La imagen que tienes de Sherlock Holmes no es de Arthur Conan Doyle
Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)
Gorro de cazador, gabardina a cuadros, lupa y pipa curva de brezo. Pocos personajes son tan universalmente identificables por su atuendo como Sherlock Holmes. Unos rasgos que hoy en día tenemos tan asumidos que no podríamos concebir al victoriano detective londinense ataviado con otros elementos. Sin embargo, nada de eso estaba en el Sherlock Holmes original, el de Arthur Conan Doyle. El padre de Holmes creó a su personaje basándose en algunas personas reales y, en concreto, para la descripción física parece que pudo tener muy en cuenta a un antiguo amigo de la facultad llamado Sherrinford, que llegó a formar parte de Scotland Yard ‒de hecho, la idea inicial de Doyle era llamar al personaje Sherrinford Holmes‒. Sin embargo, todos los símbolos que inmortalizarán al personaje se los debemos a Sidney Paget y a William Gillette, ilustrador y actor respectivamente.
Baste decir de Paget que es a Sherlock Holmes y a Conan Doyle lo que John Tenniel para Alicia y Lewis Carroll. Lo curioso es que Paget llegó a ilustrar las hazañas de Holmes por una cuestión de puro azar. El elegido para ilustrar Las aventuras de Sherlock Holmes, una serie de doce relatos cortos que se publicaron desde julio de 1891 hasta diciembre de 1892, había sido su hermano menor, Walter Paget, pero el encargo le llegó a él por error. Se dice que como compensación por haberle robado el trabajo Paget basó la apariencia del personaje en su hermano. De cualquier modo, Paget es el primero en adjudicarle sombrero de cazador y capa de Inverness al detective, aparecidos por primera vez en una ilustración para El Misterio del Valle de Boscombe en 1891.
Las ilustraciones de Paget tuvieron tanto éxito que sin ellas seguramente las historias de Doyle no hubieran tenido el mismo impacto. En total, Paget hizo unos 356 dibujos con los que ilustró una novela y 37 historias cortas de Holmes. Sus ilustraciones han sido una influencia decisiva en no solo en las interpretaciones del gran detective, sobre todo en cine, sino que, incluso, la oscuridad de muchos de sus dibujos ha influido en las películas americanas de detectives y en el cine negro.
Por otra parte está William Gillette, que empezó a interpretar a Sherlock Holmes en una versión teatral que Doyle hizo para ganar algo de dinero tras El problema final, en un momento en que su personaje estaba muerto. Gillette decidió introducir importantes modificaciones en el personaje, haciéndolo menos frío y más visceral. Así mismo, introdujo el resto de célebres elementos del detective: la pipa curva de brezo, la lupa y el violín. Además acuñó la inmortal frase «elemental, mi querido amigo», que, como tantas otras, no estaba en las novelas originales y que más tarde usaría el actor Clive Brook en la primera cinta hablada.
La versión teatral de Gillette fue un éxito instantáneo. A partir de ese momento y a lo largo de su vida representó al personaje unas 1.300 veces por todo el mundo. Tanto cariño le cogió al papel que cuando se le presentó la oportunidad de conocer a Doyle lo hizo caracterizado como Holmes. También fue el primer actor que interpretó al detective en la gran pantalla, en 1916, una adaptación cinematográfica que por cierto ha permanecido perdida hasta el año 2014, pero sin la cual la historia de las adaptaciones basadas en Sherlock Holmes no hubiera sido la misma.
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