascinación por el sexo femenino y el “impecable” egoísmo de un hombre de éxito. Estupenda versión del maestro César Oliva, con Berta Ojea, Quim Capdevila y Carla Hidalgo en los principales papeles.
Un escritor de éxito reúne a una pareja de amigos, junto a su esposa y una conocida médium, porque le interesa para componer un personaje en su última novela. El ambiente es de incredulidad y diversión “glamourosa” entre gente de posición acomodada y bastante frívola. Pero la sorpresa no tardará en llegar: la ex mujer muerta del anfitrión viene dispuesta a divertirse a lo grande… Ya lo había advertido la excéntrica vidente:
A ver si hay suerte y no conecto con un espíritu burlón. Ya saben ustedes, de esos que lo rompen todo.
A partir de la aparición de la hermosa rubia, a quien solo puede ver el novelista, para asombro de su bienintencionada pareja atrapada en un callejón sin salida, las situaciones avanzan en bucle, un lazo sigue a otro, unas sonrisas permiten algunas carcajadas, y el tema de la muerte que nunca es suficiente se abre camino con elegancia, suspense y clásico espíritu macabro, porque primero una enamorada y luego otra están dispuestas a todo con tal de que su querido galán les haga caso. Algo bastante complicado: es un tipo extremadamente egoísta, aunque aparentemente generoso…
Cuanto sucede con este Espíritu burlón y sus compañeros de ruta fue un gran éxito en 1941, fecha de estreno en Londres, por parte de Noël Coward un autor de gran talento que desde los años 20, hasta su muerte (con 73 años), brilló en el mundo del teatro (autor, intérprete y productor de musicales de diverso registro), guionista de cine y actor… Nada se le escapaba, además de ser un hiperactivo con excepcionales condiciones éticas, pues pasó la segunda guerra mundial trabajando para el servicio secreto, aunque aparentemente era un frívolo que vivía feliz y contento entre estrellas del show business.
Esta brillante personalidad del mundo del espectáculo tiene un gran repertorio de obras, comedias y algún melodrama modélico. La última representación en Madrid tuvo la dirección de Francisco Vidal con el protagonismo de Candela Serrat, La alegría de vivir: audaz ejercicio de estilo en el que la amistad de dos hombres y una mujer se convierte en un triángulo amoroso sin el menor sentimiento de culpa, vivido intensamente al final de la comedia, después de presentar (¡en 1932!) a una encantadora joven con una gran facilidad para enamorarse y similar libertad para mantener relaciones sexuales.
En Un espíritu burlón, el enredo amoroso va por caminos diferentes, jugando con los llamativos espiritistas que dicen comunicarse con los muertos. Sin embargo, lo que arranca como una especie de burlesco sainete, se desarrolla con creciente interés abarcando muchos otros temas, especialmente el de los lazos entre vivos y muertos (en un país como Gran Bretaña, con gran tradición en las creencias animistas), la necesidad de ser amadas en dos mujeres muy diferentes, e igualmente atractivas, y la implacable arrogancia del hombre solitario que está con ellas como si adornaran su vida.
Noël Coward abominaba de las comedias burguesas tradicionales, así que esta función empieza como si lo fuera: todos beben su copa, se ríen de cualquier cosa, no falta el empalagoso señorito y la criada tontaina… hasta que la riqueza de las situaciones y el carisma de los personajes van construyendo una obra muy distinta.
Esta versión castellana con dirección del maestro César Oliva es un modelo de alta comedia, de gran precisión en ritmo y encadenado de brillantes diálogos, a menudo algo en lo que la mayoría de las funciones españolas fallan con Coward: hay que encontrarle su punto de ironía y su brillo, que se expande a lo largo de tres actos, aquí reducido a uno solo con oscuros sin intermedio. Todo fluye en el marco de una excelente escenografía y precioso vestuario, con un ligero toque “nacional” en los nombres de los personajes, pero sin caer en la actualización, pues ambiente y trajes tienen un aire intemporal que bien puede acercarse a los años 50.
La puesta en escena tiene la dinámica de una comedia musical, y así parecen dirigidos los intérpretes, y Quim Capdevila, con gran experiencia en este género, cantante y bailarín (La tienda de los horrores, West Side Story, Chicago; debut en la comedia de intriga con Diez negritos, de Agatha Christie, dirección de Ricard Reguant), se mueve con estupenda flexibilidad corporal y contrastes de actitudes (del comportamiento arrogante y engolado del comienzo a la indefensión adolescente, para retomar el poder de seducción y retornar al pánico después, hasta arribar a un impactante final); todo esto le va como anillo al dedo al espíritu travieso de Noël Coward. Aquí Capdevila no canta ni baila, pero el desarrollo de su personaje tiene muchas secuencias en las que “parece” que va a hacerlo, pues tiene a cargo un personaje volátil y huidizo como pocos, con encanto y a la vez profundidad psicológica.
Berta Ojea hace una creación divertida con algún momento dramático bien puesto en la recta final. Su personaje (entrañable y estrafalaria Madame Arcati) ha sido representado muchas veces por actrices histriónicas que se comían las escenas desvirtuando la elegancia de la pieza teatral. Berta es una sobresaliente intérprete de ópera y zarzuela con capacidad para cualquier género y divertir sin salirse de los límites de un personaje excéntrico que, aunque tiene su aire cómico, cree en lo que hace, evitando el barullo de un personaje sobreactuado, más propio de la farsa. Así que fue muy bien elegida para encabezar esta función donde el veterano Antonio Albella se mueve con la soltura que le caracteriza como el médico buenazo víctima de una esposa sufridora y posesiva (Lola Escribano, muy eficaz en la composición de esta dama nerviosa, siempre atribulada).
Eva Torres encara con notables matices a la convencional señora de la casa —también con inesperada transformación—, y Carla Hidalgo seduce con espléndidas artes de mujer fatal, al estilo de Verónica Lake, mientras Esperanza Candela sabe conquistarnos con el breve, pero contundente, personaje de la criada. En definitiva, todos atrapados en una casona con fantasmas, bien acompañados por varios efectos especiales de un grande de la magia y el hipnotismo como Anthony Blake.
Un espíritu burlón
Autor: Noël Coward
Adaptación y dirección: César Oliva
Intérpretes: Berta Ojea, Quim Capdevila, Antonio Albella, Eva Torres, Lola Escribano, Esperanza Candela, Carla Hidalgo (foto)
Diseño de escenografía e iluminación: Paco Leal
Diseño de ilusiones: Anthony Blake
Diseño vestuario: José Miguel Ligero
Diseño sonido: Javier Almela
Fotografías: Javier Naval
Teatro Fernán Gómez. Del 5 de noviembre al 8 de diciembre de 2015.
ENCUENTRO CON EL PÚBLICO, con la presencia del elenco artístico de la obra el día 26 de noviembre. Entrada libre, hasta completar aforo, al finalizar la función.
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