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Sexo femenino libre y divertido cantado por «Las sicalípticas»

Por Horacio Otheguy Riveira

Dos estupendas actrices-cantantes, Thais Curiá y Carmen Barrantes van y vienen por el escenario y por las butacas provocando risas cargadas de tensión sexual. Guapas y sexis, incluso cuando se ríen de sí mismas y se contorsionan mofándose del esplendor femenino.

A ellas —y su brillante arreglista al piano, Geromo Pontones (con un aire de guasa acorde con el show)— se debe que el espectador se lo pase bomba con canciones que pertenecen a la historia del cuplé, la canción pícara, de doble y directo sentido de los años 20 y 30, que la guerra civil cortó de raíz con el regreso insoportable de la Iglesia y sus inalterables principios de hipócrita represión.

Son canciones que cuentan historias, que se divierten con las cosas del placer carnal y sus múltiples derivados. Canciones escritas para mujeres, sobre mujeres y cantadas por mujeres, que aquí gozan de mucha salud, tanto si se arriman tímidamente al objeto de su deseo, como si lo coronan de gloria bendita por la gracia del libertinaje más precioso que jamás se ha visto.

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Sicalíptico es un término con aire científico que se basa en la certidumbre femenina de su necesidad de ser en libertad con su cuerpo a todo dar, según personales intereses. El mundo de la sicalipsis tiene en España mucha raigambre que brilló con gran alegría en los cabarets, las boites, los teatros de music-hall y también en cuanta expresión erótica se presentaba, tanto en cuentos, poemas, novelas como historietas.

Sicalipsis (definición oficial del DRAE con los señores académicos que no se lo pueden creer): Malicia sexual (sic), picardía erótica. (Cuya etimología viene de dos palabras griegas que al unirse se quedarían en frotar el higo).

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Es en la canción popular donde con mayor claridad se elevó en irresistible erección un género musical que regó de canciones la alegría del llamado sexo débil tornándolo tan fuerte que se permitían cantar las alegrías de los altos y bajos con sus bullangueras cosas de sacar y meter, siempre más allá de lo vulgar y soez y orillando el río de la vida y sus caudalosas aventuras.

Así las cosas, estas preciosas actrices cantantes no se privan de nada. Y aunque se echa de menos un guión más elaborado, con algunos datos de la época y mejores resoluciones de comedia, no cabe duda que lo que presentan es divertido y musicalmente muy tarareable entre claveles rojos que se arrojan mutuamente con los espectadores.

Al terminar la función se vuelve a la vida cotidiana con una sonrisa y en la cabeza varias de estas melodías que no paran de sonar mientras seguimos redescubriendo sonrisas y recordando la piel inocente —como de adolescentes juguetonas— de las intérpretes que de pronto se asoman mayorcitas y muy apetecibles.

Entre unas y otras letras con historias breves pero compactas, y que van directas a lo suyo, hay otras más pudorosas y vecinales. El repertorio es muy bueno, como un juego de ping-pong donde resulta especialmente inolvidable el cuplé «La vaselina» que estrenara la Bella Dorita en 1933 en el muy cabaretero Paralelo de Barcelona:

Estoy muy sobresaltada
porque ya se acerca el día
que del brazo de mi novio
entraré en la vicaría
Ya me han encargado el traje
que es de encaje y tela fina
y mamá para este viaje
me ha comprado
vaselina.
Todos me aseguran
que medida tal
es muy conveniente
para no andar mal

10405317_716052845157372_6042813215910000773_nPero soy tan inocente
que no acierto a comprender
para qué es la vaselina
y en que sitio la pondré

Si usted ya lo sabe
me debe explicar
si el día de boda
se debe de usar…

Hasta el 26 de febrero los jueves a las 22,30 horas en el Pequeño Teatro Gran Vía.

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