La torsión lingüística y flamenca de Israel Galván
Por Eloy V. Palazón
Decía el maestro Enrique Morente que en el flamenco se trataba de traducir la tradición y de ser consciente de la traición que siempre encuentra implícita en dicha operación. De aquí parte FLA.CO.MEN, la última obra del gran bailaor Israel Galván. Desde el comienzo, Galván, acompañado de los músicos, no deja de torcer y retorcer el lenguaje, ya sea el del flamenco o el hablado. Una obra que habla del flamenco, de su esencia, de su complejidad, pero que no duda en coquetear con otros bailes como el fandango parao (¿acaso el flamenco es algo que pueda aislarse de forma pura?) y que, a la vez, hace un recorrido por la obra anterior de Galván. Está presente Mira!/Los zapatos rojos (1998), Arena (2004), El final de este estado de cosas. Redux (2008) y Lo real (2012), entre otros trabajos.
Una obra que combina lo cómico y lo sesudo, lo pasional y lo indiferente, lo virtuoso y lo contenido, pero que no deja indiferente.
Cuando salía del teatro oí a uno de los espectadores decir que no había dado todo lo que podía haber dado de sí y eso me recordó a una frase de Didi-Huberman:
“Israel Galván no se muestra. Aparece. Lo cual significa que comienza por crear las condiciones –espaciales y temporales, o sea, rítmicas- de su ausencia. Le gusta quedarse mucho tiempo en el borde oscuro antes de entrar en el círculo de luz. No muestra lo que sabe hacer, deja que surjan, en momentos impensables, los destellos de su inmensa ciencia corporal y de su energía psíquica, tan misteriosa”.
Otra frase que dice el filósofo francés en su lúcido El bailaor de soledades es que Galván
“… crea Pathosformeln [fórmulas del pathos] sin patetismo, puras fórmulas para el padecer, o sea, para el ser afectado de cuerpo y para el acto expresivo de su danza […] He ahí por qué sus gestos nos conmueven sin que podamos atribuirles una significación emocional precisa (expresar no quiere decir significar). Su cuerpo produce fórmulas cuyo pathos queda ahí, ante nosotros, aunque como en suspenso, como si flotara en la sombra”.
Hablar de lo inefable resulta complicado y más en una obra que es un universo de referencias a otras piezas, pero sirve como invitación a ir a la siguiente y padecer. Porque eso es a lo que nos invita Galván, a padecer.
Festival de Otoño a Primavera. Teatros del Canal.
Del 8 al 11 de enero 2015.
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