CríticaMúsica

Neil Young – Le Noise

Por Javier Franco.

Neil Young – Le Noise (2010, REPRISE)
Ya han pasado dos meses de la publicación de Le Noise. Y podemos decir que Neil Young lo ha vuelto a conseguir. El debate esta en la calle, en las revistas. A algunos les parece la enésima locura del canadiense, a otros una de esos discos que se olvidarán en apenas un par de meses. Pero, definitivamente, Neil no ha dejado indiferente a nadie. La fórmula: sencilla y directa. Al genio de Young no se le ocurrió otra cosa que ponerse frente a un micrófono a solas con su guitarra eléctrica. ¿Quién dijo que un tipo sólo sobre el escenario es aburrido y monótono?

A Neil le sobran aditivos, argumentos, para convencer al respetable de que es un rockero de pies a cabeza. Después de una extraña década de los ochenta dedicada a la experimentación y al coqueteo electrónico, Neil volvió a la escena del rock gracias a grandes discos –Ragged Glory– y grandes colaboraciones -aún se me ponen los pelos de punta con “I Got Shit”, tema que grabaría con las estrellas del grunge Pearl Jam-. Pero una mente en constante ebullición como la de Young es incapaz de estarse quieta y sigue sorprendiendo propios y extraños a pesar de llevar más de cuatro décadas en la carretera. Hace apenas cuatro años se embarcaba en una nueva gira con sus viejos amigos de Crosby, Stills & Nash, presentando el que sigue siendo su disco más político: Living with war. En la gira de presentación, cientos de espectadores abandonaban los conciertos en cuanto empezaba a sonar el tema central del album: “Let’s Impeach The President” -referencia a George W. Bush, incluida-. Demasiada sinceridad sobre un escenario. Esta claro que Neil nunca escondió sus ideas y nunca lo hará. Mientras que algunos hippies se perdieron en cuanto el recuerdo de Woodstock empezó a hacerse borroso, Young siempre ha estado al pie del cañon, defendiendo aquello por lo que creía, sin importarle que ya no hubiera ni Verano del Amor, ni Mayo del 68. Y por eso sigue haciendo la música que quiere, aquella que no da concesiones a nada ni a nadie.

“Some see life as hope eternal / Some see life as a business plan / Some will go to hell’s inferno”. La letra de “Angry World” nos muestra al músico canadiense en estado puro, a solas con su guitarra, con ese sonido crudo, procedente del mismo infierno. Y al mismo tiempo con esa voz angelical, rasgada por años y años de conciertos a solas con su guitarra. Neil Young canta desde el salón de su casa, pero el sonido parece perderse por todo el vecindario, como llamando a la puerta de todo aquel que quiera oír. Quizás en eso tenga algo de culpa Daniel Lanois, productor de Young en este viaje y, a la postre, parte imprescindible en la composición de las canciones de Le Noise. Lanois coge la desnudez de la guitarra de Young y la transforma en un rayo, en un muro de electricidad infernal. El sonido coquetea con el grunge, con el noise y hasta con la psicodelia en un intento por evitar que la melodía se pose, se convierta en un cuerpo inherte. Y cuando la cosa parece que va a decaer aparece la voz de Young, imponente, señorial, para darnos una cátedra de rock sin adjetivos. “Since the backstreets of Toronto / I sang for justice and I hit a bad chord / But I still try to sing about love and war” canta en una de las canciones en las que deja a un lado la electricidad para volver a su ya desgastada guitarra acústica.

Le Noise nos devuelve 37 minutos del Neil Young más íntimo, más directo. Nos regala un disco en blanco y negro, sin vuelta de hoja, que te llega a la primera escucha o que termina olvidado en la caja de los discos sin futuro. Un disco que parece grabado en una toma, como queriendo evitar cortar las alas al genio creativo de Young. A ratos desbocado, a ratos sin aliento. Si hace apenas un año, el músico canadiense publicaba la esperada primer entrega de sus archivos, en un alarde de meticulosidad con su propia obra, este nuevo disco parece recordar a viejos clásicos de la discografía del músico canadiense, a esos dorados años 60 en la que Young facturaba temas de la talla de “Cinnamon Girl” o “Cowgirl in the sand”. Guitarras crudas, que raspaban como una lija en una época en la que Neil comenzaba a ganarse su fama de freelance musical. Ahora, cuarenta años después, el músico sigue en el filo -y discos como Greendale o Prairie Wind, editados en la última década, dan muestra de ello- sin importarle el qué dirán. “I’ll never let you down no matter what you do / If you just walk with me and let me walk with you / I’m on this journey I don’t wanna walk alone”

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=4uDwvJK0YdI[/youtube]

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