Cine en el teatro: Hard Candy, venganza contra un pederasta
Por Horacio Otheguy Riveira
Hard Candy podría significar en castellano “Amargo caramelo”: un dulce que trae en su interior un veneno inesperado. Y aunque te imagines su contenido, el desenlace te dejará con la boca abierta. La idea nació de un suceso ocurrido en Japón: tras descubrir seducciones por Internet, un grupo de adolescentes asalta y golpea fieramente a los donjuanes entrados en años… (Teatro en Madrid hasta el 5 de julio).
El tormento de niñas seducidas, excitadas ante el advenimiento de una sexualidad desbordante de satisfacciones, y finalmente destruidas por un adulto perverso… es un tema poco y nada tratado en el teatro. Hard Candy fue elaborada como guión por el cineasta estadounidense Brian Nelson en 2005, que se convirtió en película independiente de culto (Patrick Wilson y Ellen Page), con premios en festivales, pero reducida distribución. De aquel guión, esta obra de teatro que por pocos días se presenta en Madrid con un trabajo excepcional de dos actores que se entregan con una vitalidad impactante: Olivia Delcan, quien con más 20 años personifica a la perfección a una chica de 14, y Agus Ruiz, la mayor parte del tiempo desnudo por completo, vencido y humillado.
La niña es conquistada por Internet, asiste aparentemente ingenua y juguetona a la casa de un fotógrafo profesional, y a partir de allí la caza y captura del presunto cazador de menores, por una vez pillado in fraganti con ánimo vengativo. Objetivo primero, humillarle y castrarle. Objetivo último: se resuelve en cuestión de minutos en el final, un cierre ante el que es conveniente que el espectador llegue con la menor información posible. Varía también en varios aspectos en relación con la película.
Quienes vieron el filme tienen una buena ocasión para debatir esta función difícil de representar y de ver, ya que la cercanía de la sala hace que los vaivenes físicos de la pareja nos invadan con su carga de contradicciones, ya que están en juego asuntos morales y psicológicos respecto de la inocencia o culpabilidad del macho que ya supera los 30 y de la ingenua jovencita que se las sabe todas y a la que jamás le tiembla el pulso.
— ¿Quién eres?
— Soy todas las niñas que has observado, tocado, herido, follado o asesinado…
Una de las mejores obras de Juan Mayorga, Hamelin (excelente versión de Animalario, 2004), se atrevió a tocar este tema: en lugar de niñas, varones, y en lugar de decisivo pederasta, una posible injusticia… Luego, en 2012, el joven Paco Bezerra debutó dirigido por José Luis Gómez con Grooming, un intento tan ambicioso como fallido de unir el gancho de Internet con una parafilia. Desde entonces hasta aquí, silencio en escena.
Esta experiencia de Hard Candy promueve suficientemente el debate ideológico (el cine y la televisión festejan constantemente la venganza personal, desconfiando de los tribunales), pero también respecto de muchos otros interesantes puntos de vista como la legendaria atracción de la niñez como ambición sexual por la que muchos hombres pagan dinerales o la voracidad con que se buscan preadolescentes dentro de un entorno de cultura lastimosamente permitida en muchas sociedades, incluso con silencio absoluto interfamiliar, entrando incluso en el mercado de la explotación sexual.
En esta ocasión la cuestión se queda parcialmente planteada en tanto espectáculo, ya que el director Julián Fuentes Reta (Cuando deje de llover) ofrece muy pocas alternativas, organizando una puesta en escena más física que psicológica, con pocas transiciones y matices, seguramente por la dificultad que entraña el juego físico de los actores. El resultado es plano, como si el cuerpo de los intérpretes fuera por un lado y sus mecanismos interiores por otro, encontrándose para echar chispas sólo en la recta final. Me da la impresión de que no se ha aprovechado suficientemente el texto, traducido y adaptado por una mujer de teatro (Lola Blasco) con encomiables funciones en su haber (Proyecto Milgram, Canícula). Habría que leerlo. Lamentablemente no está editada la adaptación castellana ni el original inglés.
De cualquier manera, aquí y ahora, y hasta el 5 de julio, Hard Candy es una experiencia teatral insólita que se desliza a muy alta temperatura, pero en la confortabilísima y fresca sala Francisco Nieva del Teatro Valle Inclán donde se puede asistir a un duelo en el que dos actores muy buenos dan muchas y valiosas muestras de lo mucho que han aprendido en sus profundos estudios de interpretación, además de su experiencia en diversas producciones. Repito: Olivia Delcan y Agus Ruiz, nombres a retener.
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