Carmen Torres Ripa a propósito de «La dama del cisne», su último libro
«El espejo se quedó inmóvil y siempre me devolvía la misma imagen, el mismo rostro; sólo cambiaba la ropa que me ponía, los pendientes, los collares… Pero esos ojos seguían mirándome con la claridad de mi adolescencia retardada».
Carmen Torres Ripa (Barakaldo, 1945) es periodista, escritora y ha sido directora de una galería de arte en Bilbao. Ha colaborado en prensa, radio y televisión en algunos de los medios más importantes. Es autora de varios libros de viajes del País Vasco y Navarra. Tiene dos novelas: Leonora que trata sobre la vida de la compositora vienesa, Leonora Mildenburg, y La mujer de las nueve lunas (2011), sobre Hildegard de Bingen, que tuvo un gran éxito entre los lectores. Ahora, con La dama del cisne, vuelve a explorar el mito de otra mujer del pasado, Leda, la que dicen que fue una modelo clave en la obra de Leonardo da Vinci.
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La dama del cisne. Carmen Torres Ripa. Editorial Plaza & Janés, 2014. 350 páginas. 18,90 €
Los cuatro pedazos del rostro de una mujer al óleo han sido enviados a las pinacotecas más importantes del mundo: el Louvre, el Prado, la National Gallery y la Galería Uffizi. La cara parece pertenecer a la pintura renacentista Leda y el cisne de Leonardo da Vinci. Bernard Mistral, periodista especializado en arte, recibe el encargo de investigar el hecho, lo que le llevará a viajar de un país a otro hasta encontrar un hilo de donde tirar. Sin embargo, las cosas se irán complicando cuando descubra que quizá no todas las pinturas expuestas en los museos son tan auténticas como se piensa. ¿Es posible que uno de los cuadros más famosos del mundo no se encuentre en el Louvre sino en la parte trasera de un óleo sin valor? El misterio de la pintura dividida en pedazos, las posibles falsificaciones de altísima calidad y el hallazgo del llamado “libro del diablo” escrito a partir del siglo XV mantendrán a Bernard y al lector alerta durante toda la trama. En la novela se va intercalando el momento actual con pasajes escritos en primera persona por Leda, la musa del genial artista Leonardo da Vinci, que vivirá en Florencia eternamente enamorada de él.
P- Antes fueron Leonora y Hildegard de Bingen, ahora Leda, musa del maestro da Vinci. Otro personaje femenino de gran carácter, talento y personalidad. ¿La mujer y su poder por encima de los tiempos?
Con tantos siglos –los mismos que los varones- a nuestras espaldas, seguimos cuestionándonos nuestro valor. “Qué extraño, una mujer que escribe”, decían en la Edad Media de Hildegard de Bingen. “¡Qué raro, una mujer que piensa!”, comentaban de Santa Teresa. Aquellas mujeres tuvieron que enclaustrarse para poder componer música, pintar y hacer versos. En el Talmud se dice: “se quemará la palabra pero no se comunicará a la mujer”. Y Platón confesaba 427 años antes de nuestra era: “Doy gracias a Dios por haber nacido griego, y no bárbaro; por haber nacido libre, y no esclavo; por haber nacido hombre, y no mujer”. Releyendo la historia nos encontramos que la mujer que quería ser algo más que esposa y madre (o religiosa) tenía que encontrar fórmulas “no prohibidas” para desenvolver su capacidad artística. Safo, Leonor de Aquitania, las beguinas, Madame Staël. Y Hildegard de Bingen, la protagonista de mi novela La mujer de las nueve lunas. Pero esta simpleza estuvo prohibida durante siglos. Santa Teresa tuvo que decir que entre las ollas estaba Dios, porque no podía decir que para ella estaba en el escritorio de su habitación.
Estaba mal visto y era sumamente peligroso que las mujeres escribieran. La historia de la Iglesia está plagada de citas en las que se menosprecia a la mujer escritora. Salirse de la norma era una blasfemia. Hildegard de Bingen llegó a estar a punto de ser excomulgada y Teresa de Jesús también. ¡Qué es eso de que la mujer escriba! Quizás por todos estos condicionamientos busqué a la hora de escribir, historias de mujeres políticamente incorrectas. Fuertes, con poder y derecho a la creación.
P.- ¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela? ¿Cómo se enamoró de Leonardo da Vinci?
Pensé en el Renacimiento. Una época artísticamente irrepetible. Allí hubo un hombre igual que Hildegard. Leonardo era un genio, un genio que yo había tenido dentro de un mundo de posibilidades. Y me enamoré. Era el hombre más guapo de Florencia –dicen los historiadores-. Pinta, escribe, inventa, es alquimista… Leonardo de Vinci, un hombre que siempre me había recordado a Hildegard. Un hombre completo con todos los saberes de la época y con capacidad también para la profecía. Leonardo soñaba, como Hildegard, con el futuro.
P.- Trama principal centrada en el mundo del arte y sus falsificaciones. Pero, ¿la belleza como tal no entiende de falsedades?
La belleza es eterna. En La dama del cisne escribo de la inmortalidad. Un tema que nos ha quitado el sueño a la Humanidad. ¿Cómo conseguir un elixir de permanencia? ¿Cómo lograr retener el tiempo de la juventud y eternizarlo? Un imposible. Una quimera inalcanzable. Así son las novelas. Para conseguir que todos me lean, hay que buscar trucos. Yo no puedo contar historias del pensamiento si los lectores se aburren. Tengo que conseguir algo mágico, que no me dejen y para esa dependencia, tengo que sujetarlos a mí, emborracharles de palabras. En mi novela, hay una trama policial, un ladrón y un falsificador de arte, un ladrón real, Erik el belga. Cuando estaba escribiéndola me daba cuenta de que necesitaba un ladrón de arte y busqué en internet. El más famoso era Erik el belga. Y Erik vive en Málaga. Y fue mi hermano Pablo quien me ayudó a encontrarlo. Fueron dos días especiales. Hablamos mucho y aprendí mucho. Tanto que al final de la novela, le agradezco que me permitiera usar su nombre real.
Además de intrigas hay arte, música, olores y sabores. Leonardo, dicen que era un excelente cocinero. Sus gustos –totalmente incomprensibles en el Renacimiento- eran similares a la nueva cocina actual. Raciones pequeñas, platos adornados y esencias.
P.- ¿Cómo llegó hasta el “libro del diablo” y que le impulsó a incluirlo en la historia?
El libro del diablo es una justificación para escribir en primera persona la vida de Leda, su intimidad, sus deseos y el misterio que envuelve la figura de Leonardo. Este libro es fundamental en la novela.
P.- Cuando el escritor bucea en la historia para hacer una novela, una ficción ¿puede permitirse algunas licencias o debe ser estrictamente riguroso?
Tienes que ser estricto en la historia. La documentación es fundamental. Pero la historia se puede recrear para el lector con el “permiso” del personaje.
P.- ¿Cómo nació ese personaje tan fascinante que es Leda? ¿Existió realmente?
Leonardo necesitaba una mujer no convencional a su lado, porque Leonardo era homosexual aunque la historia quiere ponerle como un don Juan mujeriego. Es falso. Las mujeres solo ocuparon su imaginación como modelos. Unas musas que le daban su belleza para recrearla. Así llegó Leda.
El nombre de Leda, la dama del cisne, tampoco es una casualidad. Siempre me resultó fascinante la historia de los amores de Zeus. Cómo el dios del Olimpo se enamoró de Leda, esposa de Tíndaro, rey de Esparta, y para poseerla se convirtió en cisne. Me resultó desde pequeña un mito fascinante. Tan fascinante que muchos artistas a lo largo de la historia del arte han utilizado este mito como inspiración. Leonardo también. Él hizo su versión. Tenemos dibujos de la cara de Leda, pero oleos no. La versión de Leonardo es muy carnal y la hizo dos veces y en dos posiciones de Leda y el cisne. Pero el original, el que pintó Leonardo no lo tenemos. Hay muchas versiones también sobre la pérdida. Se le acusó de ser un cuadro pornográfico porque era la primera vez en la historia de la pintura de un desnudo femenino frontal. El original de Leonardo no lo tenemos, pero sí dos versiones, dos copias de sus alumnos. Como sabes –la prueba es La Gioconda encontrada en el Museo del Prado- los alumnos de Leonardo pintaban mirando los cuadros del maestro. Y así, una noche soñé La dama del cisne. Esa dama era Leda. Pero ¿quién era Leda?
Y creé a Leda. Le inventé una historia y un pasado al lado de Leonardo. La recreé como hija de Andrea Verrocchio, maestro de Leonardo y cuentan que su primer amante. Y Leda, en mi novela, se convirtió en la musa de Leonardo y su confidente y amiga. Para mí era una Leda enamorada que traspasó el tiempo. A su lado se desarrolló uno de los grandes genios de la historia: pintor, músico, inventor, médico… Un todo increíble en una sola persona.
P.- En tu novela también está el amor como fuerza redentora. ¿Es lo que siempre nos salva?
El amor es lo más importante de la vida, tanto que sin amor no hay vida. Con la disculpa de La dama del cisne, he escrito sobre la heterodoxia del amor. El amor, siempre es amor si realmente es verdadero.
P.- ¿Por qué un periodista y un coleccionista de arte para emprender la investigación?
Gracias al Periodismo he llegado a la Literatura. El periodismo es mi sangre. Es apasionante ver la historia que está sucediendo. Los periodistas escribimos la historia. La historia cotidiana la escribimos con nuestra propia subjetividad. Y el arte es lo más sublime de esa historia.
P.- Dos tramas que, aunque en diferentes espacios temporales, avanzan paralelamente: la intriga en el momento actual y la narración en primera persona de Leda en el Renacimiento. ¿Por qué adoptó esta estructura narrativa?
Si me quedo en el Renacimiento la historia está lejos. Hay que acercar a los personajes al presente. Que puedan tomarse un vermut en Florencia y un gin-tonic en Paris.
P.- ¿Estás ya embarcada en nuevos proyectos literarios?
Mi nuevo personaje se llama Elisa. Me va a costar porque por primera vez no me voy lejos. Mi novela va a desarrollarse en el País Vasco.
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Por Benito Garrido.
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¿En dónde, en qué obra dice Platón: «Doy gracias a Dios por haber nacido griego, y no bárbaro; por haber nacido libre, y no esclavo; por haber nacido hombre, y no mujer»?