‘Última Edición’, de Eduardo Galan y Gabriel Olivares

 

Por Luis Alberto Comino

Esta pequeña en cuanto a atrezo, pero grande en cuanto a contenido, pieza teatral nos muestra con gran sencillez la degradación que vive hoy en día el otrora cuarto poder, sometido y adulterado por una clase política que ha corrompido lo originalmente creado para controlarla. Galán y Olivares nos muestran todo lo malo y algunas cosas buenas que tiene esta bendita profesión de escribir y de investigar para informar. Última Edición es un alegato en clave de humor a favor del periodismo de investigación y a la vez una llamada de atención para que el vil metal, transformado en audiencias y tiradas, no coarten la libertad del periodista de investigar y contar al mundo lo que ha averiguado, aun a costa de fundir esa publicidad institucional o comercial que les permiten sobrevivir, a cambio de prostituir su pluma. Es también una cruel lucha intestina por el poder dentro de la redacción, entre la joven e inexperta periodista (Ana Ruiz) y la veterana directora (inmensa Natalia Herrera, en el papel de una diva italiana maravillosamente adaptada al mundo de la redacción); en un duelo que por momentos nos recuerda el Eva al desnudo de Mankiewicz, cambiando  bambalinas por linotipias, y en el que está, como invitado de cera sin saberlo, el segundo de la redacción (un Javier Martín que me ha sorprendido gratamente por su trabajo), que aspira a llegar a lo más alto de la dirección del periódico, sin darse cuenta de que está siendo manipulado por sus compañeras. Quiero hacer mención especial al trabajo camaleónico de Patxi Freytez, al que he tenido la ocasión de ver por primera vez en directo, y que me ha parecido un gran actor de teatro. Nada que ver con los papeles insustanciales en los que hasta ahora le había visto en televisión.

 Última edicion

La acción se inicia con la llegada a la redacción de un prestigioso periódico de una periodista novata que recibe el encargo envenenado de investigar la muerte de un colega en extrañas circunstancias, y acaba averiguando que todo es una marxista (por Groucho) trama de corrupción política que pretende construir un oceanográfico en plena sierra de Gredos. Durante sus investigaciones, se encuentra con el personaje del periodista reclutado por la clase política (uno de los roles de Freytez), y que no sólo es el escribiente de los discursos del político de turno, sino que también es su celestina y su compañero de juegos (desternillantes las escenas de ambos jugando al squash ¡con palas de padle! y del político en lencería, solicitando pastillas de viagra para continuar con la fiesta que le ha organizado el plumillas), y, sobre todo, el que se encarga, gracias a su conocimiento y a sus contactos en el mundo periodístico, de tapar los escándalos de todo tipo (sexuales, económicos…) que el tipejo va dejando a su paso.

 La reflexión final que nos trasmite la obra es que, para poder tener una opinión, hay que estar  informados, pero cuestionando cada dato, cada hecho que nos cuentan. Para lo que es preciso leer, entender y reflexionar sobre lo que leemos y escuchamos, cuestionando y cotejándolo para que no nos manipulen.

No me extrañaría nada que de esta obra teatral se sacase un interesante guion cinematográfico que desarrollase aún más la idea. Da para ello.

 

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Última edición

Autores: Eduardo Galán, Gabriel Olivares.

Dirección: Gabriel Olivares.

Reparto: Natalia Dicenta, Patxi Freytez, Ana Ruiz, Javier Martín.

Ver calendario de representaciones en Secuencia 3.

 

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