El sí de los perros
El sí de los perros. Juan Vilá. Piel de Zapa. Febrero de 2014. 192 pp. 19,50 €
Por Sara Roma
Septiembre de 2010. España ha ganado el Mundial y el Gobierno habla de brotes verdes. Pocos imaginan que lo peor aún está por llegar. Mientras, en un pueblo de la sierra de Madrid se celebra una boda, la de Miguel, un hombre que no ha tenido mucho éxito laboral porque lo ha tirado todo al traste a pesar de que le iba muy bien en la empresa de su padre. Puede que vaya a solucionar algo de su vida hoy, el día que se casa por segunda vez. Ha hecho justo lo que todos esperaban de él: casarse, formar una familia y seguir adelante. A ella acude el anónimo protagonista de esta historia para encontrarse con un ambiente que detesta: el de la clase social media-alta pija, frívola y codiciosa, “que durante años se creyó rica y que ahora va a empezar a pagar por ello”.
El sí de los perros es la segunda novela de Juan Vilá, que regresa a la narración tras su exitosa M (Piel de Zapa, 2012). De nuevo, Vilá retoma su particular imaginario para construir una ficción representada por pijos, personajes corales que solo tienen sentido y fuerza como grupo, pues no se mezclan con el resto. El pijo, por definición “es de derechas” y pertenece al Opus Dei o los Legionarios de Cristo. Incluso tienen sus propios colegios, universidades y zonas residenciales (el Club de Campo, La Moraleja, el barrio de Salamanca…). El pijo es feliz y se siente seguro en sus exclusivos guetos.
En la boda a la que acude el narrador protagonista se reencontrará con compañeros del colegio. Ahí están Iñigo, que trabaja en la banca privada; Berenguela, que es abogada; Jaime, “un puto crack” que no dejará de trepar hasta que lo nombren consejero delegado de la gran empresa donde trabaja; Álvaro, también abogado y Elena, su mujer, madre de cuatro hijos, votante del PP de toda la vida y educada con las lecturas del Hola y el Telva. En definitiva, “burócratas, chupatintas, contables o comerciales de lujo que defienden sus privilegios a costa de joder a los demás”… Pero esta arqueología del pijismo hunde sus raíces en el 2004. Entonces, hasta los mileuristas “se creían ricos y guays”. Pero a partir de 2007, “esa alucinación colectiva desapareció” y todos volvimos a ser pobre y nos convertimos en seres rabiosos y llenos de mala leche porque “nos habían dejado sin trabajo y sin posibilidad de volver a tenerlo, sin techo y con una deuda que arrastrar a la tumba en el mejor de los casos”.
El chalé de la sierra de Madrid donde se celebra el enlace de Miguel con Cristina; la Vane; los compañeros de mesa en el convite; los discursos durante la ceremonia; la ostentación, la frivolidad, la codicia y el capital de riesgo; el miedo a perderlo todo…Como Travis Bickle (el protagonista de la genial Taxi Driver), el narrador parece desear que algún día llegue una lluvia que acabe con esa fauna y deje las calles limpias. No será la lluvia, sino la risa, la arcada y el vómito del narrador las que conducirán a un final surrealista, onírico y apocalíptico que no es precisamente lo mejor de la novela.
Emulando la famosa obra teatral El sí de los perros es una aguda sátira que denuncia y critica una clase social a la que acaba poniendo contra las cuerdas con una situación de la que no podrá escapar. La obra de Vila es mucho más que una novela. Dice Marta Sanz que es “un diagnóstico despiadado de nuestro presente, sus hipocresías y sus contradicciones”. Coincido con ella.