Templarios, nazis y objetos sagrados
«A lo largo la Historia el hombre ha hecho de todo con tal de hallar aquello que podía otorgarle ese poder sobrenatural, en el que nadie cree, pero que sin embargo a todos nos atrae; y se han vertido sangre, sudor, y quizá demasiadas lágrimas, en el convencimiento de que el objeto de nuestros anhelos merecería cualquier sacrificio, por muy despiadado, brutal o inconcebible que fuese».
Actualidad editorial:
El periodista y escritor Lorenzo Fernández Bueno aborda en su nuevo trabajo, Templarios, nazis y objetos sagrados (Ediciones Luciérnaga, 2015), la fascinante historia de las expediciones secretas emprendidas para alcanzar el poder eterno que supuestamente se encierra en determinados objetos, desde símbolos del judaísmo como el Arca de la Alianza o la Mesa de Salomón, hasta el Santo Grial, la lanza de Longinos o la verdadera tumba de Jesús. Templarios, nazis y otros colectivos de lo más variado, aparecen unidos en la historia por un hilo sutil: la obsesión por encontrar unos objetos revestidos del poder de Dios, pero también portadores de maldiciones que acabaron con quienes los tuvieron en sus manos. Dicha búsqueda ha alimentado durante siglos la imaginación de los hombres y ha servido como argumento de miles de novelas y películas. Emprendida tanto por personajes ficticios como reales, algunos tan populares como Indiana Jones o el rey Arturo y sus caballeros y otros tan nefastos como el nazi Heinrich Himmler, todos han dado lugar a miles de fábulas, novelas, leyendas y rumores. Pero detrás de la ficción y el mito existe una historia real: la de la búsqueda incansable que los hombres han llevado a cabo durante siglos para encontrar esos objetos que, supuestamente, pueden ayudarles a alcanzar el poder absoluto.
«En 1910, un desconocido pintor que vagabundeaba por las calles de Viena decidió entrar en el palacio Hofburg, en una de cuyas salas se custodiaba el tesoro de los Habsburgo. No pudo evitarlo; durante horas permaneció en silencio, observando extasiado uno de los objetos, aparentemente insignificante, de los que allí se exponían: la conocida como Lanza del destino, el arma con la que el centurión Longinos atravesó el costado de Cristo. De ella se decía que aquel que la poseyese tendría el poder de crear imperios, salvo que la perdiese; entonces su final sería terrible. Aquel muchacho juró que algún día sería suya. Y así fue. El 11 de abril de 1938 Alemania anexionaba Austria al Tercer Reich, y aquel pintor, ya adulto, ordenaba que el tesoro de los Habsburgo, y especialmente la Lanza del Destino, fuera llevado a Nüremberg. Aquel hombre se llamaba Adolf Hitler».
Este es pues un libro sobre búsquedas y sobre buscadores que nos lleva a descubrir personajes sorprendentes e historias muy poco conocidas. Entre esta interesante relación de buscadores, a veces anónimos, destacan colectivos que aparentemente nada tienen que ver entre sí, separados por los siglos y por sus ideales respectivos, como los templarios, o, ya en el siglo XXI, los nazis, guiados por la mano de un psicópata sin escrúpulos. Por tener esos objetos se han cometido y justificado auténticos dislates, todo por lograr el poder eterno que supuestamente conceden, sin importar demasiado cuánto de cierto hay en estas historias y cuánto de leyenda. La maldición es la otra cara de la moneda de la que pocas veces se habla. Parece ser que se cebó, en ocasiones para bien, con quienes a su vez se cegaron, víctimas de sus ambiciones, y no respetaron las reglas que marcaba la tradición. Porque la tradición también impone sus reglas.
En este libro el lector descubrirá historias como la del Arca Perdida o el Arca de la Alianza que el emperador Tito se pudo llevar cuando saqueó Jerusalén en el año 70 d.C., uno de los objetos sagrados que los hombres llevan casi veinte siglos buscando. Tras una búsqueda en Madrid, concretamente en las salas del Museo Arqueológico Nacional, en 1938 los nazis comenzaron en Egipto las excavaciones en busca del Arca de la Alianza, a cargo del arqueólogo Herbert Braum. ¿Está en Aksum, como aseguran los etíopes? ¿En el Monte Nebo como aseguran los Jordanos? ¿En Zimbabue como afirman en este país? ¿O tal vez en Oak Island, en Canadá, como piensan algunos?
¿Existió la Mesa de Salomón? ¿Por qué la buscaron en Jaén? Hasta aquí llegó en 1500 un misterioso personaje rodeado de incógnitas: el obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce. ¿Qué buscaba el obispo? ¿Qué leyendas le llevaron hasta allí? ¿Quiénes han continuado su búsqueda en los siguientes siglos? Pero si hay algún objeto que ha despertado pasiones y ha hecho correr ríos de tinta, ese es el Santo Grial, el cáliz o copa que contuvo la sangre de Cristo recogida por José de Arimatea. En torno a este objeto de poder se han desarrollado herejías, leyendas y apasionadas misiones arqueológicas como las del nazi Otto Rahn, a medias entre el esoterismo, el ocultismo y la arqueología convencional. ¿Dónde está realmente la copa? ¿Está en España, como afirman muchos? ¿Es el Cáliz de doña Urraca que se conserva en León? ¿Está en Valencia cómo defiende incluso el propio papa Francisco?
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Templarios, nazis y objetos sagrados. Lorenzo Fernández Bueno. Ediciones Luciérnaga, 2015. 272 páginas. 17,00 €
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Acaso cabe corregir, en el texto precedente, que no se trata de Jesús de Arimateas, sino de José de Arimateas. Con respecto a la lanza de Longinos, es curioso que en Europa haya dos iglesias que se atribuyen tenerla como reliquia sagrada. Otra curiosidad es que por el tiempo en que debió ocurrir la última cena, en casa de los Arimateas, las copas eran de madera, no de metal y mucho menos de vidrio o cristal.
El uso que hizo el poder papal de Roma, de todas estas leyendas, no dista mucho de lo que hicieron los criminales nazis.
Igual sucede con las espinas de la corona de Cristo, el Manto y la Sábana Sagradas. Las astillas del madero en el que Cristo fue crucificado, el Arca de la Alianza, y un sinnúmero de fetiches que permitieron el enriquecimiento de muchos obispos, que encabezaron catedrales a costas del dinero de los fieles.
Es increíble lo que el cristianismo ha hecho en nombre de su Dios. Debo aclarar que NO soy hereje ni ateo, soy un escritor agnóstico no dogmático, que ha publicado bastante sobre el tema. Mi reciente libro se titula “Templarios, el arte de las finanzas” y en él cuento lo rentable que resultó para algunos, el heroísmo de muchos fieles y honestos religiosos cristianos, que pagaron con sus vidas, las ambiciones del papado romano y de muchos reyes medievales.
Corregido. Muchas gracias por su atenta lectura.
Me parece muy acertado tratar este tema por parte del autor Lorenzo Fernández Bueno, del que supongo, será un interesante documento.
Hola Eduardo dónde se puede encontrar o leer tu libro ? Soy de mexico saludos