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La escritura no es un trabajo: Los secretos de Charles Bukowski

La rutina de los grandes artistas es la paradójica enseñanza de que 24 horas a lo largo de una vida pueden presentar monumentales diferencias, y que día a día construimos el conjunto que sólo retrospectivamente llamaremos vida. Y es que el artista está igualmente expuesto que cualquiera al aburrimiento, al tedio y a la repetición; sin embargo, lo que parece diferenciar la vida de la creación de la vida de la frustración (sin que necesariamente nos dediquemos al arte) es la actitud con la que encaramos hora tras hora de nuestra vida, un día a la vez. Y existen tal vez pocos escritores con una actitud más pragmáticamente descarnada sobre la vida que el viejo Charles “Hank” Bukowski.

Para cuando el éxito comercial llegó a sus puertas, Bukowski había pasado la mayor parte de su vida desarrollando una férrea pero gozosa disciplina de escritura –una soledad y una devoción con respecto al oficio de la escritura que lo asemeja más a una suerte de monje libertino que a un simple alcohólico. Y es que para Hank “escribir no es para nada un trabajo… Y cuando la gente me cuenta de cuán doloroso es escribir no lo entiendo, porque es como bajar por la montaña, sabes… Es liberador. Es disfrutable. Es un regalo y te pagan por lo que haces.”

La idea queda ilustrada en la anécdota de que “escribir es como ir a la cama con una mujer hermosa quien después de levantarse, va hacia su bolso y me da un puñado de dinero. Lo tomo.”

El hábito y la rutina del artista se componen de pequeñas acciones encaminadas a darle la mayor independencia a su trabajo con respecto al resto de las ocupaciones del día; pero la de Bukowski -al menos en los últimos años, cuando las ventas de sus libros le permitieron escapar de la racha de trabajos monótonos, como cartero, que tanto detestaba- es una auténtica receta para vivir una vida cara a cara con la escritura:

Nunca redacto por la mañana. No me levanto por la mañana. Bebo durante la noche. Trato de permanecer en cama hasta las 12 en punto, esto es mediodía. Usualmente si tengo que levantarme más temprano, no me siento bien el resto del día. Me asomo, si dice doce entonces me levanto y mi día comienza. Como algo y luego usualmente corro directo a la pista de carreras luego de levantarme. Apuesto a los caballos, luego vuelvo y Linda cocina algo y hablamos un rato, comemos, y nos tomamos algunos tragos, y luego subo las escaleras con un par de botellas y redacto, comenzando alrededor de las nueve y media sin parar hasta la una y media o dos y media en la madrugada. Y eso es todo

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